
‘Silvio (y los otros)‘ es el título con el que se estrenará en España el polémico trabajo del talentoso Paolo Sorrentino, que vuelve otra vez a dirigir al camaleónico actor Toni Servillo, esta vez en una sátira sobre Silvio Berlusconi. La primera cuestión que debemos tener en cuenta es que la película también habla de ese grupo de empresarios y políticos -los Loro (ellos) del título- que rodearon al magnate y político italiano entre los años 2006 y 2009. La versión original estrenada en Italia se ha titulado obviamente ‘Loro‘ y consta de dos películas. Sin embargo, para su distribución internacional se ha decidido que haya solo un filme de 150 minutos, lo que ha reducido su duración original en casi una hora. Y menos mal, porque a pesar del buen trabajo que hemos visto nos sobra algo de metraje en esta versión.
Como es conocido, Paolo Sorrentino se esmera siempre en sacarle brillo a sus películas a base de exceso y esta vez no iba a ser menos. El cineasta italiano, que nos sorprendiera en 2013 con ‘La gran belleza‘, se maneja con una escritura igual de intensa que la de sus anteriores películas, lo que puede provocar nuevamente la atracción de sus devotos y cierta repulsión de los escépticos respecto a su cine. Sorrentino no renuncia ni a la teatralidad del trabajo con los actores, ni a la dimensión videoclipera de algunas de sus escenas, ni a cierta búsqueda de la ironía en el hábitat del político milanés. «Todo verdadero, todo falso», se nos advierte ya al comienzo de la película.
‘Silvio (y los otros)‘ es una interesante película por su capacidad para dar forma con una exuberancia estética al personaje y al mundo que lo rodea. El actor Toni Servillo logra otra interpretación memorable estando a la altura de lo excesivo del personaje al que representa. Se convierte en el perfecto Il Cavaliere. Resulta fascinante como la película puede ser a la vez crítica, banal y delirante. Un retrato profundamente decadente que nos muestra la corrupción y la amoralidad de algunos y también de «los otros» que aspiraban a ser Berlusconi. Toda una cultura de lo superficial, un reflejo en cierto modo de una sociedad como la italiana. La sacralización de la vulgaridad y la horterada, espejo en el que muchos sin quererlo se encontrarán.
Sorrentino nos sumerge a través de sus metáforas en una sensación de extrañeza. Basta ver la escena inicial con la oveja para darnos cuenta de la intención del realizador y de su búsqueda de trascender como mero drama biográfico. En definitiva, da que pensar esta película. Quizá se trate de un divertimento caprichoso y haya ido demasiado lejos, pero seguramente es ahí donde el director italiano es consecuente con su cine. ¿Por qué no hiperbolizar la parodia para descubrir la oscura trastienda que se oculta tras el poder político y económico? Ya lo hizo de manera magistral con el ‘Il divo‘ en 2008 poniendo contra las cuerdas a Giulio Andreotti. Bienvenido sea esa «tierna mirada a la debilidad de un hombre viejo».