Los primeros dieciséis minutos de ‘Madre’ ya los hemos visto. Se trata del cortometraje que se estrenó hace más de un año, un inicio tan intenso y efectivo que continuar con su narración se convierte en una de las peripecias más arriesgadas. Pero no deja de ser un relato inacabado. Rodrigo Sorogoyen dice en una entrevista con RTVE que querían que la película fuese «un viaje hacia la luz». Así que la historia comienza después de la llamada telefónica, con Elena caminando por la playa, un estallido de luz ─la visión de Jean─ y su viaje.

«─ ¿Cuándo empezó la historia?
─ En mi opinión, con la luz, con el estallido de la luz.» Fragmento de ‘El Amor’, de Marguerite Duras.

Muchos de los espectadores que visualizamos el cortometraje esperábamos quizá un thriller, la historia de una madre que comienza la búsqueda de su hijo inmediatamente después de esa llamada telefónica. Isabel Peña y Sorogoyen son expertos en el género y ya explotaron muchas de sus interesantes posibilidades en ‘Que Dios nos perdone’ (2016) y en ‘El Reino’ (2018). ‘Madre’ podría haber sido un buen thriller, pero no lo es. Aun manteniendo en secuencias sueltas cierto ritmo o suspense, la película llega a lugares a los que el género hubiera tenido muy difícil la entrada. Simplificando mucho, se podría decir que se trata de un drama existencialista, pero ahí también nos estaríamos equivocando. Sorogoyen y Peña desecharon la idea de encaminarse hacia otro thriller y una vez vista la película es difícil de imaginar otra posibilidad para Jean, Elena y su playa.

Comenzar con un plano secuencia de dieciséis minutos rodado con gran angular no deja de ser una decisión atrevida, ya que la huella estética es potente y condiciona la película. Álex de Pablo, director de fotografía de los anteriores largometrajes de Sorogoyen, firma unas imágenes abundantes en planos largos, travellings, paneos y grandes angulares vinculando el plano secuencia del corto con el resto del filme, creando una unidad fotográfica indiscutible. Logra con ello sumergirnos en una atmósfera que refuerza lo extremo de la historia y de los personajes, siendo este sello una de las razones por las cuales el espectador debe esforzarse ─en el mejor de los sentidos─ en volver a la teleobjetiva realidad una vez finalizada la película.

La obra que inauguró el Festival de Sevilla cuenta con un casting sobresaliente ─Àlex Brendemühl, Anne Consigny, Frédéric Pierrot, Raúl Prieto, Álvaro Balas y Blanca Apilánez─ y corona a Marta Nieto como una de las mejores actrices del año. Ganadora del Premio a Mejor Actriz en el Festival de Venecia ─Sección Orizzonti─, Nieto interpreta a Elena con tal detalle y dedicación que el espectador se sentirá cautivado.

Elena habita la playa. En la filmografía de Sorogoyen y su coguionista Isabel Peña encontramos personajes enteros, trabajados e interesantes. Elena camina por la playa debido a una inercia que no se gasta nunca, no es un personaje cansado ni histérico. Elena es, principalmente, dolor y espera. Dolor por la pérdida y espera de un retorno que nunca ocurrirá. El personaje bulle emoción, ha sido dibujada e interpretada por Nieto desde la contención del dolor más intenso. Ha hecho suyos el rugido del agua y el viento en la cara, de tal forma que la película explora a una mujer que se limita a transitar. La figura del mar ha sido utilizada tradicionalmente en distintas artes ─literatura y pintura sobre todo, después en el cine─ como símbolo de lo infinito. La playa, la arena, es el lugar donde se sitúa el ser humano para contemplar aquello que le resulta imposible abarcar desde su posición. Un pirata o su tripulación pueden llegar a pensar que poseen el mar, una mentira reconfortante; Elena no posee el mar pero habita la playa.

Madre dirigida por Rodrigo Sorogoyen
Escena de «Madre» dirigida por Rodrigo Sorogoyen. Fuente: Wanda Visión

«Tras la cortina está el vacío, la nada primordial, el abismo que sube e inunda la superficie (…) tras la cortina hay imágenes que no se pueden soportar». Fragmento de ‘Lo bello y lo siniestro’, de Eugenio Trías.

Madre’ comienza con la llamada de Iván, el hijo perdido, y luego la película realiza un salto de diez años. En esos diez años se encuentra lo insoportable, el grito de Elena que permanece oculto, que quizá se haya ahogado en el agua y que la película evoca constantemente, como una niebla que lo abarca todo. Está en la interpretación de Marta Nieto y está en los espacios, en los grandes angulares de la cámara, en el restaurante, en las fiestas, en la playa ─aquí atronador pero igualmente invisible─.

Tras esos diez años, emerge Jean, el joven de dieciséis años que parece salido directamente del mar ─en las escenas de la playa y del restaurante el chico siempre permanece junto al agua─. La interpretación de Jules Porier es fresca, su personaje bebe del arquetipo que ya se explotó en ‘El Graduado’ pero no por ello deja de resultar convincente. Lejos de resultar un simple “Lolito”, Jean es un personaje con un conflicto realista y relevante que llega a tener en la película su propio espacio y expresión ─la casa, sus padres, el hermano, la exnovia─.  La polémica relación entre Jean y Elena oscila entre lo materno y lo sexual, siendo Jean salvación y peligro al mismo tiempo. Las escenas en las que están juntos se llenan de un misterio al que el espectador acude algo tenso, pero Sorogoyen lo sabe resolver con destreza en cada secuencia y al final de la película.

La protagonista trágica se encuentra en una historia que no pretende seguir el esquema de ese género, y ello es justamente lo que dota de fuerza dramática a la película. Es una madre que no tiene hijo, se trata de un personaje escapado de una tragedia griega, sumergido en el pozo más profundo desde los primeros minutos. La película investiga el pozo y somete a análisis cada piedra y cada resquicio a través de la acción, del espacio y de Jean. El arco de desarrollo de Elena es lento, tembloroso. No en vano el título es ‘Madre’ y no ‘La playa’ o ‘Elena’. A menudo las personas nos definimos a través del papel que cumplimos en el mundo y respecto a los demás. ¿Qué ocurre cuando nos despojan de nuestras funciones pero nuestra naturaleza no ha cambiado? Mujer soltera, esposa, hija, madre.

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