
Estabilidad. Equilibrio. Balance equitativo. Siempre en su búsqueda. En Europa, más presente. En África, más ‘confusao’. Tierra de nadie y tierra querida por todos. Continente olvidado, al menos, por el mundo occidental. Más bien, personas olvidadas por el mundo occidental. Angola, Guerra Civil, año 1975, petróleo, diamantes y dos bloques enfrentados: EE.UU. y la Unión Soviética. En últimas, el pueblo angoleño esperando a que mañana sea ‘Un día más con vida’. En últimas, el reportero polaco Ryszard Kapuscinski dando a conocer al mundo dicha situación.
Situación perpetuada por la dominación de Europa ejercida en África. Situación que, en la relación opresor — oprimido, hace que estos últimos se revelen teniendo en cuenta que el opresor, siempre tiene ese rol en la historia. Angola, país rico. Rico en diversidad, en naturaleza, en gente, en biodiversidad. Y también tiene diamantes y petróleo, interés principal del opresor. En este contexto, en esta situación, en esta relación opresor — oprimido, Angola busca ser. Gente buscando romper, un poco, dicha relación, dicho contexto. La guerra, parece el único camino.
Ryszard Kapuscinski, Angola, 1975 y su presencia
La información es poder. Poder decidir. Poder conocer. Poder condicionarse o no. Posiciones, actitudes, roles que adquirimos o rechazamos. La información es poder, sí. Pero solo es poder si sabemos cómo emplear dicha información. No basta con tenerla. Ryszard Kapuscinski (1932-2007) sabe de ello. Era periodista. Desde los años 1960 cubrió los conflictos originados en África debido al proceso de descolonización como la guerra civil que arrasó Angola tras su descolonización de Portugal en 1975.
El estar presente. Presente en un sitio, lugar, contexto o, por el contrario, no estar, lo cambia todo. Observar. Observar para obtener información. Pero el simple hecho de observar ya es estar allí; es participar; es vivir el contexto y formar parte de él. Los antropólogos lo sintetizan como “observación participante”. Es aquel método de obtención de datos cualitativos para con un grupo humano y su contexto que permite el entendimiento de éste.
Ryszard Kapuscinski hace uso de ello. Uso que, en últimas, lo lleva a posicionarse. Lo lleva a obtener información de la guerra civil de Angola delimitado por los bandos, por la situación y por sus vivencias. Lo lleva a participar, en cierto sentido, en dicho conflicto; lo lleva al deber, y al querer, dar a conocer dicha información; dicha situación, dicho conflicto de intereses. Intereses terrenales, sí. Pero también intereses globales.
Angola, el tablero de ajedrez
África siempre ha sido un continente olvidado para Europa. Su historia ha sido olvidada. Mejor dicho, ha sido obviada, apartada a un lado. La idea de lo binario también ha sido incluida en este affair: lo civilizado y lo salvaje; lo humano y la barbarie. Ideas desarrolladas durante el siglo XVIII por la falta de información para conocer a aquello diferente; ajeno; conocer a África.

Comprender la Historia conlleva dos preceptos para con el ser humano. El primero es ser consciente de los hechos pasados que definen lo particular y lo global. El segundo, ser consciente del hecho presente. Del presente, de lo que se vive como hechos que hacen historia; que definen, en cierta manera, el futuro.
Ryszard Kapuscinski es consciente de ello. Sabe que lo que vivió en Angola cambió el mundo. Cambió para los angoleños y cambió para el transcurso de la política global. Angola fue un tablero de ajedrez. Tablero que utilizaron la U.R.S.S. y EE.UU. para establecer sus posiciones en un mapa que, al fin y al cabo, es sólo político. Tablero que definió el poder de ambos lados del océano. Tablero que se utilizó para llevar a cabo la guerra fría entre dos potencias supuestamente civilizadas. Historia viva que merecía ser contada. Merecía ser leída, conocida. Como hizo Kapuscinski.
Raúl de la Fuente, Damian Nenow y nuevos formatos
Todo se difumina. Todo se mezcla, se mueve, se transforma: cambia. Fusión. Los standards se desdibujan para dar paso a nuevas obras de arte cinematográficas. El drama no es solo drama, también es comedia. La comedia no conlleva solo drama; incluye crítica social o no. Los géneros cinematográficos ya no existen; han dejado de funcionar; de describir un estilo de filme. Han roto los viejos esquemas, pero los han roto solo para dar paso a unos nuevos, más fluidos, más afuera de clasificaciones.
Raúl de la Fuente y Damian Nenow presentan esta des-clasificación cinematográfica en su obra ‘Un día más con vida’. No es un documental, no es un filme de animación, no es un drama, no es una historia bélica, no es una comedia, no es un biopic ni tampoco una película de aventuras. Es todo esto, pero nada en concreto.
Es la historia de la guerra civil de Angola explicada por personas que vivieron el conflicto. Es una narración de historia reciente; de historia viva. Historia que conlleva situaciones dramáticas, cómicas, bélicas, aventuras, relatos de vida, horror. En el fondo, es una narración animada de ecos del pasado traída al presente por gente que vivió dichas situaciones. En ‘Un día más con vida’ los formatos se difuminan. Pero se difuminan sólo para enriquecer la película.
Un día más con vida, una película aclamada por el público
‘Un día más con vida’ es una expresión del poder de la información, de la historia olvidada del continente africano por el mundo occidental, de los conflictos como arma de utilización política, de los intereses perpetuados y que van más allá de las personas, de nuestro papel individual en el mundo, de las personas que buscan su lugar en el mundo; en su entorno. De la fuerza de la imagen; del cine como herramienta de información. Conocer.
Conocer para, después, poder elegir; situarse. Raúl de la Fuente y el realizador polaco Damian Nenow nos dan ese poder; esa elección. Poder conocer esta historia que, sin duda, vale la pena que sea conocida. Una producción que no para de recibir reconocimientos como el premio del público en el reciente Festival de San Sebastián y la nominación a los Premios de Cine Europeo.