
En esta edad cinematográfica donde tan de moda parece estar el contar historias con un estilo de inmersión que reflejen una palpable profundidad en el aspecto emocional, ‘First Man‘ supone un hito histórico. La última película de Damien Chazelle, descubierto con ‘Whiplash‘ y consagrado con ‘La La Land‘, proyecta la constante más habitual del cine del realizador de Providence, Rhode Island, que no es otra que la obsesión por el éxito, extrapolada aquí con una angustia inaudita entre el vasto espacio, el miedo al fracaso humano e innumerables pero no menos solemnes y dramáticos silencios.
No se disfrutará con ‘First Man’ de una película de ciencia ficción al estilo ‘Interstellar‘ o ‘Armageddon’, sino de un estilo más cercano a películas que optimizan los recursos de una propuesta espacial para retratar el impacto que tienen estas experiencias en el ser humano, como el caso de ‘Gravity’ o ‘The Martian‘. Jamás se trató del viaje más famoso en la historia del hombre fuera de nuestras fronteras, sino de la confrontación que suponía asimilar la idea del más que posible fracaso y sus consecuencias humanas, tecnológicas e irremediablemente políticas (sí, la bandera está, se ve y se hace notar).
Es por esto último por lo que Ryan Gosling clava el papel de Neil Armstrong. El canadiense usa lo taciturno y lo reservado del perfil de Neil como máscaras de su temor, consiguiendo una actuación delicada a la vez que ruda. Claire Foy tiene la losa narrativa de no disfrutar de muchas líneas de diálogo, pero suple esa carencia con una presencia decisiva en escena que no solo la encumbra como una madre envidiable, sino como una mujer referente. Resulta una secundaria de lujo, ya que brilla pero además ayuda a perfilar al protagonista. Del resto del reparto es remarcable Kyle Chandler, de quien es sumamente curioso ver el gusto por la elección de papeles. Deliciosa carrera.
Pero lo más alucinante de ‘First Man‘ es su tercer acto. La secuencia completa del despegue del Apollo XI es un despliegue de habilidades técnicas espectacular. Al dominio de cámara con una amalgama de planos diferentes y perfectamente cuadrados se le suma una fotografía impresora de vida propia al color de la escena, añadiendo por último una banda sonora latente y con identidad propia. Especialmente destacable es lo de Chazelle. Empieza con un cenital en la estación, luego coloca un secuencial en el cópit de la nave y luego clava los ojos del espectador con primeros planos de los rostros de los astronautas. Su talento no conoce límites.
‘First Man‘ es la versión desbordante y claustrofóbica de viajar al espacio que Nolan no quiso para ‘Interstellar’. Es una película que cuando la escena exige dinamismo, la tensión, la asfixia visual y el pavor a la proximidad de un desastre inundan la pantalla, pero que cuando la escena requiere desarrollo y calma, se torna en un drama familiar paciente, sentido e íntimo que Foy y Gosling llevan estupendamente casi sin estar juntos en pantalla. La soledad, el sentido funerario de la gloria y la presión de una expectativa como ejes sobre los que conducen los personajes. A pesar de ser una propuesta de estudio, esto sigue siendo ‘made in Damien Chazelle‘.