Hace un tiempo reseñábamos en esta web el agotador Maratón Fantastique, una de las actividades más destacables en el Festival Cineuropa de Santiago de Compostela. Una de las películas de dicho maratón, ‘Revenge’, se estrenó este 24 de agosto en los cines españoles; doce meses después de su debut en el Festival de Toronto , siete desde su llegada a las pantallas francesas, y diez tras el primer vistazo dentro de la programación del festival.

¿Mereció la pena esperar tanto? ¿Mantiene el tipo, aún compartiendo espacio de cartelera con propuestas de acción tan sólidas como ‘The Equalizer 2’ o ‘Misión Imposible: Fallout’? Si hubiera que escoger entre la película de los muñecos de David Broncano y ésta, ¿qué podríamos decir a su favor?

Revenge‘ destaca, ante todo, por su dirección. La buena mano de Coralie Fargeat -ganadora de su categoría en la edición de 2017 del Festival de Sitges– es la que permite una transformación natural de la introducción con tintes intencionalmente videocliperos, a un desarrollo mucho más rico en recursos, especialmente los estéticos.

Nos adentramos en el desierto acompañando a la protagonista, Jen (Matilda Lutz) en su camino de ultraviolencia, primero como fugada superviviente de una agresión sexual y posterior intento de asesinato, y luego como cazadora sin piedad de los que no la tuvieron con ella (siguiendo libremente los esquemas del «género de violación y venganza» con la novedad de que es la mirada femenina la que cobra verdadera relevancia).

La película, en cierto punto, sacrifica cualquier atisbo de realismo para proporcionar una fantasía de venganza, una mezcla de acción explosiva y frenética, con escenas de intriga persecutoria en las que se cultiva la tensión entre tiroteo y tiroteo. Y esto sería imposible sin el apartado técnico, de sobresaliente -a destacar, la fotografía de Robrecht Heyvaert-.

Lejos de ser una especie de primo europeo de Tarantino, Fargeat nos trae un título dotado de una personalidad propia y un raro carisma, estimulante y estéticamente agradable, bien rodado y de alma feminista. Eso sí, nada de lo enumerado corrige la simpleza ni lo predecible de su trama, ni deja de ser ésta una caricatura maníaca y exagerada. Si uno es capaz de mantener su lógica en stand by durante 108 minutos, compensa con creces.

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