
‘Ocean’s 8’ es el spin-off de la trilogía dirigida por Steven Soderbergh y protagonizada por George Clooney, Brad Pitt y Matt Damon, entre otros. Gary Ross (‘Los Juegos del Hambre’) se encarga de la dirección de esta película, la cual está liderada por un reparto principalmente femenino.
No es la primera vez que una franquicia popular apuesta por una nueva entrega protagonizada por mujeres, ya que hace unos años tuvimos nuevo filme de ‘Los Cazafantasmas‘ con Melissa McCarthy, Kristen Wiig y Kate McKinnon. La recepción fue visceral cuanto menos, y salió a relucir un machismo y sentimiento de propiedad vergonzoso en las redes sociales respecto a la saga de Ivan Reitman. Afortunadamente ha existido mucho menos ruido con esta película y su recepción ha sido correcta en líneas generales. Mi opinión: es un filme tan entretenido como olvidable.
Conflicto sin contexto
El principal problema de ‘Ocean’s 8’ es su nulo interés por proporcionar contexto a sus personajes excepto en el caso de Debbie Ocean (Sandra Bullock), protagonista de la historia. No sabemos prácticamente nada de los personajes, sólo nos dan pinceladas de experiencias pasadas pero nunca entendemos el tipo de relación que tienen entre ellas. Es como si existiera una película anterior que nunca vimos y que el director da por hecho que hemos visto. Está tan concentrado en contarnos el golpe que van a dar en este filme que se olvidan de enriquecer elementos que rodean dicho robo. Sólo conocemos una motivación, la que tiene Debbie. El resto parece subirse al carro porque «suena interesante» y porque hay dinero en juego. Pero todo resulta demasiado fácil, apenas hay contratiempos, tropiezos, obstáculos a superar. Precisamente los personajes de una película de estas características demuestran su inteligencia a la hora de improvisar, de buscar soluciones a problemas que se presentan de forma inesperada, pero en esta película apenas se improvisa ya que casi todo va por el camino correcto. En varias ocasiones aparecen problemas que requieren una solución rápida y siempre se dan las circunstancias idóneas para que el plan trazado sea inamovible, y resulta forzado.
Un aspecto que me gusta de la historia es la utilización de los personajes y su importancia a la hora de alcanzar el objetivo final. Todas cumplen un rol esencial para salir exitosas, y todas son auténticas profesionales sin errores de bulto que entorpezcan la misión. El plan de Debbie tiene varias capas de complejidad, pero afortunadamente todo parece bien hilado y pensado desde todos los ángulos. El problema es que basa gran parte de su éxito en el comportamiento espontáneo de varios personajes, creando una sensación de escepticismo.
Por otro lado, la química del grupo es buena en general, pero no hay carisma ni interacciones que trasciendan en nuestra mente, porque sus personalidades no están bien definidas. A la hora de realizar el trabajo, casi todas parecen cortadas por el mismo patrón. Hacen bien su trabajo y son serias, pero cuando hay ocho personajes y todos son iguales en su misión, se crea una sensación de intrascendencia porque no hay matices distintos que aporten nuevos tonos a la trama. Personalidades distintivas crean conflictos, incertidumbre, mayor sensación de peligro y tensión. Este aspecto no existe en ‘Ocean’s 8’.
Hermoso continente, escaso contenido
‘Ocean’s 8’ posee un diseño de vestuario espectacular, con multitud de trajes y vestidos realmente preciosos y con texturas y colores distintos que aportan personalidad a sus personajes a nivel visual, sobre todo en el caso de Cate Blanchett. Por momentos, el filme parece la presentación de la nueva temporada de un diseñador famoso, porque no paran de sucederse las vestimentas una detrás de otra. Habría estado genial que la fotografía complementara las tonalidades de los vestidos con una paleta cromática más rica y variada, pero el filme apuesta por tonos neutros en muchos momentos y sólo en situaciones puntuales crea contrastes realmente potentes (el lugar del robo, por ejemplo).
Por otra parte, el desequilibrio en los intereses de la película queda patente al observar todo lujo de detalles en el plano visual de su tercer acto o en la citada vestimenta del equipo, pero a nivel narrativo todo parece seguir un camino sin variaciones. Todo gira en torno al plan y la ejecución del mismo, y en ningún momento Gary Ross desea contarnos nada más. Un personaje tiene una motivación específica, ha ideado un plan y busca un equipo que la ayude a conseguir su objetivo. No hay ninguna subtrama que presente nuevos retos al grupo, no hay dudas ni errores catastróficos. Toda la película parece una set-piece de Misión Imposible (salvando las distancias) alargada durante dos horas, y ya. Personalmente yo necesito algo más que actrices carismáticas y un plan interesante. Sobre todo si tenemos en cuenta que un aparente nuevo conflicto que aparece en el tercer acto es despachado de la forma más rápida y burda posible. La película quiere mantener la urgencia dramática bajo mínimos y que disfrutemos del proceso y del reparto, pero nada más.
No voy a extenderme mucho más porque realmente no hay demasiado que desgranar en este filme. Anne Hathaway y Rihanna son los únicos personajes con ciertos matices (aportados por las propias actrices) que realmente alzan la película cuando aparecen en pantalla. Incluso Helena Bonham Carter tiene momentos de lucimiento, pero no veo unidad en la historia, no siento que estemos ante personajes tridimensionales, sino arquetipos sin profundidad porque sólo es necesaria su cualidad principal para la misión, lo demás es intrascendente.
‘Ocean’s 8’ es un entretenimiento tan ligero que la olvidas en cuanto abandonas la sala de cine. Tiene un reparto espléndido, un plan bien hilado y un vestuario precioso, pero carece de alma y desaprovecha su potencial al concentrar sus esfuerzos en sólo un elemento. Podría haber sido mucho más.
Suscribo cada palabra que dices. Por un lado, que aún hay mucho machismo con estos temas. Y, por otro, que eso no quita que la peli sea bastante intrascendente. Nada nuevo en una historia más de robos, cajas fuertes y escaramuzas.