
Oliver Stone no es solo conocido por sus controvertidos documentales, sino por dirigir películas tales como ‘Wall Street’ en 1987 o ‘Platoon’ un año antes, consiguiendo cuatro Oscar y consagrándose como director. Siendo esta última el comienzo de su trilogía sobre la Guerra de Vietnam a la que seguiría ‘Nacido el cuatro de julio‘. El afamado director, aparte de su activismo antibelicista y convicciones políticas, tiene una particularidad especial y es que él participó como soldado en dicha contienda.
Los años 80 fueron muy prolíferos en películas sobre el conflicto bélico que más conmocionó a la sociedad estadounidense del pasado siglo. ‘Nacido el cuatro de julio’, realizada en 1989, cierra toda una década sobre la temática del Vietnam. Es una extraordinaria cinta sin llegar a la categoría de icono del género, pero con un excelente guión adaptado sobre la historia real del libro autobiográfico del veterano de guerra Ron Kovic.

Oliver Stone consiguió una más que aceptable película, sin una grandilocuente fotografía, pero aportando una gran carga de realismo que nos sitúa en la época y contexto de manera natural. La fluidez del argumento sin adentrarse en la propia contienda en sí, sino evidenciando el trauma que generó al protagonista la guerra, junto a una incomprensión político social, le confiere un cariz de originalidad.
«¡Esta guerra es un error! Me mintieron y, además, mintieron a todos mis hermanos. Decimos que han engañado a los ciudadanos de este país. Nos obligaron a recorrer miles y miles de kilómetros para librar una guerra terrible y cruel contra unos campesinos».
Un joven idealista proveniente de una familia con un claro carácter tradicional y fuertes convicciones cristianas, se alista en los marines para servir a su país. Tom Cruise encarnando a Ron Kovic protagoniza la película de forma indiscutible con una excelente interpretación, quizás de las mejores de su carrera, a pesar de su juventud (tenía 27 años) y encumbrando de forma sustancial el proyecto de Oliver Stone. Realmente las escenas bélicas no son la parte esencial de ‘Nacido el cuatro de julio‘, solo reflejan la crudeza y el dramatismo para situar al espectador, siendo el preludio de la historia que vendría más adelante sobre las secuelas físicas y mentales del protagonista, cuando regresa a los Estados Unidos.
El sargento Kovic es gravemente herido en medio de una emboscada por soldados del Vietcong, tras una agónica atención in situ por unos sanitarios que no dan abasto, lo trasladan a un desastroso y denigrante hospital de veteranos en el Bronx para su rehabilitación. Sus esperanzas de recuperación se derrumban totalmente cuando el médico le confirma que su parálisis de cintura para abajo es irreversible, necesitando una silla de ruedas de por vida. Aquí comienza paulatinamente su tormento y sus ideales, creyendo que se trataban de unos principios inalterables se van desmoronando, pero a la vez no comprende las manifestaciones y las quemas de banderas estadounidenses por parte de muchos pacifistas.
Una vez recuperado, tras una tortuosa convalecencia, vuelve junto a su familia que vive en una pequeña población de Long Island, Nueva York. Aquí se hace más evidente el problema social que ha generado la guerra y la incomprensión e incluso aversión que padece él por haber participado en ella. Sus hermanos, su entorno y la sociedad han cambiado en poco tiempo, ya no se entiende el seguir combatiendo en un país tan remoto como exótico. Su desasosiego es palpable, más cuando ve que muchos de sus amigos y vecinos han muerto en una selva a miles de kilómetros o han vuelto con serias secuelas como él. Ron se siente perdido y su angustia vital es cada vez mayor, hasta sus creencias religiosas se tambalean y cuestiona la decisión de haberse alistado como voluntario. Animado por su padre toma la decisión de ir a México para evadirse. Allí conoce a Charlie (Willen Dafoe) otro excombatiente en la misma situación que ahoga sus penas entre mezcal y prostitutas, llevando una vida de felicidad ficticia, Kovic entra en la misma dinámica hasta darse cuenta que no logra esa paz interior tan deseada.
«Tu verdadera lucha acaba de comenzar ahora». (El sacerdote del hospital vietnamita de Da Nang a Ron Kovic)
Su vida antes tenía sentido: un futuro, una familia, unos amigos, una posible novia… Todo eso lo perdió en una “maldita selva”. Decide volver a Estados Unidos y empieza primero a reconciliarse con su pasado, para luego encontrarse a sí mismo como activista en defensa del final de la contienda de Vietnam. Da un giro a su patriotismo, reivindicando los derechos de una generación de jóvenes que una guerra ya absurda ha destrozado sus vidas, aclamando a las autoridades políticas que hagan regresar a sus compatriotas a casa para que no terminen como él o peor aún, no volver jamás con vida.
Oliver Stone logra una elegante crítica antibelicista, pero también hacia la desidia por parte de un gobierno que apenas ayuda en los momentos más complicados a muchos veteranos que creyeron hacer lo mejor por su país. El propio director se alistó como voluntario en la Guerra de Vietnam y en cierta medida se siente un poco Ron Kovic, más cuando le llama «la guerra de mi generación». Quizás de ahí, lo especial que tiene una película como ‘Nacido el cuatro de julio’.