
‘Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald’ es la secuela de ‘Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos’, y vuelve a estar dirigida por David Yates (se trata de su sexta película como director de la franquicia). La primera entrega de esta saga de precuelas nos introdujo en un universo similar a lo visto en la saga de Harry Potter, aunque con variaciones destacables.
La historia optaba por un acercamiento más adulto a la par que abrazaba la introducción de todo tipo de criaturas que de alguna forma expandían el rico universo de J.K. Rowling. Me pareció una película estimable y me reafirmo tras el revisionado, aunque quizás su interés constante por mostrar nuevas criaturas diluyen el conjunto ya que no existe un equilibrio adecuado. Sin embargo, la película que hoy nos ocupa decide entremezclar lo viejo y lo nuevo, criaturas con tramas icónicas y el resultado es un conglomerado de historias que no se complementan y parecen estar unidas de manera forzada porque Rowling ha decidido que todo tiene cabida en esta película.
J.K. Rowling
Sabéis de mi pasión por la saga Harry Potter, tanto libros como películas. Mi amor por Rowling es eterno y lo que me ha proporcionado durante la mitad de mi vida tiene un valor incalculable. Sin embargo, aunque la escritora tiene un dominio absoluto de la prosa en su universo literario, eso no significa que automáticamente domine las características básicas de un guion de cine. No sólo hablo de la estructura básica y del plano narrativo, sino de la forma de conectar subtramas, realizar transiciones y otorgar importancia a los elementos esenciales mediante componentes periféricos que sumen a un todo. Honestamente, creo que en este sentido ‘Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald’ fracasa estrepitosamente.
Rowling no sólo intenta desarrollar tramas para todos los personajes protagonistas, sino construir nuevas subtramas para los nuevos personajes, y al no haber tiempo para desarrollarlo todo asistimos a una amalgama de secuencias inconexas que ahondan torpemente en los conflictos de los personajes para luego abandonarlos porque la historia principal necesita avanzar. Debido a ello, muchas de las tramas se quedan en un plano superficial o simplemente no tienen peso ni poso. La historia quiere abarcar tantas situaciones que se siente dispersa, y al no poseer el mismo nivel de interés se producen problemas graves de ritmo (hubo momentos en los que me estaba aburriendo y mi cerebro empezaba a desconectar).
Uno de los aspectos que más me ha molestado de ‘Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald’ es su apatía a la hora de crear conflictos que se sientan frescos y orgánicos. Existen discusiones o disputas que parecen sacadas de una plantilla y se vuelven cansinas porque son conflictos sin fuerza ni impacto. Y cuando algún conflicto sí funciona, muchas veces se ahoga en un tempo extremadamente lento que genera una frustración tremenda. Da mucha rabia ver una película sobre un universo tan rico y encontrarse situaciones ya vistas mil veces y coincidencias sonrojantes. Porque sí, esta película sólo explica cosas cuando cree conveniente, pero cuando necesita que los personajes se crucen o aparezcan donde es necesario, toda lógica desaparece. Hubo momentos en los que me preguntaba: «¿Cuándo han aparecido estos personajes? ¿Cómo sabían adónde tenían que ir?».
Además, las explicaciones que dan los personajes en varios momentos (sobre todo en el tercer acto) fallan por dos motivos. Primero, porque son escenas de exposición tan obvias y carentes de naturalidad que el propio espectador se da cuenta que el único propósito de esa escena es hablarnos a nosotros, no al resto de personajes. Pero lo peor de todo es que una vez explicado, no sabes con absoluta certeza si has comprendido lo que te han contado, porque han hilado tan mal ciertas situaciones con anterioridad que esta ráfaga de contenido abruma por su falta de consistencia y por su interés en explicar revelaciones con prisas. Todo está directamente relacionado con el trabajo de guion, y creo que Rowling no ha sabido encajar las piezas de forma lógica para que la historia fluya de manera organizada.
Bestias, héroes y villanos
Al igual que en el filme anterior, ‘Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald’ posee una gran variedad de criaturas mágicas. Todas ellas tienen su momento de gloria y es el aspecto que más aleja a estas precuelas de las cintas de Harry Potter, pero también las que le otorgan más personalidad propia. El problema viene cuando la aparición de dichas criaturas se vuelve un ‘checklist’ porque en el título de la película aparecen las palabras «Animales Fantásticos». En varios momentos (y esto ocurre mucho en la anterior película) las criaturas hacen acto de presencia no porque sea necesario o tenga sentido en ese momento, sino porque parece inevitable y no queda más remedio. Eliminando del montaje final 2-3 secuencias que no aportan nada a la trama principal, la cinta habría fluido de mejor forma y prestaríamos más atención a lo verdaderamente importante. Sé que muchos adoran los animales que aparecen en la película, y a mí también me gustan pero siempre y cuando sea pertinente.
En el terreno de los héroes, la película comete un error del que no se recupera al eliminar casi por completo la dinámica de personajes que tan bien funciona en la primera entrega. Los protagonistas no se alimentan de una única trama, sino que tienen todos sus propias subtramas y muchas de ellas no están relacionadas entre sí, por lo que Rowling fuerza la máquina y las obliga a cruzarse aunque se sienta antinatural. Además, dichas subtramas diluyen parte del encanto que sí poseían en la anterior, y cae en un elemento que detesto en toda película cuando es utilizado: la falta de comunicación como conflicto. Hay momentos en la película en los que una simple conversación entre dos personajes arreglarían su conflicto de manera instantánea, pero al evitar el diálogo o buscar excusas para no comunicarse extienden un conflicto de forma artificial y personalmente me hierve la sangre. Yo quiero conflictos sólidos y coherentes, no unos construidos sobre una base de papel para que «ocurran cosas».
Hablemos de Grindelwald. Johnny Depp vuelve a interpretar el personaje tras su brevísima aparición en la cinta anterior, y personalmente ha sido uno de los aspectos que más he disfrutado de la película. Grindelwald es amenazador pero su energía transmite serenidad. Es un personaje construido desde la sutileza, nunca desde los tics. Depp es popular por la cantidad de tics que confiere a sus personajes, pero su Grindelwald es tranquilo, paciente y frío. No aparece en la película todo lo que me habría gustado, pero cuando lo hace sientes su poder y entiendes por qué es una gran amenaza. Su despliegue de habilidades es importante y no existen arranques de ira porque no estamos en una película que busque ver los tropiezos del villano, sino su creciente influencia. Creo que ‘Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald’ habría funcionado mejor si se eliminaran tantas historias secundarias y se mostrara su poder de seducción y la multiplicación de su ejército de seguidores.
Termino con Albus Dumbledore. Jude Law realiza un competente trabajo dando vida a uno de los personajes más importantes y queridos de toda la saga, y existían dudas respecto a su acercamiento. Creo que este joven Albus encaja con lo visto en anteriores iteraciones y me gusta el camino que toma su personaje. Sin embargo, al igual que Grindelwald, su presencia en la película no tiene suficiente impacto, y mi sensación es que se inventan una excusa para que Dumbledore se mantenga alejado de Grindelwald y así podamos tener tres películas más en la franquicia, cuando honestamente podrían cerrarla en la tercera entrega. Hay una escena muy interesante en la que se ahonda algo en el conflicto de Albus, pero es tan testimonial que no es suficiente para que entendamos su lucha interior.
En resumidas cuentas, ‘Animales fantásticos: Los crímenes de Grindelwald’ es una cinta bastante decepcionante porque toma numerosas decisiones equivocadas para desarrollar y expandir lo cimentado en la anterior película. Hay demasiados personajes, mucha información mal explicada y una narrativa dispersa que hiere de muerte las aspiraciones de una trama principal potente si fuera expuesta de la forma adecuada. Cuanto más hablo de la película más errores le encuentro, y me exaspera observar un potencial mal explotado. Veremos qué ocurre en la tercera entrega, pero la saga necesita un giro de timón, porque aunque su tono me gusta y el trabajo de David Yates sigue siendo acertado, un guion de esta índole no está listo para ser filmado.