
‘An Elephant Sitting Still‘ es la ópera prima y póstuma de Hu Bo, cineasta chino que se suicidó poco después de terminar el filme cuando contaba con 29 años de edad. La película ha sido descrita como un retrato demoledor sobre la juventud y la sociedad china contemporáneas.
La acción nos sitúa al norte de China, en una enorme ciudad posindustrial que está sumida en una niebla perpetua que atrapa a sus habitantes. Una mañana, un simple altercado entre dos adolescentes de un instituto va a forjar el destino de cuatro individuos, víctimas del egoísmo familiar y de la violencia social. Lo único que comparten es la misma obsesión recurrente: huir hacia la ciudad de Manzhouli, donde según dicen, un elefante de circo permanece sentado durante horas, inmóvil, impasible, ajeno a los problemas del mundo.
«En nuestra época, cada vez resulta más difícil tener fe, aunque sea en la cosa más ínfima, y la frustración que de ello resulta se ha convertido en la característica de nuestras sociedades. El filme transforma unas vidas atrapadas en la rutina cotidiana en mitos individuales. Al final, cada cual deberá hacer el duelo de aquello que más aprecia». Hu Bo
An Elephant Sitting Still, una trayectoria meteórica
Desde su presentación en la Berlinale 2018, donde ganó el premio Fipresci y la mención a la mejor ópera prima del festival, ‘An Elephant Sitting Still‘ no ha parado de cosechar galardones y deslumbrar a espectadores de todo el mundo. No en vano, ha conseguido los premios del público en festivales como Melbourne, New Horizon o Hong Kong. También ha sido galardonada en los Golden Horse Awards (los Oscar chinos) con los premios a la mejor película y al mejor guión adaptado. La premiere española tuvo lugar en el pasado Festival de San Sebastián, donde compitió en la sección Zabaltegui-Tabakalera. Recientemente, la película fue presentada en el Festival de cine de las Palmas de Gran Canaria.

El propio Wang Bing, uno de los cineastas chinos más importantes de la actualidad, definió ‘An Elephant Sitting Still’ como un “un meteoro que ha atravesado la noche del cine”. Y no es para menos: la primera y única película de Hu Bo es un excitante y magnético relato con tintes baudelairianos, enmarcado en una brumosa y siniestra ciudad donde la violencia y la opresión del sistema es moneda corriente y los personajes ansían huir para seguir adelante con sus vidas.
El elefante de Manzhouli
Compuesta por encuadres cerrados y por decenas de virtuosos planos secuencia, filmados cámara en mano y bañados en la música hechizante de Hua Lun, la película demuestra la furia creativa de su joven director. Estos largos planos de una sola toma, reminiscentes de las ‘Armonías de Werckmeister‘ de Béla Tarr, acompañan durante 24 horas a cuatro personajes erráticos, con dificultades para encontrar su lugar en el mundo. El destino de cuatro vidas cruzadas, solitarias y desesperadas, acaba convergiendo contra todo pronóstico en un viaje hacia delante, donde solo una fábula y el anhelo de algo mejor, aunque desconocido, insufla un poco de esperanza. En palabras de su director Hu Bo: “El filme transforma unas vidas atrapadas en la rutina cotidiana en mitos individuales. Al final, cada cual deberá hacer el duelo de aquello que más aprecia.”
El elefante de Manzhouli, sentado sobre sus patas traseras, reflexivo, impasible, planea a lo largo de la película como un jeroglífico, como un enigma complejo, como la propia existencia: quien sea capaz de encontrar a este animal de leyenda, tal vez sepa resolver también el misterio de la vida.
La película se erige en consecuencia como un imponente manifiesto fílmico sobre la existencia y la melancolía; rica en matices como una gran novela naturalista, colosal y apasionante, casi dostoïevskiana: un retrato del ser humano, de sus ambiciones, derrotas y anhelos en cada uno de sus 234 minutos de duración.
Una pérdida irreparable
Nacido en 1988 en China, en la ciudad de Shandong, Hu Bo se forma como realizador en la Universidad de Cine de Pekín en 2014. Su cortometraje, ‘Distant Father’, consigue en 2014 el premio al mejor director en el Golden Koala Chinese Film Festival, y ‘Night Runner’ es nominado al premio de mejor cortometraje en el Golden Horse Film Festival de Taipei el mismo año.

En octubre 2017, Hu Bo decide poner fin a su vida. El director, que contaba entonces apenas 29 años, se suicida al poco de haber terminado la posproducción de ‘An Elephant Sitting Still‘. Los rumores achacan esta trágica decisión a los problemas con el montaje final de la película, que los productores estimaban demasiado larga e imposible de estrenar (la película dura 234 minutos). No obstante, sería peligroso confundir el destino trágico de su director con el de la película: Hu Bo deja tras de sí una película colosal y una encomiable obra narrativa, Huge Crack y Bullfrog, ambas editadas en 2017.
Con un guión basado en un cuento corto escrito por él mismo, y ejerciendo un control total de la dirección, el montaje y la supervisión de la posproducción, es inevitable definir ‘An Elephant Sitting Still’ como el testamento fílmico de su cineasta en vez de como su opera prima. Las largas secuencias de diálogos, la estructura narrativa de cada una de las escenas, la complejidad de un relato epopéyico sobre la sociedad china actual, todo ello demuestra el extraordinario talento para la dirección de Hu Bo, un cineasta mayúsculo dotado de una madurez fílmica impropia de su edad.
Como diría el gran cineasta húngaro Béla Tarr, mentor y profesor de Hu Bo: “Era alguien muy digno. Su mirada revelaba una fuerte personalidad poco común. Tenía una verdadera visión del mundo. En el trabajo, era una persona muy reflexiva y amable. Escuchaba a todos y prestaba suma atención a los detalles. Era un hombre impaciente, con una perpetua urgencia. Tal vez sabía que le quedaba poco tiempo… Hacía lo posible por conseguir lo que querían sin tener que esperar. No aceptaba el mundo, y el mundo no lo aceptaba a él. Hemos perdido a un cineasta de gran talento, pero su película permanecerá con nosotros para siempre.”