
Vuelve la danza macabra. Vuelven las brujas que marcan el tempo de la música. ‘Suspiria’ regresa para satanizar nuestras almas y hacernos bailar hasta el fin. Luca Guadagnino recoge el testigo de los personajes creados por Dario Argento a finales de los 70 y nos descubre una historia rejuvenecida.
Para aquellos fans de la obra del mítico director italiano, la historia les será familiar: una joven estadounidense llamada Susie Bannion viaja a Berlín para cursar sus estudios de danza en una de las escuelas más prestigiosas del mundo, dirigida por la profesora Madame Blanc. El mismo día que ingresa en la escuela, una de las alumnas recientemente expulsada es asesinada. Un punto de partida que servirá para revelar los terribles secretos que esconden las paredes de aquel lugar tan creepy. Guadagnino consigue representar una ‘Suspiria’ estimulante que busca enmudecer a la sala.
El clásico giallo de Argento se transforma en un thriller de terror en siete actos. Una obra en la que la belleza sangrienta y el lirismo de las imágenes lo envuelven todo. Porque a mitad del filme te das cuenta que le has dado la mano al director, el cual te ha arrojado sobre esa habitación de espejos, dispuesto a mimetizarte con la bailarina protagonista para destrozarte en cada salto y giro, en cada contorsión violenta. Correcto, ‘Suspiria’ es una de las experiencias más incomodas y estimulantes del año con el permiso de ‘Mandy’ de Cosmatos y el ‘Climax’ de Gaspar Noé.
La brutalidad que caracteriza al proyecto se sustenta en unas interpretaciones femeninas magistrales: Tilda Swinton se reinvidica como una actriz total y camaleónica a la que acompañan Dakota Johnson, Chloë Grace Moretz y Mia Goth, tres de las jóvenes actrices del momento. Juntas todas en este aquelarre de dos horas y media lleno de locura. Aquí es donde la ‘Suspiria’ de Guadagnino se vuelve más irregular sobreexplicando la historia planteada y abarcando en exceso para desgracia del espectador. A medida que se acerca el final, corremos el grave riesgo de enredarte en subtramas que el italiano va trazando a lo largo del metraje. Un exceso que se cobra en su mitad final, algo pretenciosa y barroca de casi todo.
Eso sí, a pesar del papelón que tenía desde que se supo que dirigiría el proyecto, Guadagnino no busca imitar a la ‘Suspiria’ de Argento en ningún momento. Se vale de su talento y su mirada personal ya vista ‘Call me by your name’ para reconstruir la historia armonizada por el ritmo de la banda sonora de Thom Yorke y complementada con una nueva visión a través del guion de Dave Kajganich y fotografía de Sayombhu Mukdeeprom.
Porque tal vez no sea una obra cumbre para el género ni tan redonda como el propio realizador hubiese imaginado, pero si es una gran historia de empoderamiento contada a través de las vivencias y los traumas de sus personajes. Un festival de delirio, culpa y catarsis final. Nuestro querido terror giallo da paso a un thriller psicológico de primer nivel. La ‘Suspiria’ de Guadagnino juega todo el tiempo a dejarte sin respiración, al borde la asfixia.