
La línea que separa amor y odio entre dos personas puede ser sumamente delgada o, al menos, eso es lo que parecen irradiar los fotogramas de ‘Los informes de Sarah y Saleem’, donde se nos relata el declive de la aventura amorosa entre una mujer israelí y un hombre palestino a razón de un escollo surgido en territorio prohibido para la chica.
Es a partir de ese momento que la situación entre ambos y para con sus familias será un descenso implacable, debido a que las fuerzas de inteligencia de ambos territorios intentarán entrometerse sobremanera en la situación. En consecuencia, lo amoroso se mezcla con lo político y lo religioso y, en fin, es entonces cuando ya no hay marcha atrás, donde la cámara de Muayad Alayan hace gala de una inquietud que permea la cinta de principio a fin, como si la situación nunca pudiese volver a ser estable otra vez.

Y la película se erige, así, en un retrato de la venganza, donde nadie quiere perder su posición y no pensará dos veces en destruir al otro antes que a sí mismo, donde todo ha pasado a estar inundado en un magma de mentiras y extorsiones. Ya no hace falta pertenecer a una cultura diferente y sufrir consecuencias por ello –y lo menciono porque los hermanos Alayan deciden ubicar su filme en el conflicto israelí-palestino– sino que, en ocasiones, los mayores peligros se encuentran en las personas que nos rodean.
‘Los informes sobre Sarah y Saleem’ podría ser, a fin de cuentas, la historia de dos personas que, al final, intentan destruirse el uno al otro primeramente mediante palabras y, ulteriormente, acciones mediante. Pero, la mayor de las veces, uno no puede evitar arrastrar consigo a la gente que le rodea –en este caso, a sus respectivas parejas–, convirtiendo lo que al comienzo fue una simple aventura en una lucha por sobrevivir.