
¿Por qué utilizar las palabras con lo que define un gesto? Gesto. Movimiento. Quietud. Estar quieto es, en sí, un movimiento. Un instante preciso. Como la obra escultórica de Rodin. Como la vida del artista; en movimiento desde un punto fijo; inmóvil. Jacques Doillon nos abre la puerta a este mundo de quietud en movimiento; al mundo de ‘Rodin’.
Todo empieza en la puerta del «Inferno». La puerta hacia él. La descripción de Dante hecha escultura por Rodin (Vincent Lindon) con la ayuda de su asistenta: Camille Claudel (Izïa Higelin). Reflejando horrores pero también la pasión de los pecados, la puerta refleja la relación existente entre Camille y August Rodin.
Según Jean Piaget el proceso creativo de un artista constituye el final de un juego simbólico que finalmente acaba asimilado en su pensamiento y materializado en una obra artística. El camino por el que nos conduce Jacques Doillon nos muestra precisamente esto; el modo en que Rodin materializa su juego simbólico con los acontecimientos de su vida.
Vida, la de August, marcada por contrarios; por el bien, por el mal, por el movimiento, por el ir y venir, por la quietud. Todo reflejado en su obra. La carne quiere carne o, por lo menos, los deseos se explicitan en ella.
Balzac es una figura ineludible en la historia de Rodin, pues símil de él, representa la realidad de su trayectoria, en paralelo, y la confirmación de su obra escultórica como reflejo exacto de la realidad que se le presentaba, aunque el propio Balzac refutara de ella.
Amor y odio. A la vez. Por sus esculturas. Por su vida personal. Por el amor. Eso también marcó a Rodin. El estar en movimiento pero quieto; entre su esposa, Rose Beuret Mignon, y su amante, Camille Claudel. Entre la pasión y la estabilidad. Pero aún así, la estabilidad se fue cuando se fue Camille, con su inestable carácter.
En últimas, el acercamiento que nos propone Jacques Doillon a la vida de August Rodin es un acercamiento al proceso creativo de su obra; a sus días, a su época y a su propio tiempo como artista. Una obra audiovisual que no atrapa por lo que el ojo ve, sino por el relato, la narración y la pasión final de un hombre que supo hacer esculturas en movimiento; vivas; con alma propia.