Los Perros‘, ganadora del premio Horizontes Latinos del Festival de cine de San Sebastián es el segundo largometraje de ficción de la cineasta chilena Marcela Said tras su debut en 2013 con ‘El verano de los peces voladores‘. La película explora el mundo de la alta burguesía chilena y reflexiona sobre las consecuencias de la dictadura de Pinochet en la sociedad actual del país de la mano de Antonia Zegers (‘El Club‘) y Alfredo Castro (‘Desde allá‘), dos grandes intérpretes del panorama chileno actual.

Marcela Said narra en ‘Los perros‘ la historia de Mariana, una mujer de clase acomodada que ocupa sus días dirigiendo una galería de arte y aprendiendo a montar a caballo. Desplazada por su padre y su marido en los negocios familiares, Mariana comienza a sentirse atraída por su profesor de equitación Juan, un militar retirado investigado por su antigua conexión con la dictadura chilena. Pero esta nueva amistad la llevará a encontrarse con los abusos de aquellos años y con los muros invisibles que protegen a su familia. Mariana se verá forzada a tomar una decisión respecto a su relación con Juan al descubrir el estrecho vínculo entre éste y su padre desde aquella época.

En una entrevista con la distribuidora española, la directora Marcela Said ha contado detalles acerca de su último trabajo, así como una interesante reflexión sobre los temas que aborda la película.

Entrevista con Marcela Said, directora de Los perros

No es la primera de sus películas que evoca la dictadura chilena. ¿Diría que se trata de un tema como cualquier otro o, por el contrario, es una obsesión?

No se trata necesariamente de una obsesión, pero como yo crecí durante la dictadura de Pinochet, en un ambiente muy militarizado, ello forma parte de mi propia historia. Cuando tenía 13 años, alguien me explicó qué era una democracia, en aquel momento comprendí que Chile no lo era… A pesar de no ser una víctima directa de la dictadura, esto no puede ser para mi un tema como cualquier otro.

Su obsesión –algo que se nota en la mayor parte de sus películas– sería más bien el mal, con “m” mayúscula…

Sí, pero el mal en sentido amplio. No me interesan necesariamente los “torturadores” de la dictadura, se trata del mal ordinario. El torturador, finalmente, puedo ser yo, tu, tus seres queridos… un día bajo coacción puede obligarnos a lo peor. Es preciso tener conciencia de que un monstruo habita en cada uno de nosotros. Mientras no lo hayamos comprendido, estaremos en peligro. De esta forma nace el fascismo.

Usted ha descubierto, en la escritura de su primera ficción, la necesidad de incorporar algo de usted misma en un personaje para convertirlo en más humano. ¿Mariana es Marcela Said?

Sí y no. Tenemos puntos en común, seguro. Como yo, Mariana es muy curiosa. Curiosa con la naturaleza humana y sus límites. ¿Hasta dónde es capaz de ir la persona humana? Es el tipo de pregunta que yo me planteo. Pero ella, de entrada, es insolente, intrigante, imprevisible. Nunca se sabe lo que va a hacer. Es lo que me gusta del cine: lo imprevisible.

Tanto en usted como en Mariana se observa una mezcla de atracción y de repulsión respecto a lo que denominamos verdugos…

Así es. Porque no hay nada totalmente negro ni totalmente blanco. Mariana no es exactamente una burguesa que quiere emanciparse, algo que no me habría interesado. Se trata de un personaje complejo. Y lo que sucede a su alrededor lo es más todavía. El Coronel, considerado como un verdugo, es capaz de hacer lo mejor respecto a ella, mientras que el propio padre de Mariana es capaz de lo peor.

«Si el terror ha podido existir en mi país, era para instaurar un sistema económico neoliberal». Marcela Said

Dicha diferencia se constata hasta en las dos escenas de amor de la película. Allí donde el Coronel intenta proporcionar placer a Mariana, el policía que la condena, abrupto, sólo piensa en su propio disfrute…

Efectivamente. El policía se aprovecha de la situación mientras que el Coronel participa de la generosidad. Se le considera como un verdugo y, en cambio, es capaz de hacer el bien. En cambio, quien representa a la ley abusa de ella. Lo que por otra parte me interesaba con esta película era esclarecer la personalidad civil. Algunos militares hicieron el trabajo sucio, eran peones. Seguro que deben pagar por ello, tanto como los demás. Si el terror ha podido existir en mi país, era para instaurar un sistema económico neoliberal. Los Estados Unidos son responsables, tanto como la burguesía chilena, que se enriqueció bajo Pinochet y que hoy día no se considera responsable de ningún delito.

Como en su ficción anterior, El verano de los peces voladores, la relación padre-hijo en Los Perros está muy presente. ¿Se trata de otra de las obsesiones de Marcela Said?

[Risas]. Solamente me di cuenta con posterioridad. No lo hice a posta. Quizás me apeteció o deseé, inconscientemente, “matar al padre”. El mío tiene un carácter muy fuerte, dominante, apoyó la dictadura… En el sentido que pensaba que Pinochet era bueno para el país, ni más ni menos que muchos otros chilenos… Cuando yo era joven era para mi algo sorprendente. Pero se trata de una historia complicada, y no es nuestro tema.

Antonia Zegers en Los Perros
Antonia Zegers en una escena de «Los Perros» dirigida por Marcela Said. Fuente: Karma Films

Por otra parte, como el padre en El verano de los peces voladores, el de Los Perros cree estar por encima de la ley…

Es una parte de la clase política chilena. El personaje del padre de Mariana está inspirado en mi propio padre, usted lo habrá entendido, pero también en el de una amiga y en otros personajes existentes. Es un arquetipo. Representa el poder. Toda aquella clase política de derechas que cree estar por encima de las leyes, aquellos burgueses que hicieron fortuna con Pinochet y permanecen en la impunidad… Pero al mismo tiempo –y se trata de una contradicción que me gusta– adora a su hija, a quien ha criado en solitario tras haber sido abandonado por su esposa. Una vez más nos encontramos con lo peor y lo mejor de nosotros mismos. Como anécdota, el formidable actor que interpreta al padre tiene 85 años. Como el mío.

Antonia Zegers, a quien vimos en varias películas de Pablo Larrain, resulta sorprendente en su papel. ¿Cómo la eligió?

Hice un casting con muchas actrices, pero cuando encontré a Antonia, me gustó su energía. Tiene mucho carácter. Esto me interesó, pero pensé que no iba a ser siempre fácil. Como ella también es muy generosa, todo fue muy sencillo. Con Alfredo Castro, por otra parte, que interpreta al Coronel, o con Elvis Fuentes [el policía], un actor que descubrí en el teatro y que nunca antes había hecho cine, sucedió lo mismo. Tuve mucha suerte al encontrar unos actores tan buenos. Ellos fueron mis “cómplices” en cierto sentido. Sabiendo que la película era políticamente incorrecta para Chile, necesitaba apoyo.

¿Quiénes son los “perros” del título?

Se trata de varias cosas. Se trata de los perros de la película, los de Mariana, pero también de los hombres que la rodean. Su padre, su marido, el policía… Todos son muy machos. Por mucho que ella diga “No quiero recibir más órdenes”, sufre a pesar de todo aquella violencia machista. Los Perros evoca también a los militares que fueron “utilizados” como perros para llevar a cabo el trabajo sucio durante la dictadura. Está también aquella expresión que la burguesía chilena empleaba para definir a la “gente de abajo”, aquellos que no eran como ellos: “el perraje”, que viene de la palabra perro. Finalmente, en Chile, hay muchos perros vagabundos…

El primer perro de la película, aquél que Mariana quiere tanto, sin embargo es un bastardo, no se trata de un perro de raza…

Sí, lo elegí expresamente. Mientras que el segundo, el que le ofrece su marido tras la muerte del primero, es un dálmata… que a Mariana no le gusta demasiado. A través de un perro anodino podía evocar las clases sociales, muy marcadas en Chile. Están los burgueses, los domésticos, los militares, que no pertenecen a la burguesía, los pobres… La gente no se mezcla en absoluto. Mariana prefiere a su perro bastardo y no duda en cantar canciones populares románticas con su empleada doméstica.

Aparentemente, a usted le gustan las metáforas de animales. Además de los perros, existe aquella comparación con los caballos, que es preciso amaestrar, como a las mujeres. O todo lo contrario…

Sí. Un amigo de su marido compara a Mariana con una yegua… Le dice: “”Tu yegua es divertidamente salvaje. Tienes que domesticarla, sino estás muerto”. Se trata de otra temática de la película, la principal acaso: el lugar de las mujeres en la sociedad chilena. Como puede observar, sólo hablo de dictadura. Mi próxima película hablará de otro tema. Tratará de la violencia hacia las mujeres y de sexualidad.

¿Considera que Los Perros es una película feminista?

No sé si mi película lo es, pero en todo caso he descubierto que soy feminista. Debe saberse que procedo de un país donde nuestro cuerpo no nos pertenece. El aborto todavía está legalmente castigado, si se sorprende a una mujer abortando, va a la cárcel. Estamos en el año 2017… Cuando se procede de una sociedad así, resulta imposible no convertirse en feminista.

«No quería a una heroína. No se trata de una película de Hollywood». Marcela Said

Respecto al personaje de Mariana, lo que es interesante es que no se trata de una heroína. Al final de la película tiene una bomba entre las manos, en sentido figurado, claro está, pero opta por no hacerla explotar…

Sí, cuando puede hacer caer a su padre, y a toda su clase social, se alinea con los suyos. No le traiciona, incluso si parece inmoral. Desde que escribí el guión –y nunca cambié de rumbo– mi película estaba construida a partir de lo siguiente: No quería a una heroína. No se trata de una película de Hollywood. Sabía que podía ser poco atractivo. Pero no hago películas para complacer a nadie. Yo hago cine para incitar a la reflexión.

Hablemos de la música, que también desempeña un papel importante. Desde la primera secuencia de la película, muy misteriosa, parece que estemos en una película de David Lynch…

Quería que hubiera tensión. Era necesario que la música fuera original, extraña… Cuando Grégoire Auger me hizo escuchar aquellas cuerdas, que me recordaban un poco el ladrido de un perro, supe que era lo que necesitaba. La música no debía ocupar todo el espacio, pero tenía que ayudarme, acompañando el relato. Elegí no tener miedo.

La fotografía también es muy hermosa. La luz parece completamente natural…

Casi. Hay muy pocas luces accesorias, excepto quizás en las escenas nocturnas. La cámara, una Alexa, con una excelente definición, nos permitió rodar incluso cuando estaba oscuro. He trabajado con el director de fotografía Georges Lechaptois, que también es de origen chileno, pero era la primera vez que rodaba allá. La verdad es que me ayudó muchísimo. Elegimos rodarlo todo con la cámara en mano, siguiendo en cierto modo la respiración de Mariana.

Marcela Said viene del mundo del documental. Han pasado diez años hasta que ha escrito su primer guion de ficción. Hoy en día, ¿puede decirse que ha encontrado su medio de expresión ideal?

Sí, adoro la ficción. Incluso si es más militante, el documental finalmente es más limitado. Y no es necesariamente más creativo. La ficción permite contar el mundo tan bien como un documental, e ir “más allá” incluso. Yo me siento más libre. Tengo mucho menos miedo que antes, me siento cómoda en el ejercicio de la escritura, incluso cuando me toma más tiempo.

¿Cree que Los Perros va a sorprender a los chilenos?

Es posible. Pero las películas que me gustan están hechas para sorprender. Pienso especialmente en Portero de noche, de Liliana Cavani, o La pianista, de Michael Haneke. Son películas formidables, perturbadoras, inesperadas. El cine lo permite. Vivimos en sociedades que nos controlan intensamente, cada vez más. Lo que se puede decir o no, lo que se puede hacer o no, cómo comportarse, etc. Si en el cine no pueden superarse los límites, ni en el arte en general, ¿dónde podremos hacerlo entonces?

Fuente: Karma Films

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