El Festival Cineuropa 2019 llega a su ecuador con gran afluencia de público a las salas. En la segunda crónica del festival (aquí la estupenda primera crónica de mi compañero) hablaré de tres filmes que pude ver recientemente y que me crearon sensaciones muy distintas. Por un lado, dos películas surcoreanas de estilos e intenciones opuestas. Por otro, una de las favoritas para obtener la nominación al Oscar en la categoría de Mejor película de habla no inglesa.

Cineuropa 2019 otorgará esta vez cinco premios del público divididos por secciones, y donde va ganando ahora mismo como mejor película europea, la producción española ‘Arima’ dirigida por Jaione Camborda, premio al mejor director en Las Nuevas Olas del reciente Festival de Sevilla. Asimismo se entregó uno de los tres premios especiales de esta edición a la cineasta portuguesa Rita Azevedo en una gala celebrada anoche en el Teatro Principal de la capital compostelana.

Monos (Colombia). Dir. Alejandro Landes

‘Monos’ es el tercer largometraje de Alejandro Landes tras el documental ‘Cocalero’ en 2007 y ‘Porfirio’ en 2011. Tras ocho años, Landes vuelve a estrenar filme y lo hace de manera estruendosa, ya que ‘Monos’ ha sido vista en numerosos festivales y ha recibido premios en Sundance, San Sebastián y Londres, entre otros.

Esta película nos cuenta la historia de un grupo de ocho chavales con armas que viven en una montaña remota y en la que vigilan a una rehén. Observamos su inercia diaria, su particular dinámica social y el entrenamiento al que son sometidos con regularidad. Se trata de chicos y chicas que llevan aislados mucho tiempo, sacando a relucir sus características más primarias, desde la agresividad intrínseca en algunos de ellos como la forma en la que proyectan su moralidad, despojada de los elementos básicos que le proporcionaría la vida en sociedad. En todo momento existe una calma tensa que sobrevuela sus vidas, como una olla a presión a punto de estallar. En este sentido, la película discurre por un camino similar al de El Señor de la Moscas, novela de William Golding en la que un grupo de niños tiene un accidente y quedan atrapados en una isla en la que deben sobrevivir y convivir. Pero con el paso del tiempo van olvidando o ignorando las normas básicas de convivencia y comienza un juego psicológico de control sobre el resto donde las personalidades más fuertes chocan en busca del liderazgo. Una situación similar puede verse en ‘Monos’, la cual nos introduce en este grupo tan singular como peligroso.

Landes intenta imprimir fuerza a sus imágenes, y lo hace liberando la cámara en muchos momentos y acercándola a los personajes, desde los primerísimos primeros planos de su entrenamiento hasta planos extensos que se pegan al cuerpo de los personajes mientras hablan, discuten o pelean. Es una dirección que enfatiza la fisicalidad de los protagonistas y en todo momento quiere que el espectador se sienta alerta y en tensión, porque nunca sabes cuándo va a estallar una nueva discusión. La coexistencia de estos personajes no es sencilla ya que todos tienen personalidades muy distintas. Mientras que algunos han interiorizado su rol de soldado a la perfección, otros se muestran más reacios a abrazar esa parte de sí mismos, generando dudas al resto. Resulta realmente estimulante ver cómo se trata a los considerados eslabones débiles, ya que la percepción del grupo cambia con rapidez dependiendo de la actitud que demuestres en ciertas situaciones. En este sentido, el realizador colombiano realiza un estupendo trabajo sentando las bases y contextualizando el microuniverso que ha construido en esta montaña alejada de todo vestigio de sociedad.

El elemento más apabullante de la cinta es el terreno audiovisual, ya que Landes utiliza todos los medios a su alcance para mostrarnos las dificultades que sufren estos chavales. Desde los planos cenitales o travellings para mostrarnos la soledad de los personajes y su aislamiento hasta planos en ríos o la propia selva donde se incrementa la urgencia dramática. El sonido también es importante porque enfatiza en todo momento la lucha (externa e interna) de los personajes, y tanto sus gritos y jadeos como el silencio que existe en torno a ellos nos informan de su soledad. Desconozco los recursos a su disposición, pero hay secuencias realmente extraordinarias en las que me pregunto cómo consiguió rodarlas, ya que no sólo son preciosas a nivel visual sino peligrosas en el plano de dirección de actores. En este sentido, ‘Monos’ posee una de las direcciones más estimulantes del año.

Sin embargo, el elemento que me ha fallado en la película es su capacidad para conectar con el espectador a nivel emocional. En mi caso personal, a los personajes no se les proporciona contexto suficiente, y al sólo concentrarse en la dinámica de grupo y ciertos momentos aislados de dudas, miedos y violencia, me cuesta seguir su viaje con suficiente interés y empatía. Esta sensación se vuelve más clara cuando el filme se concentra en la rehén durante un periodo prolongado de tiempo, rehén de la que no sabemos prácticamente nada y de la que se habían medio olvidado durante una larga sección del metraje. Esa descompensación me provoca un desapego que veo esencial para acontecimientos posteriores. Por eso, cuando la película explota en la parte final con una escena realmente espectacular a nivel de ejecución, siento cierta frialdad porque no se me ha provisto de suficientes elementos que me aten a ellos.

‘Monos’ es una película con numerosas virtudes, está realizada con una profesionalidad intachable, el reparto se deja la piel en cada secuencia y la sensación general es positiva, pero me ha faltado mayor énfasis en el apartado humano, seguir su viaje con mayor interés más allá de su plasticidad visual y la belleza de sus imágenes.

Grass (Corea del Sur). Dir. Hong Sang-soo

El prolífico Hong Sang-soo estrenó en 2018 dos películas: ‘El Hotel a Orillas del Río‘ y ‘Grass’, la película que nos ocupa. Ambas han podido verse en diversos festivales este año y suele ser un habitual no sólo por la personalidad y el estilo de sus películas sino por su capacidad de creación constante. Mientras que ‘El Hotel a Orillas del Río’ era un relato sobre la vejez, la muerte y la impronta que dejamos en el mundo, ‘Grass’ intenta abarcar tres etapas en la vida de una persona a través de tres personajes en distintas etapas de su vida.

Por un lado, tenemos a un actor joven y exitoso que tiene una relación tumultuosa con una mujer que aparentemente desea marcharse de la ciudad por una tragedia sufrida en el pasado. Ambos personajes están conectados por dicha situación, pero nunca sabemos exactamente qué ha ocurrido. Como es habitual en su cine, Sang-soo realiza planos de larga duración, sin cortes, y permitiendo que la conversación se sienta fresca y natural. El problema en este caso es que abusa de los ‘zoom in/out’ para crear primeros planos de los personajes. En su afán por no tirar de montaje en postproducción y que la escena no tenga cortes, esta decisión visual genera cierto rechazo ya que se siente intrusiva y abrupta. No se trata de un ‘zoom in/out’ habitual, ya que no está utilizado con elegancia o fluidez, sino como si de un vídeo casero se tratase. Quizás a otras personas no les moleste en absoluto, pero debo reconocer que a mí me ha chirriado bastante cada vez que lo ha puesto en uso.

Por otro lado, tenemos una segunda trama en la que un señor de mediana edad conversa con sus amigos sobre sus problemas para escribir, y explica cómo empieza a tener problemas para conseguir trabajo como actor en una profesión tan competitiva. Sigue manteniendo cierto estatus, pero está muy claro que anda perdido. Esta sección me ha resultado extraña en su acercamiento, ya que en su afán por encontrar ideas que le inspiren a escribir, decide tomar decisiones que en ningún momento se sienten realistas o creíbles, creando un sentimiento de incomodidad enorme en varias conversaciones. Está claro que está desesperado, pero Sang-soo se excede al no permitir que las conversaciones fluyan con naturalidad y se alcancen ciertos puntos de forma gradual.

Por último, la tercera trama está protagonizada por Gi Ju-bong, actor fetiche de Sang-soo que ya apareció en varios filmes anteriores del director (incluido ‘Ahora sí, antes no‘). Ju-bong interpreta a un señor en edad avanzada con problemas económicos ya que no encuentra trabajo como actor, y en breve se quedará sin lugar en el que vivir. Observamos su desesperación y la compasión que despierta en el personaje de la segunda trama, el cual ya le conocía en el pasado y al que admira profundamente. Creo que está muy claro lo que Hong Sang-soo quiere hacer con estas tres tramas. Su intención es abarcar tres etapas muy distintas del mismo personaje, y mostrando su declive como intérprete, no tanto por su falta de profesionalidad o talento, sino por el hecho de envejecer y comprobar cómo la memoria es frágil y se olvidan de su trabajo y logros pasados. Creo que la idea es muy interesante, pero me ha gustado más el ‘qué’ y no tanto el ‘cómo’.

Mi problema con el cine de Sang-soo (del que sólo he visto 4-5 películas) es que suele caer en lugares comunes que a estas alturas ya parecen clichés dentro de su propia filmografía. En casi todos los filmes que he visto suyos, siempre hay largas conversaciones en un bar o cafetería en la que los personajes se emborrachan y ahogan sus penas, y llega un momento en el que se vuelve redundante porque es un recurso al que vuelve a menudo. No hay frescura en las conversaciones porque el contexto es el mismo y el tema de conversación, sin ser el mismo, ronda temas similares.

Por último, existe una subtrama protagonizada por Kim Min-hee que, de alguna forma, conecta el resto de tramas y aporta un toque metacinematográfico al filme. Sin embargo, nuevamente, el personaje queda desvirtuado por la falta de contexto y la repetición de secuencias que al final no van a ninguna parte. En definitiva, siento que ‘Grass’ es más un experimento que un filme con estructura fija y clara, y Sang-soo ha querido convertir una premisa interesante en un largometraje que no se sustenta por sí mismo en ningún momento. Escenas aisladas bien dirigidas no son suficientes para atrapar mi atención y me ha quedado una sensación de vacío tras verla.

The Gangster, the Cop, the Devil (Corea del Sur). Dir. Lee Won-Tae

Segundo largometraje de Lee Won-tae tras ‘Man of Will‘ (2017), esta película parece haber sido dirigida por un cineasta con mayor experiencia, ya que desde el primer momento, Won-tae nos demuestra pericia a la hora de rodar persecuciones, secuencias de acción y manejar tres tramas que se entremezclan de manera orgánica. ‘The Gangster, The Cop, The Devil’ es un ejemplo de cómo realizar un filme que en todo momento se sienta cómodo con su propia naturaleza, y la abrace sin pudor. A ratos autoconsciente, a ratos muy divertida, y en otros momentos violenta y explícita como sólo el cine surcoreano saber hacerlo.

Esta cinta tiene a su favor un trío de protagonistas carismáticos, con mucha química en las escenas que comparten y en total sintonía con lo que la historia requiere de ellos. Ma Dong-seok es un animal que brilla repartiendo tortas, pero también en momentos más pausados o incluso cómicos. Tiene un timing perfecto a la hora de usar su físico para potenciar su interpretación, y su lenguaje corporal suele ser una de sus principales armas. Entre los estrenos de 2020 le veremos en ‘Eternals’, una de las nuevas películas de Marvel, y no me extrañaría que robara muchas de sus escenas si le dan el material adecuado. Su estrellato proviene principalmente del éxito que obtuvo con ‘Train to Busan‘, y ahora no para de trabajar. Salimos ganando todos.

En el apartado técnico, me ha parecido increíble cómo la película está montada, ya que tiene muchos cortes, muchos planos de brevísima duración, pero en todo momento sabes qué está ocurriendo, hacia dónde se dirigen los personajes y en qué punto se encuentran. Hay muchos insertos y planos detalle que ayudan a orientar al espectador, y a pesar de la enorme cantidad de cortes que tienen algunas escenas, todo es comprensible y funciona sin crear ningún tipo de confusión. Creo que es una decisión consciente, ya que la película va a todo trapo en muchas ocasiones y esa energía muchas veces proviene de la edición en postproducción.

La historia no intenta inventar nada nuevo, pero sí transita por lugares poco comunes, y me gusta cómo buenos y malos se ven obligados a intercambiar papeles a ratos o simplemente introducirse en una escala de grises donde no todo es lo que parece. Hay intereses propios y ajenos, obstáculos constantes pero el objetivo es el mismo, así que resulta realmente gratificante observar cómo se construye una dinámica nueva a lo largo del filme en la que dos extremos deben ceder para entenderse en un punto intermedio. Y todo ello aderezado con grandes dosis de comedia e ironía que funcionan de maravilla.

‘The Gangster, The Cop, The Devil’ nos habla del bien, del mal menor y del mal en su máxima expresión para caminar por una línea moral discutible y compleja. No tiene miedo a ser violenta pero tampoco se olvida de aportar grandes dosis de comedia para equilibrar el tono de la película. El cine surcoreano es experto en mezclar tonos y géneros de forma que no se sienta forzada, y este filme hace un estupendo trabajo a la hora de no caer en la autoparodia. Es desenfadada y loca pero también dramática y elegante. Un entretenimiento de primer nivel que gustará a todo tipo de público y que, sin arriesgar demasiado, deja un poso lo suficientemente grande para que no la olvides con facilidad.

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