
Han pasado cuarenta y cinco años desde el estreno de ‘Chinatown‘ (1974) y ahora que David Fincher está detrás de una serie precuela para Netflix, es interesante tener presente porque esta película es tan importante que hoy en día se sigue hablando de ella en escuelas de cine y sigue siendo un referente del cine negro y de ese nuevo cine norteamericano que apareció en los años setenta. Con un guion firmado por Robert Towne con el que ganó un premio Oscar, bajo la dirección de Roman Polanski, siendo esta su última película realizada en los Estados Unidos, y con las actuaciones de Jack Nicholson, Faye Dunaway y John Huston, todo parece haberse confabulado para armar una gran historia que se convirtió en un clásico del cine.
El detective privado J.J Gittes (Jack Nicholson) es contratado para investigar las infidelidades de Hollis Mulwray, un ejecutivo de una empresa de agua y acueductos. Pero al descubrir que ha sido víctima de un engaño debido a la aparición de Evelyn (Faye Dunaway), la verdadera esposa de Mulwray, y luego de enterarse de la muerte del ejecutivo, Gittes se empeña en buscar a quién lo ha engañado al igual que en probar que la muerte de Hollis Mulrway no fue casualidad, lo que termina llevándolo por una trama de corrupción y de enredos familiares más poderosos de lo que puede imaginar.
Enmarcada en lo que algunos han llamado neonoir y siendo parte del relato detectivesco, ‘Chinatown’ sigue al pie de la letra los códigos del género que en sus inicios mostraron las novelas de Dashiell Hammett, Raymond Chandler y sus posteriores adaptaciones al cine. Por una parte, está el detective privado: J.J. Gittes. Esa figura icónica de un hombre bien vestido, con sombrero y abrigo, sosteniendo un cigarrillo en una mano y un vaso de whiskey en la otra como extensiones de su propio cuerpo. Un expolicía, con ínfulas de seductor, que conoce el bajo mundo y que usualmente es el último en enterarse de todo. También hace su aparición la femme fatal: Evelyn Mulwray. Esa mujer que utiliza su cuerpo, su belleza y su inteligencia como arma de seducción para obtener cualquier clase de beneficios, una especie de vampiresa, con sus labios pintados de rojo, que seduce al detective al punto de llevarlo a la perdición y con quien al final siempre tendrá un ajuste de cuentas.
Igualmente hay que mencionar al puppet master, el que mueve los hilos, al que nadie ve, pero está detrás de todo: Noah Cross (John Huston). El hombre en la sombra, la figura que representa la corrupción, el dinero, el poder, que está por encima de la mujer fatal y del detective privado. Es casi paradójico, pero al tiempo parece una especie de homenaje que Huston, encargado de llevar ‘El Halcón Maltés‘ (1941) al cine, siendo esta película catalogada por varios como la primera del género, sea el malvado en esta historia. Huston es sinónimo de cine negro y con su sola presencia es suficiente para dejar claro que algo más se esconde detrás de este padre de familia y hombre de negocios. Finalmente, otro elemento clave en la historia es la ciudad de Los Ángeles. En este tipo de historias, la ciudad es otro personaje más puesto que son lugares peligrosos, metrópolis oscuras, inseguras, en las cuales ni los propios nativos se sienten a salvo. Aquí, además, hay una interesante mezcla entre el desierto, el agua, la ciudad misma y un barrio como Chinatown, que es el que le da le título a la película.
Lo que ha llevado a ‘Chinatown‘ a convertirse en un clásico del cine no solo es su forma, la cual mantiene elementos clásicos del noir detectivesco, sino también lo que hay debajo. Desde los elementos narrativos y simbólicos como el agua, las gafas y la cortada de la nariz del detective, hasta la profundidad de los personajes. Gittes es un hombre atormentado por su pasado que todavía lo sigue persiguiendo, que no ha podido olvidar a la mujer que amó ni que tampoco ha podido dejar atrás todo lo que le sucedió antes de convertirse en detective porque es algo más grande que él. Evelyn es la víctima que tiene algo que esconder, que se presenta a la defensiva cuando se le menciona al marido, pero se asusta cuando se le menciona al padre y a su hermana. Y Cross, por su parte, es un padre preocupado con un nivel de locura que lo lleva a ser sospechoso de asesinato ocultando todo esto bajo su fachada de importante empresario.
Con innumerables anécdotas que acompañaron el rodaje y con el toque que le dio Polanski al guion de Towne, sin lugar a dudas, esta película está muy bien posicionada para los amantes del cine y del género. Amanecerá y se verá si Fincher, como productor y creativo del proyecto, logra imponer, de alguna manera, su sello a esta mítica historia para que no suceda lo mismo que con la segunda parte de la cual nadie se acuerda. Por lo pronto solo queda decir: Forget It, it´s Chinatown.