Todos somos de piedra. De «Petra». Las experiencias vitales nos van esculpiendo, igual que la ciudad jordana. Pero, al contrario de dicha ciudad, no siempre alcanzamos dicha belleza, dicha perfección. Aunque la búsqueda sea constante. Búsqueda que, por otro lado, ‘Petra’ (Bárbara Lennie) inicia su propia modelación con el encuentro con su padre, desconocido para ella, cuando muere su madre.

Hecho que la lleva a una isla, un paraje natural donde no hay nada; sólo gente. Gente relacionada entre sí pero no conectada. Gente que se siente solitaria; que tiene todo y que no tiene nada. Que no se han esculpido a sí mismos, sino que han tallado en la ‘petra’ una figura bella, pero imperfecta; sin sentido. Ni para ellos ni para nadie. 

Marisa (Marisa Paredes) refleja bien esa escultura; esa imagen; esa pintura modelada por la belleza pero imperfecta; sin sentido. Persona solitaria, separada de su mundo próximo. Sólo conecta con Petra cuando esta llega a su casa para realizar una residencia artística. Y conectan, se unen, porqué saben, ambas, que la mentira es el nexo entre ellas que las ha llevado a conocerse.

Jaume (Joan Botey) es el padre de Petra. Es, en sí mismo, una persona que vive para los demás, pero no en el buen sentido. Cuando a su hija, no reconocida, le dice, en un debate artístico entre ambos, que el arte que realiza ella es como una terapia y que, para él, el arte tiene que ir dirigido a una audiencia. Es, en el fondo, la mercantilización del arte. Es, en el fondo, la capitalización de la persona y, por ende, lo que esto conlleva con su entorno.

Pero Petra se enamora, sin ser consciente, del hijo de Jaume; de su hermano (Alex Brendemühl). Con el cual también les une una conexión ficticia pero que, por esa misma raíz de ficción, se convertirá en verdadera. Lo que les une, al final, es la afirmación consciente de que lo que dicen, lo que hacen, lo que expresan, lo artístico, y lo cotidiano, no es verdad. Les une la mentira. Mentira que, en últimas, les hará esculpir algo bello. Bello pero no verdadero aunque sí auténtico.

Jaime Rosales nos muestra  prólogo, párodos, episodios, estásimos y éxodos. Nos muestra un drama con su comedia; nos muestra un mundo donde todo es muerte, todo es venganza, todo es mentira. Y nos muestra lo veraz que puede vislumbrar de ello. Nos muestra una tragedia griega.

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