
La dominicana Natalia Cabral y el español Oriol Estrada debutaron con la película documental ‘Tú y Yo‘, que ganó varios premios en festivales como el de La Habana, Márgenes y Austin. Su segundo documental, ‘El Sitio de los Sitios’ tuvo su estreno en España en el Festival de Cine de Málaga. Con ‘Miriam miente‘, que ganó el Colón de Oro en la pasada edición del Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, debutan en la ficción.
‘Miriam miente‘ trata la discriminación y el clasismo en República Dominicana desde los ojos de una niña de 14 años. Quizás por esta razón , en un primer momento, podemos pensar en la película como algo ingenuo. Sin embargo, a medida que avanza el relato, y gracias a la delicadeza con la que todo está contado, nos damos cuenta de que ‘Miriam miente’ es un comentario social duro y bastante crudo.
Lo mejor de la película de la dupla Natalia Cabral y Oriol Estrada es esa sensación de verdad, de vida cotidiana que consiguen. También, sin duda alguna, la mirada de la protagonista, interpretada de manera magnífica por Dulce Rodríguez. Una mirada con un mundo interior muy poderoso que sostiene a una protagonista a la que, de otra manera, sería difícil entender, puesto que no expone mucho lo que le sucede, y todo nos viene a partir de lo que le va rodeando, y de pequeños detalles que ella nos deja. De esta apuesta tan clara surgen también las principales dudas en torno a la película, en ocasiones algo plana debido a que todo sea tan contenido.
Pero, sin duda, ‘Miriam miente’ es una película pensada y resuelta con delicadeza que se disfruta porque consigue mostrar la crudeza de la situación sin tener que sobre exponer nada, y con una sencillez que apabulla. Mención especial para su desolador final, de nuevo muy contenido, y magníficamente rodado, fotografiado e interpretado.
En una entrevista con Macguffin007, los directores Natalia Cabral y Oriol Estrada nos han contado detalles acerca de su último trabajo.
Entrevista a los directores de Miriam miente
• ‘Miriam miente’ surge de una historia personal de Natalia, ¿qué os llevó a decidir que ahí había una película que contar?
Natalia: yo le conté la historia a Oriol, y a él le pareció interesante porque me conocía y no se podía creer que me hubiese pasado todo eso, que alguien como yo hubiese podido hacer eso.
Oriol: me acuerdo de los primeros viajes que hice a República Dominicana con Natalia, y siempre hablábamos de la desigualdad, del clasismo, racismo, es decir, toda esa herencia del colonialismo, y en eso siempre hemos compartido ese punto de vista, muy crítico. Entonces el día que Natalia me cuenta esa anécdota me parece brutal, en el sentido de que alguien que tiene ese punto de vista actúe de esa manera discriminatoria que ella misma cuestiona. Me pareció muy interesante para hablar del conflicto interno en la discriminación social y racial cuando una cultura te influye tanto que, aunque tú lo cuestiones, acabas en cierta manera imitándolo. A nosotros siempre nos han gustado las películas de conflicto interno, donde aparentemente no pasa nada, pero algo por dentro está pasando y es muy fuerte, y nos pareció una historia en ese aspecto muy potente.
• De hecho, en vuestra filmografía vemos un tema recurrente: los conflictos de clase o de raza, algo que ya aparecía en vuestras películas documentales anteriores. ¿Habéis encontrado diferencias con respecto a vuestros trabajos anteriores al abordarlo en esta ocasión desde el punto de vista de la ficción?
Oriol: cuando tú haces un documental básicamente tienes que ser un buen observador y, muchas veces, en nuestros documentales no teníamos una idea previa o una narrativa clara de qué va a tratar el documental. Vemos algo que nos interesa, comenzamos a filmar y después le buscamos la forma y sale. En el caso de ‘Miriam miente’ empezamos a escribir a partir de los recuerdos de Natalia y poco a poco lo fuimos armando. En ficción es un poco el camino inverso. Tienes que tener un guion bien construido y luego hacer la película. En este caso lo que nos ayudó mucho fue conocer a Dulce Rodríguez, la actriz que interpreta a Miriam, ella en cuanto la conocimos nos empezó a hablar de racismo, de discriminación y de todas estas contradicciones, parecía Miriam hablando. Y entonces, automáticamente, le pasamos el guion de la película, lo leyó y nos dijo que ella era Miriam. Y ella empezó a contarnos anécdotas de su día a día y nos dimos cuenta de que era Miriam 2.0. Yo tenía la sensación de «ahora entiendo mejor a Miriam hablando con Dulce». Y eso nos ayudó a crear nuevo material en rodaje porque hubo mucha improvisación y fue a través de las niñas. Ellas se sentían muy cómodas, se sentían los personajes. Por ejemplo, cuando empiezan a tocarle el pelo afro a Miriam, eso no estaba en el guion y lo hacían de una manera natural. Por eso creo que, de alguna manera, hay algo documental, hay algo de la realidad que se impregna en la película.
«Luchamos mucho porque los adultos, que sí son actores profesionales, se olvidaran de las palabras, se dejaran llevar más por la emoción y por el momento». Natalia Cabral
• Sí, la película tiene algo de aroma a vida cotidiana. ¿Creéis que vuestra experiencia en el género documental ha favorecido precisamente eso?
Oriol: totalmente. Una cosa que nos gusta mucho es empezar a filmar y que lo que suceda delante de la cámara nos sorprenda. A nosotros nos cuesta mucho cortar porque no sabes en qué momento va a pasar algo. En esta película hacíamos tomas de veintipico minutos incluso. Buscábamos que sucediese algo único delante de cámara y que seguramente no se iba a repetir, de hecho muchas veces eran tomas únicas. Y ha sido mezclar eso con escenas más de guion, como el final de la película.
Natalia: el corazón de la película que es Dulce, la niña que interpreta a Miriam, es muy documental porque ella se parece mucho al personaje, así que nosotros dejamos que improvisara, y ese estilo de improvisación tratamos de usarlo también con los adultos. Y luchamos mucho porque los adultos, que sí son actores profesionales, se olvidaran de las palabras, se dejaran llevar más por la emoción y por el momento.

• Una de las cosas que llama la atención de la película para bien es la dirección de actores, la capacidad que demostráis para manejaros muy bien mezclando actores profesionales con actores no profesionales.
Oriol: nosotros sabíamos que no íbamos a tener mucho tiempo para el rodaje, que íbamos a tener tres semanas y media, y lo que hicimos fue empezar a trabajar con los actores y con las actrices, con las niñas, un año antes. Empezamos con ellas, jugábamos mucho, que ellas se conocieran y poco a poco fuimos introduciendo a la mamá de Miriam y a los otros adultos. Ya les introducíamos en una dinámica de juego-actuación que habíamos creado, y entonces los adultos iban entrando en ese mundo. Y en ese sentido el rodaje luego era sencillo, puesto que era reproducir un poco lo que ya se había dado, esa relación. Era como recrear conversaciones que ya habían tenido de una manera automática, no de guión, ellos no pensaban en el guion. Y yo creo que eso ayudó a los adultos a salirse un poco de su manera clásica de trabajar.
• En cuanto a los personajes, destaca a mi modo de ver en la película que, a pesar del duro tema que estáis tratando, en ningún momento caéis en señalar a ninguno de ellos como el malo de la película. Conseguís que todos tengan matices.
Oriol: creo que es un poco la meta cuando quieres hacer buenas películas y es lo más difícil porque es muy difícil conseguir ese equilibro. Creo que lo interesante del cine es cuando los personajes te dejan con más incógnitas. Cuando tienes una idea, parece eso, pero después me parece lo contrario; al final como la vida misma. De hecho, en ese trabajo de matices con los personajes, uno de los más difíciles era la madre de Miriam, porque su actitud y su manera de ser son cuestionables. Pero al final lo que tratamos de hacer en la película es reflejar que ella misma también fue víctima de esa discriminación, con la historia del padre de Miriam y su abuelo.
• ¿Conseguir este matiz en los personajes es algo que trabajasteis desde el principio en el guion?
Natalia: es una idea que teníamos desde el principio, y que luego rodando y en montaje la teníamos también siempre muy presente. Al final hacer una película es luchar por una idea que tuviste hace cinco años atrás y pelear para que sobreviva a todas las etapas del proceso, y conseguir que quede lo máximo posible de esa idea cuando lo veas en pantalla grande.
«En República Dominica el tema del racismo es un tema complejo, que la gente prefiere no hablar, o mejor decir que eso no pasa, que no sucede». Natalia Cabral
• ¿Qué se os pasa por la cabeza al ver el magnífico recorrido que ha tenido la película por festivales importantes?
Natalia: es una satisfacción que, a nivel de festivales, la película tenga esa aceptación y ese recorrido. Aunque siempre me queda la espina de que no se vea más en mi país. Pero aquí (en República Dominicana) es difícil que recibamos más atención. Nos gustaría que llegase más a la gente. Pero sí, yo siempre me quedo con esa espina de que llegara más aquí en Dominicana.
• Hemos leído que la película ha recibido alguna crítica negativa allí.
Natalia: sí, porque aquí el racismo es un tema tabú. Cada cultura, cada país tiene sus temas tabúes, que la gente prefiere no comentar porque son temas conflictivos o que abren viejas heridas. Y aquí el tema del racismo es un tema complejo, que la gente prefiere no hablar, o mejor decir que eso no pasa, que no sucede. Entonces es algo que la gente prefiere no hablar, pero luego si vives aquí en muchos aspectos de la vida cotidiana lo ves.
• Entiendo, entonces, que queréis seguir haciendo cine de denuncia social porque todavía hay camino por recorrer. No sé si ya tenéis algún nuevo proyecto entre manos.
Natalia: pues fíjate que ahora que hemos hecho tres películas tenemos muchas ganas de hablar de cine, y de cómo se trabaja en el cine, y de cómo vivimos el cine y de las cosas que nos gustan y no nos gustan de nuestra industria. Así que creo que los proyectos que estamos ideando van a rondar por ahí.