
El cine clásico de terror y en blanco y negro no se podría entender sin ‘La mujer pantera‘ (1942) de Jacques Tourneur. Una de las películas de género más aclamadas e imitadas de todos los tiempos que cuenta la historia de una joven figurinista de origen serbio, Irena (Simone Simon), que conoce al ingeniero naval Oliver (Kent Smith) mientras está dibujando en el zoológico de Central Park en Nueva York a una increíble pantera negra. Ambos simpatizan rápidamente, y Oliver descubre en casa de la joven una curiosa estatuilla que representa al rey Juan de los serbios atravesando con su espada a una pantera.
Irena le confiesa que está obsesionada con una antigua maldición de su país, según la cual ella desciende de una raza de mujeres felinas que se metamorfosean en panteras cuando pierden su virginidad. Al cabo de un tiempo, ambos contraen matrimonio, y, durante la celebración, una bella y enigmática dama con cara de gato la saluda en su idioma como su «hermana». Esa misma noche Irena le pide a Oliver que sea paciente con ella y que espere a más adelante para poseerla. Oliver es comprensivo y tolerante, pero la situación va agravándose cada vez más, lo que hace que este le proponga a su esposa que visite a Judd, un psicoanalista de prestigio.
«Lo que hay en mí está dentro y es inofensivo cuando soy feliz». Simone Simon en La mujer pantera.
Al mismo tiempo, una serie de malentendidos y coincidencias hacen creer a Irena que su marido tiene una relación extra conyugal con Alice, una compañera de trabajo. Su obsesión hace que Oliver le pida el divorcio, mientras que el psicoanalista, por su parte, intenta seducirla, provocando una tragedia inesperada…
La fascinación onírica de La mujer pantera
Los sutiles límites entre ensueño y realidad, entre los fantasmas de la mente y las fantasías de los sentidos, han sabido encontrar sus mejores posibilidades cinematográficas en las actualmente valoradas películas de «Serie B«. La pobreza de recursos, una producción de bajo presupuesto, y el escaso estrellato de sus actores, fueron inclinando la balanza, en los años cuarenta y cincuenta (antes del auge del color y de las grandes producciones avaladas por la técnica), hacia una serie de títulos que se convirtieron muy pronto en películas de culto.
Adoradas por sus fanáticos seguidores y despreciadas por la critica corta de miras y oficialista de la época, sus cualidades ocultas se han visto justamente valoradas con el paso del tiempo. Dentro del género, ‘La mujer pantera‘ destaca sobre otras no menos importantes en sus aciertos narrativos. Con su raro y malsano clima onírico, con sus claroscuros, su renovación de los mitos centroeuropeos y su terror soterrado que rehuye a la sangre y a los efectos macabros.
El inesperado éxito de taquilla de ‘La mujer pantera’ salvó las finanzas de una de las grandes productoras de Hollywood, la RKO, lanzó a Val Lewton a la carrera de productor prestigioso de títulos menores y supuso el primer éxito norteamericano de la actriz francesa Simone Simon, tan felina y sensual como su personaje. Además, puso de moda en los estudios el cine de terror iniciado por la Universal, y dio pie al cineasta francés Jacques Tourneur ((1904-1977) para empezar una genial trilogía que se completaría con ‘Yo anduve con un zombie‘ y ‘El hombre leopardo’ (ambas de 1943).
La película conoció dos secuelas, ‘El regreso de la mujer pantera’ (1944) dirigida por Robert Wise, y ‘El beso de la pantera’ (1982), un pretencioso remake dirigido por Paul Schrader que acentuaba el cariz sexual y mítico de la historia original. En ninguno de los dos casos se alcanzaron las cotas de lirismo y brillantez de la película de 1942.