
Se avecinan listas de películas navideñas, pero en este artículo os traemos una con la que, estén o no recomendadas para estos días, no malgastaréis el tiempo durante su visionado. Puede que no sean las primeras que os vengan a la cabeza como mejores película de la historia, pero están muy cerca: todas han sido premiadas (algunas con Óscars) y gustarán especialmente a los que disfrutan de un buen trasfondo criminal. Queremos que degustéis estas recomendaciones de películas a través de cualidades concretas que las hacen especiales y que os resumimos a continuación:
Heat (Michael Mann, 1995)
Mann ha realizado grandes piezas de acción como ‘Collateral’ o ‘Enemigos públicos’, pero ninguna ha llegado a ser tan modélica para el género como ‘Heat‘. Una planificación pensada para tener en cuenta el frenético montaje, unido a un elenco de ladrones cool, fue la combinación de éxito que la erigió como referencia para muchas películas de atracos (o para secuencias como la del robo al banco en ‘El caballero oscuro‘, de Christopher Nolan). La intensidad de las persecuciones se equilibran de un modo magistral con escenas de calma total. Además de contar con actores en estado de gracia, véase Tom Sizemore o Val Kilmer, es impagable poder ver a De Niro y Pacino enfrentándose, aprovechando justo ahora que los tenemos juntos en ‘El irlandés’.
El tercer hombre (Carol Reed, 1949)
La fotografía de este clásico de cine negro merece ser comentada no solo por haberse llevado el Óscar en 1950: supone un ejemplo de cómo crear la atmósfera ideal para una temática determinada, en este caso el misterio oculto en las calles de una Viena destruida tras la Segunda Guerra Mundial; es brutal el juego de sombras que acechan por doquier, metáfora de la amenaza a punto de estallar que se intuye en el secretismo de los vecinos. Este peculiar empleo de la luz llega a su apogeo en la ya emblemática persecución por las alcantarillas (¿posible inspiración para otra película de Batman?: recordemos al Jack Napier de Nicholson escapando de la policía en la fábrica Axis). Inolvidable la mirada golfa de Orson Welles y su célebre monólogo sobre el reloj de cuco, obra del guionista Graham Greene, quien escribió antes la novela y sufrió durante el rodaje varias discusiones creativas con el director, Carol Reed.
El crepúsculo de los dioses (Billy Wilder, 1950)
Siguiendo con el cine en blanco y negro, y hablando de personajes memorables, cómo no citar a la icónica Norma Desmond (la actriz Gloria Swanson): el tratamiento desde guion que se hizo de esta estrella en decadencia merece un paréntesis, pues todo en la película gira en torno a ella, ansiosa invasora de la pantalla, y como espectadores deseamos ser invitados a su mansión para asistir en directo a la variedad de excentricidades que nos ofrece. Una mujer implacable y dominante que ha tenido influencia en un sinfín de personajes de la historia del cine (sirva como ejemplo el estilismo y las poses de Glenn Close como Cruella de Vil). Para los aficionados a las películas «cine dentro del cine», esta es la suya: el oscarizado guion de Billy Wilder repasa un momento crucial para el cine mudo y rescata a cineastas de la talla de Cecil B. DeMille o Buster Keaton.
Un pez llamado Wanda (Charles Crichton, 1988)
Cambiando un poco el tono, ahora tenemos una comedia que merece estar en este grupo de recomendaciones de películas. El haber contado para el casting con parte de los Monty Python hacía pensar en un tipo de humor que finalmente no sería, pero lo inclasificable de la propuesta es precisamente lo que hizo de ella el evento que nadie quería perderse. No solo John Cleese y Michael Palin son el plato fuerte, tenemos también a una Jamie Lee Curtis en un registro único (a la altura de su posterior papel en ‘Mentiras arriesgadas’), y por supuesto a Kevin Kline, el malo principal y posiblemente la actuación más recordada; un conjunto de dispares personalidades que se convierten en el atractivo principal, más allá de la propia trama. El cuarteto repetiría en ‘Criaturas feroces‘ (1997) de Fred Schepisi y Robert Young, inferior y desprovista de gags tan geniales como el de los fatídicos paseos de la anciana y sus tres perritos.
Under the Skin (Jonathan Glazer, 2013)
Más actual y narrativamente menos convencional que las anteriores, su fuerza reside en el poderío visual que Jonathan Glazer suele imbuir a sus películas (desgraciadamente pocas, destacando ‘Sexy Beast’). La inquietante música es el hilo conductor que nos introduce de lleno en esta peculiar propuesta de ciencia ficción… y de terror también, con una Scarlett Johansson nunca antes vista (y no me refiero a sin ropa, motivo principal de muchos para ver la película); la frialdad de su mirada se entremezcla con una extraña fragilidad y llegas a creerte su interpretación de alien despiadado. El palpitante tratamiento de la imagen provoca que la aniquilación de sus presas sea algo bello y siniestro, un modus operandi inesperado para los que estén acostumbrados a ver asesinatos más convencionales. Las pieles humanas flotando, el motorista misterioso, el bosque… elementos que sin duda se quedarán grabados en tu retina.
Zodiac (David Fincher, 2017)
La última recomendación también tiene mucho de ambiental, alejándose poco a poco de lo que sería un thriller de captura al asesino (del zodiaco en este caso) para terminar siendo una terrorífica historia en la que el malo se nos hace casi invisible en la escena del crimen, todo gracias a los recursos visuales que usa el bueno de Fincher para despistarnos. Esta genial mezcla de géneros también la convierten en película de investigación periodística exhaustiva (comparada por algunos con ‘Todos los hombres del presidente’, rodada por Alan J. Pakula en el 76), cuyos responsables están tan pasados de tuerca (Gyllenhaal especialmente) que ayudan a incrementar el mal rollo que inunda todo el metraje. Una proeza de puesta en escena que nos demuestra que los mejores monstruos del cine son los que no se dejan ver.