
Superada ya la primera mitad del festival, la agenda del Festival de Sitges 2019 presentó ‘Bacurau‘, película brasileña dirigida por Juliano Dornelles y Kleber Mendoça Filho que se hizo con el Premio del Jurado en la última edición del Festival de Cannes. Sin lugar a dudas, una de las joyas de esta edición. Aquí os dejamos algunas breves consideraciones acerca de lo que se ha podido ver (dentro del amplísimo catálogo) estos días.
The Room (Francia). Dir. Christian Volckman
Christian Volckman se erige como demiurgo de un universo vacuo en ‘The Room‘, película protagonizada por Olga Kurylenko y Kevin Janssens. Al igual que ocurría en ‘Vivarium‘, largometraje con el que comparte espacio en la sección oficial del festival, los clichés y los lugares comunes son constantes de principio a fin.

De este modo, el realizador francés nos entrega un pastiche que aúna la ciencia ficción-rompecabezas, las historias de casas encantadas (en este caso, por una tecnología indómita) y el drama familiar con tintes edípicos, aplicando al mismo tiempo unas gruesas pinceladas críticas acerca de la reproductibilidad técnica del deseo humano. Todo ello, además, rematado por unos giros de guion que no hacen más que recalcar la escasez de ideas en la propuesta de Volckman. Cuantísimo daño ha hecho el tótem de Nolan a los mind-game films.
Bacurau (Brasil). Dir. Juliano Dornelles, Kleber Mendonça Filho
Que difícil es sobrevivir a la vorágine de violencia que actualmente devora el mapa y el territorio brasileño. Y sin embargo, con que belleza lo filman Juliano Dornelles y Kleber Mendoça Filho en ‘Bacurau‘, un inusual y fabulístico western acerca de una comunidad rural en las postrimerías de su desaparición. Al igual que en el lejano Oeste, esa fricción entre el olvido y la memoria, la figura y el paisaje, la magia y la realidad, dotan a este pequeño pueblo de un carácter fronterizo. Eterno fundido encadenado. Transición infinita. Moradores del umbral.
No hay condescendencia ni falsa nostalgia por un tiempo pretérito en la mirada de esta pareja de cineastas. No hay protagonista que cargue sobre sus espaldas con el peso de una historia que, en el sentido clásico del término, brilla por su ausencia durante la primera parte del filme. Simplemente, un amplio catálogo de prácticas y pequeños gestos de resistencia.

Making Waves: The Art of Cinematic Sound (USA). Dir. Midge Costin
En ‘Making Waves: The Art of Cinematic Sound‘, Midge Costin se embarca en la ardua labor de reconstruir la historia del cine a través del sonido. A lo largo del metraje, sin embargo, los distintos testimonios (Walter Much, Ben Burtt, Gary Rydstrom, Pat Jackon, entre otros), recreaciones y documentos de archivo que se presentan en pantalla no hacen más que ratificar una mirada incompleta y sesgada sobre el asunto.
Costin aboga por un relato sin fracturas ni nuevas lecturas, acorde al canon. De Edison al clasicismo hollywodiense, del clasicismo hollydiense al New Hollywood, y de ahí al contexto actual en la ‘meca del cine’. Todo comienza y acaba en los Estados Unidos, más allá de los escasos paréntesis que nos trasladan al continente europeo ¿Dónde quedan el cine asiático o el latinoamericano? ¿Por qué hemos de volver una y otra vez, temerosos ante el fantasma de la historia, al ya anodino Olimpo? ‘Making Waves’ ofrece más ruido que sonido. El mismo ruido de siempre.
Oyendo águilas (España). Dir. Marco Lledó
Atendiendo a las declaraciones de Marco Lledó Escartín, ‘Oyendo Águilas‘ no pretende dar ninguna respuesta, sino generar dudas. El director de ‘The Invocation of Enver Simaku‘, trabaja con material filmado durante su larga estancia en Albania. Acompañando a unas imágenes que desaparecen antes de dejar cualquier mínimo poso en el espectador, su voz. Un hilo conductor que dota a lo proyectado de una falsa intensidad, sofocante para la escasa duración del cortometraje y que aporta vagas consideraciones acerca de las transformaciones políticas en este país. No hubo respuestas, ni dudas.
Nina Wu (Taiwán). Dir. Midi Z
El abuso y sus fantasmas. Un cuerpo maltratado que se desdobla. Midi Z recurre al drama psicológico para condenar las atrocidades que tienen, y han tenido, lugar en el seno de la industria cinematográfica. ¿Dónde se esconde los monstruos? En lujosas habitaciones de hotel. En los rincones más oscuros de un subconsciente que siempre nos devuelve a ese lugar. La pesadilla y el bucle.

En ese retorno laberíntico a los orígenes del trauma que supone ‘Nina Wu‘, Midi Z antepone la estética a la coherencia del filme. Planos que se agotan al instante, pero se alargan hasta la saciedad por medio del zoom. Luces de neón que no hacen más que recalcar lo agotado que se encuentra este recurso. En definitiva, hermosos continentes que albergan un discurso vacío y, en ocasiones, frívolo.