
Continúa el Festival de Sevilla 2019 encarando ya una recta final que a cada sesión se siente más próxima. Con algo más de irregularidad que los anteriores días, y pese a seguir contando las decepciones con apenas los dedos de una mano, aparecen varias sorpresas (o incluso por qué no decirlo: pequeñas joyas) en la programación de esta edición. Llamativo es el caso de la española y sevillana (por los cuatro costaos’, como se diría aquí por el sur) ‘Una Vez Más‘, debut en el largometraje de Guillermo Rojas, de la enérgica cinta escocesa ‘Beats’ y de la correcta ‘Tijuana Bible’. Por el lado negativo, la desilusionante ‘Little Joe’ o las simplemente soportables ‘Sinónimos’ y ‘Sobre lo infinito’.
Un festival que celebró, dentro de SEFF Industria, la quinta edición de Women In Focus, un espacio para el encuentro de de asociaciones de mujeres cineastas que impulsa nuevos proyectos audiovisuales. Por otro lado, Canal Sur entregó al director Manuel Martín Cuenca el Premio a la Trayectoria en el Festival de Sevilla 2019 en una gala celebrada en el Teatro Lope de Vega. Desde 2005, año de creación del premio, también han sido galardonados cineastas como Benito Zambrano, Josefina Molina, Alberto Rodríguez o actores como Antonio Banderas, Antonio de la Torre o Juan Diego.
Little Joe (Austria). Dir. Jessica Hausner
Presentada en la Sección Oficial del pasado Festival de Cannes, donde además Emily Beecham se alzó con el premio a Mejor Actriz, esta propuesta de fantasía firmada por Jessica Hausner nos propone de partida el invento de una planta cuyas toxinas provocan un sentimiento de felicidad y alivio en quienes la huelen.
El problema de ‘Little Joe’ no es que su planteamiento y desarrollo remitan a la ya más que popular serie ‘Black Mirror’, pareciendo por momentos un episodio de la misma alargado hasta la saciedad. El problema es que ni siquiera sería uno de los grandes episodios de la serie, sino uno de esos que no terminan de saber muy bien qué buscan y que apoyan todo su peso en la originalidad y singularidad de su propuesta, más que llamativa sobre el papel. Tampoco ayuda nada que a la hora de llevar el relato a la pantalla, la dirección remita tanto a ese estilo tan popularizado últimamente por directores como el griego Yorgos Lanthimos, al que pese a intentarlo, no le llega ni a pisar la sombra.
Una realización que aboga por los planos largos y sostenidos, desfocalizando a los protagonistas para dedicar su atención a detalles concretos que no aportan nada a la trama más que desconcierto. Y si las imágenes no consiguen por sí mismas esa tensión que buscan crear, Jessica Hausner opta por suplirlo con una banda sonora incisiva, remarcada y agotadora que termina agotando en su reiteración, del mismo modo que unas sobreexplicativas y repetitivas líneas de guion al más puro estilo del peor Christopher Nolan, agotando la paciencia de un espectador que escucha una y otra vez como le repiten en su cara lo que ya lleva viendo media película a poco que prestara atención.
Pese a todo, si ‘Little Joe’ destaca en algo es en su fotografía y en la dirección de arte, tan marcada como sencilla, insuflando vida a unos espacios de por sí casi inertes. Apoyadas por unas interpretaciones más que correctas, pero eso sí, muy alejadas de merecer un premio en Cannes frente a dos titanes como son las protagonistas de ‘Retrato de una chica en llamas‘ o incluso la Virginie Efira de ‘Sibyl’, también disfrutada en este mismo Festival de Sevilla 2019.
Una vez más (España). Dir. Guillermo Rojas
Ópera prima del sevillano Guillermo Rojas y producida por Summer Films, poco se puede decir de ‘Una Vez Más‘ que no venga tocado por la subjetividad más propia de ver representada en pantalla esa ciudad en la que llevas viviendo toda tu vida, y además de la forma más cercana y creíble de los últimos años. Con Abril, una chica sevillana emigrada a Londres en búsqueda de trabajo tras finalizar sus estudios, volviendo a Sevilla para el entierro de su abuela, se le plantea al espectador un reencuentro de apenas un día con Daniel, un exnovio con el que compartió su vida durante cinco años y al que no ve desde que se marchase a la capital inglesa.
Construida de una forma que remite directamente, y sin ningún tipo de complejo (algo que sucede más habitualmente de lo que debería en producciones de cierto carácter indie), a esa mágica trilogía del Amanecer de Richard Linklater; la cinta realiza un paseo por rincones más que conocidos por cualquier sevillano (del Puente de Triana a la ribera del Guadalquivir, pasando por Las Setas o esa Giralda siempre presente para guiar a la ciudad desde lo más alto) a la vez que coloca a sus protagonistas en un revivir constante de aquella relación perdida y de ese eterno tormento del “qué hubiera pasado si lo nuestro no hubiera terminado». Importante resulta ver como la cinta está bañada en su totalidad por ese subtexto social de una juventud española marcada por la crisis, la ausencia de oportunidades laborales y la consiguiente necesidad de emigrar como vía para no renunciar de una vez por todas a los sueños y vocaciones de adolescencia.
Lo que más sorprende en ‘Una Vez Más‘ es la confianza con que su director plantea una serie de secuencias, rodadas con una sutileza y una sencillez que les hace golpear el doble de fuerte de lo que ya se esperaría por el guion. A la mente me vienen esa conversación nocturna en pleno portal callejero, la encantadora escena del cine o la extraordinaria secuencia de la caja de recuerdos en la habitación, que si ya de por sí es magistral rompiéndote en mil pedazos, acaba virando hacia un instante de pureza aún casi adolescente con ese mágico ‘cuéntame un cuento’ mientras la cámara se aleja, regalándoles “una vez más» esa intimidad que tanto se deben a sí mismos. Qué valentía (o en sevillano, ¡qué cojones!) hay que tener para rodar así en tu ópera prima y que te quede impecable. Mucha culpa de ello tienen sus dos protagonistas, Silvia Acosta y Jacinto Bobo, estupendos durante toda la cinta pero aún mas extraordinarios si cabe en los momentos de sinceridad y cercanía física, donde cada mirada vale su peso en oro y cada roce amenaza con volarlo todo por los aires.
Por si esto ello fuera poco para intentar convencer aunque sea a una persona más de que vea la película tras la lectura de estas palabras (aquí estaré subido el primero en el barco de su defensa cuando se estrene), ‘Una Vez Más’ es un auténtico recital de guiños cinematográficos para auténticos devotos del drama romántico de la última década. Desde la muy presente ‘Como Locos (Like Crazy)’ de Drake Doremus, con la que comparte claramente espíritu y honestidad en el dibujo de sus personajes, a la ‘Blue Valentine‘ de Derek Cianfrance en su crueldad; pasando por el cine de Woody Allen y su manera de presentar ciudades, esas miradas por la ventanilla del coche a lo ‘Lost in Translation‘ de Sofia Coppola o el claro guiño a ‘La La Land‘ en ese roce de manos. Por no irnos tan lejos, y en su trato del drama romántico, Guillermo Rojas recuerda también a otro joven director como es el catalán Dani de la Orden.
Es cierto que, por momentos, se nota que estamos frente a una ópera prima de un autor con mucho por expandir aún. Se me ocurren ciertos diálogos de personajes secundarios menos pulidos de lo que gustaría, alguna escena musical alargada en exceso o un etalonaje de color algo grisáceo en ciertas secuencias callejeras, que pese a entender el por qué se ha optado por hacerlo así, quizás chirría teniendo de fondo un plató tan colorido como la ciudad de Sevilla para contrastar con esa luz solar nublada y casi desganada propia de Londres. Pero la verdad es que resulta imposible tener en fuerte consideración estos aspectos cuando el esqueleto mayoritario lo que se pone en pantalla está orquestado con tanto cariño, coraje, delicadeza, honestidad y frescura.
‘Una Vez Más‘ es una película hecha con el corazón en la mano, y cuando una cinta se lanza al vacío con todo lo que tiene, por mucho o poco que eso sea, el cine siempre volverá a manifestarse como séptimo arte. Si hay que quedarse con una revelación en este Festival de Sevilla 2019, y a falta de varias jornadas, la elegida, sin ningún tipo de competencia, es ella.
Sobre lo infinito (Suecia). Dir. Roy Andersson
Estrenada en el pasado Festival de Venecia y galardonada con el León de Plata a la Mejor Dirección para Roy Andersson, ‘Sobre lo infinito’ no es otra cosa que una sucesión de cuadros en los que se nos presentan múltiples situaciones mediante una plano fijo. Guiados por una voz femenina que nos traslada entre espacios, historias y mundos a una manera que podríamos considerar reminiscente del personaje de Sherezade, las composiciones del cineasta sueco se suceden unas a otras, abarcando desde alguno de los instantes más decisivos del siglo XX hasta otras secuencias de carácter totalmente insignificante, propios de la cotidianidad más banal y de una belleza irónicamente sugerente.
Cuesta defender la totalidad de ‘Sobre lo infinito‘ ya que pese a tener cuadros de verdadero encanto y magia, ahí quedan el de las chicas bailando frente a la terraza de un bar cualquiera, el de la pareja sobrevolando una ciudad de Colonia devastada por la guerra, el del padre atando los zapatos a su hija bajo la lluvia o el de la estación de tren; no hay ningún tipo de narrativa o cohesión racional más allá de la pura exploración visual de la propia existencia y huella humana en rincones tan distintos del día a día.
Cabe destacar también que su corta duración ayuda, y mucho, a que la propuesta no se haga tediosa o ciertamente insoportable para el espectador. Si de algo deja la sensación la nueva obra de Roy Andersson es que, haciendo un guiño a su pretencioso título, parece poder ser una obra abierta de manera infinita a una posible continuación. Si Sherezade tenía sus 1.001 noches para narrar, quizás Andersson haya querido dejarnos sus 32 cuadros para visualizar en 76 minutos.
Una obra tan prescindible como justificada en la carrera de un cineasta ya entrado en sus últimos años de vida, pero dispuesto a seguir ampliando el legado hasta que el tiempo se lo permita.
Beats (Reino Unido). Dir. Brian Welsh
Localizada en Escocia a mediados de la década de los noventa, la nueva película de Brian Welsh es un viaje de adolescencia con la amistad entre dos jóvenes que no pueden ser más diferentes como foco principal y los últimos coletazos de las raves escocesas como fondo sobre el que cimentar la historia.
Rodada con un pulso sorprendente, ‘Beats‘ se convierte por momentos casi en una banacal sonora suburbial donde no se da por perdido ni un minuto en busca de esa última gran fiesta prometida en una sociedad cada vez más estricta. Pero si la película arrasa en ese campo, no es menos en el terreno de la inocencia, volviendose tan dulce como podáis imaginar en ese acompañamiento del personaje protagonista. Poderosa también la forma que tiene de representar los momentos de éxtasis en plena rave, yéndose sin dudar hacia la radicalidad visual más sugestiva posible.
No arriesgo al decir que la cinta escocesa es sin lugar a dudas una de las obras más disfrutables que se pueden ver en este Festival de Cine Europeo de Sevilla, impregnando al espectador de toda esa energía y frescura que no para de desprender desde su secuencia inicial. Con reminiscencias claras de la escena juvenil británica disfrutable en series ya míticas como ‘Skins’ o esa voluntad de colocar la música como elemento clave del disfrute que mostraba otra cinta reciente sobre el mundo de las raves como ‘All These Sleepless Nights’, ‘Beats’ es ese tipo de película imprescindible en cualquier edición de un festival cinematográfico, alzando sin que te des cuenta el nivel medio de la programación.
Tijuana Bible (Francia). Dir. Jean-Charles Hue
Con una trama que transcurre en la ciudad de Tijuana (o TJ como los personajes no paran de referirse a ella), la nueva película de Jean-Charles Hue es un thriller fronterizo con un exmarine norteamericano como protagonista. Dispuesto a no volver al ejército tras varios servicios en Iraq, el personaje interpretado por Paul Anderson (actor que para muchos será conocido por la ficción televisiva ‘Peaky Blinders’) cruza su camino con el de una chica (interpretada por la mexicana Adriana Paz) en plena búsqueda de su hermano, otro militar norteamericano que no da señales de vida.
A partir de ahí, se recogen en ‘Tijuana Bible‘ todos esos clásicos de la frontera entre México y Estados Unidos, un aparente reino del desorden donde las influencias las marcan las mafias, el tráfico de drogas, la prostitución y otros tantos aparatos conflictivos que rellenan el relato principal de la cinta francesa.
Convertida rápidamente en un thriller donde además de esa búsqueda gana importancia el estado mental y la soledad del protagonista, será la figura de la joven mexicana la que guie y acompañe esa suerte de viaje personal de redescubrimiento, salpicado por supuesto de la consecuente trama de acción que le pondrá en la mira de un líder narcotraficante de la zona, interesado también por la figura de la zona y su supuesta capacidad para «hablar con los muertos».
Si bien no estamos ante la gran película de esta edición, si que podemos hablar de una cinta sencilla, excelentemente filmada y de cierta personalidad, con secuencias que adquieren cierta magia gracias al trabajo en la dirección de fotografía y la edición de sonido. Especialmente recomendable para aquellos que gusten del thriller clásico pero sin muchas vueltas de tuerca, me resulta difícil imaginar que ‘Tijuana Bible’ pueda generar críticas negativas, ya que pese a las pegas que se le puedan poner, da todo lo que promete.
Sinónimos (Francia). Dir. Nadav Lapid
Estrenada el pasado mes de febrero en el prestigioso (y siempre peligroso) Festival de Berlín, donde además se hizo con el ansiado Oso de Oro a la mejor película y con el premio FIPRESCI de la crítica especializada, el tercer largometraje del israelí Nadav Lapid tras ‘Policeman’ y ‘La Profesora de Parvulario‘ (cinta que se hiciera con el Giraldillo de Plata en este mismo Festival de Cine Europeo de Sevilla hace tan solo un lustro) es quizás una de las obras más personales de esta edición.
Marcada claramente por su nacionalidad y país de origen, además de por un aparente conflicto de identidad, ‘Sinónimos’ es un drama francoisraelí salpicado con múltiples golpes de comedia a veces casi incómoda en el que un joven llega a París dispuesto a desechar (en la medida de lo posible) su identidad cultural israelí para adoptar una deseada identidad francesa. Fascinante en ese conflictivo duelo interno de voluntades siempre presente a lo largo de la cinta, y repleta de metáforas para acentuar la posición social del joven en la capital parisina, la obra es mucho más irregular de lo que prometía.
No son pocas las escenas que destacan por su brillantez, originalidad o simple atractivo temático en el planteamiento del subtexto; pero también son varias las escenas en las que Nadav Lapid se excede reiterando de manera nada sutil ese estado precario del personaje en su nueva sociedad, llegando al tope en una escena completamente justificable y entendible, pero igualmente desagradable, prescindible y obsesiva.
Con todo ello, ‘Sinónimos’ es una decepción, especialmente viniendo avalada por la crítica y varios certámenes internacionales, pero no llega a ser una obra fallida gracias al interesante, ingenioso y metafórico discurso sobre la nacionalidad, la identidad, el sentimiento de pertenencia a una cultura y la figura de las símbolos y costumbres estatales.