
Todos hemos engañado a nuestros padres en alguna ocasión. Las causas suelen ser el miedo, la ignorancia o el egoísmo, pero a veces ─pocas veces─ la raíz de nuestras pantomimas ha estado en el deseo de intentar protegerlos. Esta es la historia de Théo, un niño que ya no es tan niño, y de una gran mentira llena de buenas intenciones. ‘Una pequeña mentira’, cuyo título original lleva el apodo de Théo, ‘Fourmi’ ─’hormiguita’─ es una adaptación del cómic de Artur Laperla y Mario Torrecillas, Dream Team. Se trata de la segunda película del director Julien Rappeneau, un relato sencillo donde unos personajes singulares tejen la enredada trama, con un ritmo clásico pero no por ello aburrido.
Théo, de trece años, es un jugador de fútbol excepcional a pesar de su corta edad. Tiene éxito, buenos amigos y un padre un tanto especial. Laurent, divorciado de la madre de Théo, es el tradicional bala perdida; sin trabajo, sin casa propia y bastante dado a la bebida. Cuando averigua que un ojeador del Arsenal de Reino Unido acudirá a uno de los partidos de su hijo, su vida parece llenarse de esperanza de nuevo y promete ir con Théo a Reino Unido si le fichan, además de mejorar su calidad de vida en general. Théo nunca ha visto a su padre tan ilusionado y enérgico. Por ello, cuando el ojeador comunica a Théo que no pueden contar con él debido a su baja estatura, Théo decide mentir a su padre y, por lo tanto, a todo el pueblo.

Protagonizada por el veterano François Damiens ─conocido por ‘La delicadeza’ y ‘Los seductores’─ y por el joven Maleaume Paquin ─’Rémi: una vida extraordinaria’─, esta producción llega de la mano de The Film, que ha apostado por una historia cómica, familiar y cercana. Uno de los puntos fuertes de la película es precisamente la riqueza de los personajes secundarios, interpretados por Ludivine Sagnier, André Dussollier, Laetitia Dosch, François Girard, Sébastien Chassagne y Pierre Gommé, entre otros. Una asistente social desastrosa pero con buen corazón, un ayudante de entrenador cuya verdadera pasión es la repostería o un niño hacker con agorafobia son algunos de los personajes que aportan color y variedad a la trama. Rappeneau ya lograba todo esto con su ópera prima, ‘Rosalie Blum’ (2015), una historia dulce llena de personajes llamativos e ingeniosos que fue nominada a la categoría de Mejor Ópera Prima en los Premios César.
Con la fotografía cálida y cuidada de Pierre Cottereau, un reparto dinámico y una historia impregnada de inocencia y ternura, ‘Una pequeña mentira’ es una pieza que si bien carece de grandes aspiraciones estéticas o argumentales se debe únicamente a unos objetivos claros desde la producción y la dirección; crear una comedia para todos los públicos, familiar y cercana. No es difícil sentirse identificado con Théo o con su padre; este relato con moraleja resulta entrañable y acogedor, siempre y cuando el espectador sea capaz de apreciar la película dentro de su género y de la sencillez de la producción.