
Ya está en marcha el Festival de Cine de Gijón 2018, que arrancó el pasado viernes con una gala inaugural presentada por el actor Santi Alverú (‘Selfie’) y la periodista Arantxa Nieto, en la que se entregó el Premio Nacho Martínez al veterano actor Juan Diego y el Premio de Honor del certamen a los documentalistas Tizza Covi y Rainer Frimmel.
Con un visible éxito de público y sin percances organizativos, el primer fin de semana del festival asturiano ha proyectado ya hasta seis títulos de su sección oficial, obras que se enmarcan en géneros muy diversos, desde el relato de época del griego Yorgos Lanthimos, hasta la road movie balcánica del serbio Ognjen Glavonic. Os mostramos a continuación nuestras impresiones acerca de cada uno de ellos.
La Favorita (Reino Unido). Dir. Yorgos Lanthimos
El griego Yorgos Lanthimos recibió el Gran Premio del Jurado en el reciente Festival de Venecia gracias a esta incursión en el cine de época, en la que se muestra más interesado en describir los mecanismos de la lucha de poder que en un retratar de manera fidedigna un periodo histórico concreto. Lo evidencia Lanthimos con el inserto de danzas claramente anacrónicas, con el particular uso de la música -que mezcla a los clásicos con Elton John- y sobre todo en lo contemporáneo de sus diálogos, plagados de vulgarismos actuales y declamados a un atropellado ritmo de screwballcomedy.

El guion de Deborah Davis y Tony McNamara se muestra especialmente atento a pervertir los roles clásicos de género, dejando a un lado la lucha por la visibilidad social de la mujer, habitual en cierto cine (y literatura) de época, para presentar a su trío de mujeres protagonistas en una compleja batalla -en ocasiones incluso física- por aferrarse al escalafón de poder más alto que puedan alcanzar. Rachel Weisz y Emma Stone brillan interpretando a dos cortesanas enfrentadas por ser la favorita de una atípica reina interpretada por Olivia Colman con deliciosa vulgaridad.
The Load (Serbia). Dir. Ognjen Glavonic
El director Ognjen Galvonic nos lleva de vuelta al avispero balcánico a finales de los 90, en plena acción de la OTAN durante el conflicto de Kosovo. Su revisitación de uno de los periodos más oscuros de la Europa reciente se produce en forma de road movie, siguiendo los pasos de un hierático transportista que traslada a través de Serbia una mercancía que desconoce, en una clara analogía sobre la carga que arrastran hasta nuestros días los supervivientes de una cruenta guerra cuyas heridas siguen supurando.
La película, generosa en silencios lacónicos y de ritmo pausado, muestra un desolador paisaje humano alrededor de su protagonista, pero lo hace de manera sutil y con un uso inteligente del fuera de campo. Son los pequeños detalles de su narración, y no los aspectos superficiales de su guion, los que reflejan el drama, como esos niños que deambulan desenfocados por el fondo de algunos planos secuencia. Galvonic compone una obra que evita la explicitud sin restar un ápice de impacto al drama humano que retrata.

Zaniki (España). Dir. Gabriel Velázquez
Si bien el pasado es a menudo una pesada carga, el mantenimiento de la tradición y la memoria cultural puede convertirse en una buena herramienta para la formación moral de las nuevas generaciones. Al menos es lo que nos vende, con gran convicción, la magnífica ‘Zaniki‘, obra de ficción con base documental y actores no profesionales, que cuenta la relación de un abuelo y un nieto que se alían para mantener el legado de la música folklorica.
Rodada en preciosos parajes rurales de la provincia de Salamanca, la película de Velázquez reivindica la cultura tradicional a través de una historia mínima, pero cargada de emociones y mensaje. Su sentido alegato de una educación (familiar e institucional) que mantenga el arraigo a la tierra y al legado emocional a los mayores, convence por su sencillez y es, en los tiempos que corren, una expresión tan revolucionaria que se antoja imprescindible.
La prière (Francia). Dir. Cédric Kahn
También arrastran un pasado tormentoso los jóvenes protagonistas de ‘La priére‘, ultima película de Cédric Khan (‘Roberto Succo’), internados en un centro católico para tratar de superar sus adicciones a través de la oración, el trabajo comunitario y la vida contemplativa. Al contrario de lo que su inicio sugiere, la película no opta por un desarrollo escabroso, ni carga las tintas sobre el intrusismo de las instituciones religiosas para ejercer de sustitutas de la Psicología y la Medicina.
Huyendo por tanto de lo que resulta obvio, la película prefiere centrarse en la compleja reinvención identitaria del adolescente protagonista, que enfrenta sus pulsiones primarias a la disciplina impuesta por los responsables del centro, que no siempre logran aplacar los impulsos autodestructivos de los internos. Destaca el buen trabajo de su protagonista, Anthony Bajon, ganador del premio de interpretación masculina en la ultima Berlinale.
Madeline’s Madeline (USA). Dir. Josephine Decker
Y también gira sobre la reconstrucción identitaria de una adolescente torturada (en este caso con trastornos mentales) la estadounidense ‘Madeline’s Madeline‘, película que se asoma al experimentalismo en el uso del sonido y el montaje para retratar el tortuoso estado emocional de su joven protagonista, interpretada por una extraordinaria Molly Parker, que acaba de ser nominada a los Independent Spirit Awards.
La película utiliza las clases de teatro a las que el personaje central acude, como expresión de sus miedos y angustias. Algo, que su profesora explota hasta puntos de dudosa moralidad, lo que permite a Josephine Decker disertar sobre los limites de la creación artística. Sin embargo, el principal propósito del filme es encaminar a su protagonista hacia un reinvención de si misma, ajena al pretendido dominio de una madre castradora y una maestra oportunista. Cuesta entrar en su complicada narración, pero su discurso es finalmente coherente y estimulante.
Support the Girls (USA). Dir. Andrew Bujalski
Más convencional, pero no exenta de interés, resulta la ultima película de Andrew Bujalski, director de títulos mumblecore de culto como ‘Computer Chess‘ o ‘Mutual Appretiation’. En esta ocasión, el cineasta sigue los pasos de un grupo de trabajadoras de un restaurante de comida rápida al estilo Hooters, obligadas a lucir palmito y comportarse como auténticas taradas para satisfacer los instintos primarios de su clientela masculina.

El guion centra su atención en la encargada del local, interpretada por una magnifica Regina Hall, que ejercerá de protectora de sus empleadas más allá del puesto de trabajo. Hay un pertinente discurso de reivindicación feminista, no siempre sutil, pero realmente válido. No obstante, se echa de menos una mayor profundización en los pequeños dramas cotidianos de sus personajes, que dado el reducido metraje del filme, quedan reducidos a meros esbozos. En todo caso, es una obra indudablemente simpática y muy entretenida que además compite en la sección oficial del Festival de Cine de Gijón 2018.