La película brasileña ‘Como nuestros padres’, dirigida por Laís Bodanzky, retrata el vacío que siente Rosa (Maria Ribeiro) por las exigencias de la sociedad en que vivimos, aunque ella intente cumplir con las facetas asignadas a su vida. Vida que se ve marcada cuando su madre le expone, crudamente, la verdad. Una verdad atroz  fundamentada en experiencias pasadas que crearán futuras y nuevas para ella.

Rosa sólo conoce las experiencias vividas con su madre y su padre. La concepción de la vida hace que viva la suya como la ha experienciado en Sao Paulo junto a su familia; marido, hijos, casa, coche, trabajo, escuela, ama de casa, redactora de proyectos, madre, hija, hermana y mujer. Papeles asignados socialmente los cuales el individuo tiene que encajar en ellos.

Nadie sabe cómo vivir su vida. Somos como entes que vagan en un entorno acelerado por las circunstancias. No sabemos con certeza qué somos. Lo que sí sabemos es qué nos forma como personas. Conocimiento racional es lo que falta. O, al menos, convertir esos conocimientos en racionales. Como nuestros padres parecen que hacen.

La experiencia es lo único que nos queda. Es aquello que nos informa de dónde somos, quién somos y qué podemos hacer en nuestra existencia. Nacemos siendo seres transparentes, con aquello que llaman inocencia o, lo que es lo mismo, falta de experiencia. Según el filósofo David Hume no existen conocimientos natos en nosotros al nacer, son las experiencias las que nos definen y las que nos ofrecen un conocimiento con nuestro universo; nuestro contexto.

Después de que la protagonista conozca la verdad, decide cambiar su persona, pues vivir otras experiencias la hace enriquecerse de nuevos conocimientos. Hume aseguraba que nuestro conocimiento se elabora en la experiencia y que sólo concebimos enunciados probables por asegurarnos una verdad; una realidad, aunque ésta no vaya a pasar.

Deshacerse de los papeles asignados socialmente, no significa deshacerse de los roles que una misma ha adquirido. Es un juego de miradas: el cómo me ve el otro y el cómo me veo yo me conforman, y lo que me hace ser, es mi decisión final sobre dichas miradas.

Rosa realiza ese juego de miradas durante el filme: es ese juego de miradas la que la lleva al conflicto consigo misma. Conflicto que acaba descubriendo quien es ella para ella. No tiene una respuesta, pero sí unas experiencias que la nutren como persona. El paso del tiempo se lo va diciendo.

El tiempo también le dice quien es quien en su entorno. Su madre, papel asignado por motivos genéticos y costumbristas, pasa a ser su confidente descubriéndole conexiones no manifestadas entre ellas hasta el momento. Según los mayas, el tiempo es cíclico; la historia se repite. Rosa no repite la historia, lo que sí repite son las experiencias, las cuales la hacen llegar a un conocimiento sobre las actuaciones de su madre y, por ende, entenderla mejor.

Ese entendimiento llega a plantear qué es ser mujer en la actualidad. Es entender que ser mujer es una faceta del ser; una manera experiencial de vivir en el mundo. Mundo dominado por lo masculino y movido por lo femenino.

Porqué en el fondo, como personas, estamos condicionados a nuestro contexto, como Rosa, pero en nuestra realidad; nuestra verdad, nosotras somos las que creamos nuestras experiencias; nuestro conocimiento, que en ‘Como nuestros padres’, nos aporta una visión de nosotros mismos pero, a la vez,  una visión regularizada por los demás. En el fondo, el filme es un espejo de la mujer actual, que vaga entre el pasado y las experiencias desconocidas del presente.

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