‘Deadpool 2’ es la secuela del filme dirigido por Tim Miller en el año 2016, cuyo éxito sin precedentes no sólo supuso un soplo de aire fresco para el género de superhéroes, sino la apertura de un terreno inexplorado y lleno de posibilidades. La primera entrega tuvo una calificación ‘R’ (no recomendada para menores de 17 años en USA) y demostró que el género está en plena evolución y existe un mercado inexplorado al proporcionar a su audiencia un contenido más adulto. Tras amasar casi 800 millones mundiales y ser la película calificada ‘R’ más taquillera de la historia, ‘Deadpool 2’ era una realidad inmediata.

La segunda entrega tiene como director a David Leitch (John Wick, Atomic Blonde) y su presupuesto se ha visto duplicado tras el enorme éxito de su predecesora (la primera película costó 58 millones; ‘Deadpool 2’ ha costado 110). El principal hándicap al que esta secuela se enfrentaba era la inevitable comparación con el filme original y su capacidad para sorprender al espectador por segunda vez manteniendo la personalidad original. Bajo mi punto de vista, la película triunfa como secuela y aporta suficientes cosas nuevas para estar como mínimo al nivel de su predecesora, aunque le encuentro algunos problemas que la vuelven algo desigual en aspectos específicos.

Si no está roto, no lo arregles

Una de las principales virtudes de esta película es su seguridad en sí misma. Sabe exactamente lo que es, cómo puede exprimir sus posibilidades y cuáles son los límites que está dispuesta a alcanzar. Al tener el doble de presupuesto, ‘Deadpool 2’ no sólo utiliza el mismo humor de la original y mantiene consistencia con lo visto anteriormente, sino que se permite incorporar nuevos elementos que enriquezcan la historia y amplíen su arsenal de gags y referencias culturales. Las rupturas de la cuarta pared permanecen y funcionan igual de bien, la actitud de los personajes que repiten en esta cinta está perfectamente delineada y entendemos sus conflictos e intenciones. Por otra parte, varios de los personajes poseen nuevos conflictos o simplemente evolucionan su contexto original y son llevados por un camino que se siente coherente.

Sin embargo, el acercamiento estilístico del filme varía respecto a la anterior, principalmente porque la dirección corre a cargo de otro cineasta y el director de fotografía ha cambiado. Si la primera cinta tenía unos tonos más oscuros y grises a la par que cierta calidez en escenas con Wade (Ryan Reynolds) y Vanessa (Morena Baccarin), esta secuela opta por unas tonalidades azules más marcadas en secuencias de noche e interior aunque se mantiene la cohesión respecto a la anterior. Notamos una mayor diferencia en la forma de rodar las secuencias de acción.

Este filme contiene muchas escenas de acción y David Leitch es capaz de incorporar su personalidad ya vista en ‘John Wick’ y ‘Atomic Blonde’ a los combates cuerpo a cuerpo que vemos en esta película. La cámara se mantiene cerca de los personajes, los cortes son rápidos pero el pulso siempre es firme en cuanto a lo que ocurre en pantalla. Resulta visualmente más atractivo, y el hecho de contar con más medios en la secuela ayuda a construir secuencias de mayor envergadura. La escena de persecución del convoy es de lo mejor de la película ya que se trata de una micropelícula dentro del largometraje y sabe transformarse cuando la historia lo necesita para no volverse repetitiva y sobrecargada. Me ha gustado mucho la cinta a nivel visual y las coreografías son estupendas, aunque sigo echando de menos planos más largos y cierto alejamiento de la cámara respecto a los personajes no sólo para ayudar en la geografía del escenario sino para permitir que el espectador respire y se ubique. No obstante, el montaje del filme es fantástico y sabe manejar diversos elementos separados en pantalla y conseguir que funcionen de forma independiente para confluir de forma natural.

Quiero terminar este apartado centrándome en el brillante trabajo de Ryan Reynolds como Wade Wilson/Deadpool. Reynolds conoce el personaje al dedillo y lo ha hecho suyo como pocos intérpretes en el género de superhéroes. No sólo es un genio en los gags verbales y visuales, sino un todoterreno ya que destaca en secuencias de combate cuando no lleva su máscara puesta y en momentos puntuales es capaz de emocionar por su talento para escenas más dramáticas o serias. El filme nunca termina de caer en el dramatismo más intenso, pero las breves pinceladas en las que se lo permite, Reynolds clava cada gesto, cada mirada. Se nota que se deja la piel en esta franquicia y agradezco enormemente su esfuerzo y generosidad. No debemos olvidar que Reynolds también es productor de la cinta y ha colaborado en el guion de la misma, así que tiene gran parte de culpa del enorme éxito que tuvo la anterior entrega y del pelotazo que va a ser su secuela. Mientras Ryan Reynolds se mantenga al frente de esta saga y conserve la misma pasión por el personaje y su historia, tiene mi absoluta confianza.

Russell, cable y domino 

La película tiene tres nuevos personajes de gran peso en la trama. Por un lado tenemos a Russell, un chaval que cruza su camino con Wade y se verá envuelto en numerosos entuertos debido a un tumultuoso pasado. Russell es una de las piezas esenciales del filme y creo que Julian Dennison realiza un trabajo espléndido a nivel interpretativo, si bien su personaje sólo funciona en momentos puntuales. Entiendo el conflicto que presentan y cómo es desarrollado, pero creo que la búsqueda constante del gag unido al poco tiempo que poseen Wade y Russell para empatizar y ahondar en su relación impiden que la ejecución del tercer acto tenga el impacto que requiere la película. La cinta concentra demasiado esfuerzo en mostrarnos un lado específico de Russell y se olvida de hacernos conectar con él a nivel emocional. Su introducción es buena, y su arco está cerrado de forma notable, pero el segmento central no me termina de convencer.

Por otro lado tenemos a Cable, un hombre que proviene de otro lugar y tiene por objetivo eliminar a uno de los personajes del filme por causas que al principio desconocemos. Cable es un ser implacable y una amenaza real respecto a Deadpool. Josh Brolin está genial en un papel que requiere de mucha intensidad y seriedad para funcionar como contrapunto de Wade Wilson, y creo que lo hace de manera excelente. Quizás echo de menos algo más de desarrollo en su personaje, principalmente porque su conflicto es poderoso pero se lo ventilan con cierta rapidez y no da tiempo a dejar poso en el espectador (al menos en mi caso). En la historia da mucho juego y sus intercambios tanto físicos como verbales con Wade son fantásticos, pero necesitaba de algo más para que trascendiera y fuera un villano TOP. Además, hay una decisión que toma en un momento dado del filme que no terminó de funcionarme pero no me puedo extender ya que estamos en una reseña sin spoilers. Así que, en resumen, Cable es una notable adición al plantel de personajes de la saga y tiene muchísimo potencial.

Por último, Domino es otra de las grandes incorporaciones del filme. Zazie Beetz interpreta a un personaje seguro de sí mismo, con un «poder» tremendamente original y especial, y es una de las grandes bazas del filme no sólo por su química con Wade y sus más que obvias habilidades en el cuerpo a cuerpo, sino por su capacidad para aportar algo nuevo a la trama. Beetz parece que ha nacido para interpretar al personaje y creo que realiza una labor soberbia en su primera aparición en la saga. Su personaje es tan interesante y la actriz tiene tanto carisma que me habría gustado saber más sobre ella y tener alguna escena extra para realmente disfrutar de todo lo que puede aportar. Quizá haya que esperar a X-Force para ello, pero su introducción ha sido magnífica.

Deadpool 2, exprimir una fórmula

‘Deadpool 2’ es una secuela modélica por varios motivos. Primero, porque es coherente con lo visto en la original y sabe manejar el mismo tono y estilo sin sentirse reduntante y aportar suficientes cosas nuevas para desmarcarse y destacar. Además, es capaz de subvertir las expectativas del espectador y regalarnos secuencias inesperadas, cameos maravillosos y la sensación de que todo es posible y lo imprevisible es la norma. Por último, un mayor presupuesto ha implicado mayores recursos para crear ‘set-pieces’ de gran escala y espectacularidad, consiguiendo que se sienta mucho más épica que la original, la cual se veía constreñida a un nivel más terrenal.

Curiosamente, el clímax de ‘Deadpool 2’ no cae en los tópicos de este tipo de producciones al regalarnos una enorme secuencia de acción, y creo que acierta al concentrar su atención en el plano emocional. Sin embargo, al no haber construido de la forma más acertada el camino hasta llegar a dicho desenlace, creo que se siente un pelín descafeinado por ello. Además, hay cierto cameo que se queda a medio gas al no aprovechar sus características esenciales y creo que podía haber dado más juego en las condiciones adecuadas. Siento ser tan enigmático en algunas de mis apreciaciones, pero no quiero revelar nada realmente importante y estoy seguro que entenderéis a qué y quién me refiero una vez hayáis visto el filme.

Eso sí, la película posee una de las mejores escenas postcréditos que he visto nunca. La sala de cine en la que vi el filme estalló a carcajadas y aplausos tras ver dicha escena, y me pareció un cierre estupendo para la cinta, principalmente porque dicha escena posee el ADN de esta franquicia y es un ejemplo perfecto de su personalidad.

‘Deadpool 2’ es una secuela más grande y ambiciosa que su predecesora e igualmente hilarante. La comedia aterriza en la inmensa mayoría de ocasiones y la acción está rodada con mucha personalidad y buen gusto. Cuando triunfa, es capaz de trascender su propio género y expandir las posibilidades de éste. Cuando tropieza, lo hace por pura ambición y nunca se convierte en una losa insalvable. Es menos equilibrada que el filme de Tim Miller, y echo en falta alguna secuencia más con Cable y Domino, pero en general su visionado ha sido más que satisfactorio, y ardo en deseos de ver X-Force y una presumible ‘Deadpool 3’. Es una de las sagas más interesantes del género y un testamento de la visión de Ryan Reynolds sobre el personaje.

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