
Nadie hubiera pensado en 1933 que el hijo único de los Dámaso, una familia de un pueblo costero del noroeste de la isla de Gran Canaria, llegaría a convertirse en el reconocido artista que es hoy en día. Profundamente arraigado a su tierra fue un adelantado a su tiempo. Su curiosidad por el paisaje, los mitos, la antropología y la propia naturaleza humana solo se explica por su espíritu libre. El arte de Pepe Dámaso (9 de diciembre de 1933), como no podía ser de otra manera, surgió sin ataduras para poner todas las historias patas arriba.
A sus 85 años y convaleciente de una grave enfermedad, Pepe Dámaso decide donar al pueblo canario en un acto de infinita generosidad la obra que ha guardado consigo a lo largo de setenta años. Antes de desprenderse de sus cuadros, Dámaso regresa a los paisajes y argumentos de su infancia. Un viaje existencial convertido en documental por el realizador valenciano Sigfrid Monleón que nos acerca así a la vida y obra del artista agaetense.
En la película conocemos también la faceta de cineasta de Pepe Dámaso. Ahí están ‘La Umbría‘ (1975), que narra la historia de una familia acuciada por la tuberculosis, la muerte y los espectros de sus antepasados, encerrada en una vieja casona del valle de Agaete, y ‘Réquiem para un absurdo‘ (1979), donde abundan elementos de carácter surrealistas como el sacrificio simbólico del cordero.

Sin duda, hay algo mágico en este documental. Vemos a Pepe Dámaso, a modo de narrador, despidiéndose de sus lugares, aquellos que han marcado su existencia. Su melancólica alegría, su inteligente sensibilidad y la curiosidad de un artista siempre joven y apasionado. Dámaso se recrea en las escenas y en el poder mágico que tienen las imágenes y lo objetos para seguir contando historias y para deconstruir su realidad.
Quizás en lo desgarrador de aquellos instantes de penumbra en los que Pepe Dámaso estuvo enfermo encontró esa quietud y espiritualidad que después ha transmitido en esta película documental. En ‘El pintor de calaveras’ comprendemos al artista ensimismado que se resiste a morir, y vemos como en alguna ocasión el artista mata a la persona para reafirmarse.
Si hay algo que desprende ‘El pintor de calaveras‘, no es solo el alma del pintor sino de la propia persona. Valiente la concepción del documental. Con una fotografía intencionadamente naturalista, sin voz en off ni testimonios y regalando el protagonismo al artista, sin invadir su espacio para que pueda fluir su gran personalidad y temperamento.
Un maravilloso documental para redescubrir la vida y obra de uno de los más grandes artistas contemporáneos vivos, así como una intensa reflexión sobre la existencia y todo lo que dejamos atrás. Pepe Dámaso nos regala sus pensamientos, consciente ya del final de sus días. Y como espectadores nos tomamos nuestro tiempo para compartir con él lo mágico del momento y su profundo amor a su tierra, desde donde construyó el arte más universal posible.