Alcanzamos el ecuador del Festival de Cine de Gijón 2019 habiendo visto ya buena parte de la sección oficial a concurso. Invitados de excepción como los homenajeados Franco Piavoli o Axelle Ropert ya han podido recoger el calor de los asiduos al certamen asturiano en alguno de los numerosos encuentros con un público muy fiel, que ha hecho colgar ya el cartel de “no hay entradas” en varias sesiones.

Os hablamos a continuación de los títulos más destacados que hemos visto en los últimos días.

System Crasher (Alemania). Dir. Nora Fingscheidt

Nominada a mejor película en los Premios del Cine Europeo y una de las revelaciones de la última Berlinale, ‘System Crasher’ es la segunda película de la alemana Nora Fingscheidt. La directora muestra el angustioso periplo de una niña de nueve años que canaliza su traumática infancia a través de una violencia desmesurada e incontrolable, a pesar de los esfuerzos de sus familias de acogida y de los asistentes sociales, que intentan por todos los medios rebajar el carácter volcánico de la pequeña.

El filme acierta al no acomodarse en los moldes del drama social europeo al uso. No es esta una película sobre los métodos educativos para chavales conflictivos, ni un drama sobre el desarraigo juvenil en determinados sectores de la población. ‘System Crasher’ es en cambio una exposición hiperbólica de la rabia adolescente enfrentando todo lo que coarta sus ansias de anarquía. Y como tal, funciona de manera notable con su cámara nerviosa y sin caer nunca en el discurso buenista. Una grata sorpresa que aspira a premio en Gijón.

System Crasher, dirigida por Nora Fingscheidt
Escena de «System Crasher», dirigida por Nora Fingscheidt. Compite en la sección oficial del Festival de Cine de Gijón 2019.

Santiago, Italia (Italia). Dir. Nanni Moretti

El cineasta italiano Nanni Moretti es conocido por su militancia política, la cual ha mostrado a menudo en sus obras de ficción. En esta ocasión, sigue fiel a su compromiso progresista firmando un documental que rememora la ayuda ofrecida por la embajada italiana a decenas de perseguidos por el ejército chileno en los días posteriores al golpe de estado perpetrado por Augusto Pinochet.

La película se ciñe en lo formal a la clásica estructura de testimonios, pero estos son tan impactantes y sentidos que bastan para conmover al espectador sin más adornos. Moretti entrevista a supervivientes de la represión, miembros de la embajada italiana y también a militares acusados de perpetrar torturas. En medio del diálogo con uno de esos militares se produce el episodio más divertido del filme: cuando en un momento dado el entrevistado le solicita neutralidad al cineasta, él contesta con rotundidad y media sonrisa “yo no soy imparcial…”

Sword of Trust (USA). Dir. Lynn Shelton

Lynn Shelton, estandarte femenino del mumblecore (ese subgénero del indie norteamericano que abundó en los festivales de cine de autor de la pasada década) se la conoce en Gijón desde los tiempos de la estupenda ‘Humpday’, a la que siguió la igualmente estimable ‘El amigo de mi hermana’.  Ambas eran comedias de enredo de las que brotaban pequeños dramas cotidianos y algunas miserias personales, que los personajes resolvían a menudo por medio de un incesante parloteo.

Sword of Trust, dirigida por Lynn Shelton
Escena de «Sword of Trust», dirigida por Lynn Shelton. Compite en la sección oficial del Festival de Cine de Gijón 2019.

En su último trabajo, ‘Sword of Trust’, Shelton apuesta por un tono más jovial, con una premisa centrada en el intento de venta de una espada de la Guerra Civil norteamericana a un inquietante grupo ultraderechista. El cuarteto protagonista, liderado por un magnífico Marc Maron, clava unos diálogos que se intuyen improvisados en una sucesión de simpáticos equívocos que arrancan numerosas carcajadas. Incluye además un par de interesantes apuntes en clave humorística sobre nuestra era de la posverdad, lo que le aporta a muchos de sus gags un reconocible barniz contemporáneo.

Sole (Italia). Dir. Carlo Sironi

La ópera prima de Carlo Sironi es un filme de línea neorrealista que aborda un tema candente como la maternidad subrogada. La protagonista es una joven inmigrante polaca que accede a ofrecer su vientre en alquiler a una pareja italiana a cambio de una compensación económica. Para complicar aún más el asunto, la joven opta por casarse de común acuerdo con el sobrino del futuro padre adoptivo, para así poder completar la trampa burocrática de una “cesión legal” del bebé una vez nacido.

A pesar de la crudeza del tema y del hermetismo inicial de sus personajes, la película logra que empaticemos con ellos sin recurrir al maniqueísmo o a la manipulación emocional. Sironi no juzga, pero incluso con su tono expositivo logra que cuestionemos la moralidad de un mecanismo de paternidad que aprovecha los vacíos legales para consolidarse como polémica alternativa a la adopción. Un leve giro final en clave emocional le aporta a la película un agradecible candor que aligera su frialdad cuasi-documental. A destacar también el excelente trabajo de sus jóvenes intérpretes.

El viaje de Lillian (Austria). Dir. Andreas Horvath

Producida por el reputado cineasta austriaco Ulrich Seidl y dirigida por el premiado documentalista Andreas Horvath, ‘El viaje de Lillian’ narra la historia real de Lillian Alling, una joven treintañera que cruzó a pie Norteamérica, desde Nueva York a Alaska, con el objetivo de volver a su Rusia de origen tras expirar su permiso de residencia con el que trabajaba como actriz y modelo en la industria del porno.

El viaje de Lillian, dirigida por Andreas Horvath
Escena de «El viaje de Lillian», dirigida por Andreas Horvath. Compite en la sección oficial del Festival de Cine de Gijón 2019.

Interpretada por la debutante Patrycja Planik -que se come la cámara a pesar de no pronunciar una sola palabra durante todo el metraje- la Lillian del título es un personaje que oscila entre el instinto de supervivencia y una cierta pasividad naïf, mientras recorre rincones pintorescos de la América rural. El filme renuncia a erigirse en road movie al uso, sin aprovechar sus fugaces encuentros para construir subtramas o componer discurso de aprendizaje alguno. Se limita en cambio a completar un vistoso recorrido por parajes recónditos, que desprende por momentos una desasosegante frialdad.

Just don’t think I’ll scream (Francia). Dir. Frank Beauvais

La sección Rellumes, que acoge películas de nuevos realizadores, incluye a menudo varias de las apuestas más insólitas de la programación del festival. Es el caso de ‘Just don’t think I’ll scream‘, trabajo de corte experimental de Frank Beauvais, concebido como diario íntimo y autobiográfico de unos meses de zozobra que el cineasta pasó recluido en su casa de Alsacia, intentando superar una ruptura emocional, teniendo como única herramienta de evasión el visionado de centenares de películas de todo género y nacionalidad.

Son pequeños fragmentos de esas películas, cuidadosamente concatenados, los que ilustran este diario en off en el que Beauvais detalla su crisis anímica, sus ideas sobre el arte y sus opiniones políticas. Un insólito y arriesgado ejercicio de desnudez personal que adopta las formas del collage cinematográfico, como antes hicieron obras de culto como ‘The Clock’ (Christian Marclay, 2010) o ‘Star’ (Johann Lurf, 2018), esta última vista en la pasada edición del Festival de Gijón.

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