
Comenzábamos la semana en el Festival de cine de San Sebastián 2018 con una propuesta nada interesante y para olvidar, la austríaca ‘Angelo‘. Algo que se vio compensado con la modesta producción argentina ‘Marilyn‘, basada en hechos reales y que plantea un dilema moral bastante interesante. También la producción vasca ‘Oreina‘ en la sección Nuevos Directores y ‘Yuli‘, la nueva película de Icíar Bollaín que relata la vida del bailarín cubano Carlos Acosta. Uno de los cuatro títulos españoles que estarán luchando por ganar la Concha de Oro.
Las colas para ver cualquier película en San Sebastián son increíbles, no solo por parte de la prensa y la industria, sino por los propios donostiarras que se vuelcan cada año con su festival. Esto nos impidió ver una película imprescindible de Horizontes Latinos como ‘Las herederas’, pero que esperamos rescatar en su pase de prensa previo al estreno. Después de las malas críticas cosechadas el día anterior, Timothée Chalamet y el director Felix Van Groeningen dieron la cara en una rueda de prensa para hablar de ‘Beautiful boy’ (película de la que hablamos en la primera crónica). La prensa enmudeció y nadie se atrevió a preguntar sobre las claves de esta película fallida. Pero vayamos con lo visto.
Angelo (Austria). Dir. Markus Schleinzer
‘Angelo‘ es de esas películas que rellenan cualquier sección oficial de un festival de segunda, por eso resulta cuando menos sorprendente que compita en la sección oficial del Festival de cine de San Sebastián 2018. Su director ha producido películas para Haneke, y se atreve siete años después de su primer largometraje con un drama de época basado en hechos reales.
El filme narra la historia de un africano nacido en el siglo XVIII que es trasladado a la corte europea con solo 10 años. A priori, parecía un interesante experimento para poner en evidencia a la sociedad austríaca del momento. Una manera de enfrentar a dos mundos tan opuestos. Pero la preocupación de la película ya no es presentarnos a una corte agonizante y degradada claramente racista y que trata con desprecio a los negros. No, la película se acaba convirtiendo en una trama delirante que no genera más que indiferencia. No hay relato crítico. Todo se diluye sin más. Exasperan muchas de sus escenas. Podía haber sido una buena oportunidad para mostrar ese teatro del horror que envolvía a la Viena aristocrática.
Marilyn (Argentina). Dir. Martín Rodríguez Redondo
Después de su paso por la Berlinale pudimos ver ‘Marilyn‘ en la sección Horizontes Latinos, segundo largometraje del argentino Martín Rodríguez. Uno de esos descubrimientos por los que merece venir a un festival y un título a tener en cuenta desde ya y que reivindicamos como necesario.
Su director indaga en el mundo precario y aislado en que vive Marcos, apodado despectivamente como Marilyn por los muchachos del pueblo, y como el personaje se decide a explorar los límites de su género y sus propios deseos en un contexto rural asfixiante. La historia se basa en un hechos reales acaecidos en Argentina en 2009. Y nos parece una propuesta valiente sobre las consecuencias que puede acarrear la discriminación porque uno siente al verla que el director nos plantea directamente y sin miramientos que el personaje es víctima de esa realidad, por lo que le exime de toda culpa por sus actos.

Muy acertada la manera de Martín Rodríguez de no evidenciar con claridad los estados emocionales del personaje y mostrarnos de manera contundente como la discriminación puede alimentar al odio de tal modo que una persona pueda pasar de ser víctima a verdugo. El entorno oprime y acorrala, y de una forma naturalista nos lo transmite. Muy bien planteado el conflicto de identidad. Todo funciona con una sencillez apabullante.
Oreina (España). Dir. Koldo Almandoz
En la sección Nuevos Directores vimos ‘Oreina‘ del cineasta donostiarra Koldo Almandoz. Una película de cine social vasco pero inferior a títulos como la reciente ‘A escondidas‘. Narra la vida de Khalil, un joven desarraigado que vive donde los polígonos industriales confluyen con el río y la marisma. Una película que muestra periferias geográficas y humanas. Que habla de amistad, de traición, de amores furtivos y no correspondidos, de solidaridad entre distintos, de venganza…
La banda sonora, minimalista y atmosférica funciona. Y uno de sus grandes aciertos reside en su capacidad de sugerir en vez de contar. A pesar de ello, el resultado en conjunto adolece del ritmo necesario para que te involucres en la historia y la sientas tuya. ‘Oreina’ se difumina en la frontera que separa la ficción y la realidad. Y dentro de ese espacio encuentra su lugar.
Yuli (España). Dir. Icíar Bollaín
‘Yuli‘ compite en sección oficial por ganar la Concha de Oro. Un drama biográfico el de Icíar Bollaín que relata la vida del bailarín cubano Carlos Acosta, leyenda de la danza y primer bailarín negro en interpretar algunos de los papeles más famosos del ballet.

La película desprende energía y su directora sabe contar esta historia con el baile. Porque ‘Yuli’ está contada desde el presente, desde un teatro de La Habana hoy, donde Carlos, interpretado por él mismo, está ensayando con su compañía un montaje de danza que relata su vida. Y desde ahí, la película nos traslada a a su infancia, con el niño Yuli, y a su juventud, con el poderoso bailarían en el que más tarde se transforma.
Pasado y presente, ficción y baile se mezclan a veces dentro de la misma secuencia. Una apuesta difícil y apasionante que consigue sacar adelante con acierto. Extraordinario el trabajo de fotografía y música a cargo del tándem Alex Catalán y Alberto Iglesias. De una sencillez contagiosa que no veíamos en los biopics españoles. Una película sobre el arte, sobre el sacrificio de dedicar tu vida a ese arte y sobre todo, sobre lo que somos. No dejen de verla cuando se estrene.