Judy Garland adquirió una fama inusitada gracias a su interpretación de Dorothy en el clásico ‘El mago de Oz‘. Después de 30 años, la famosa actriz ha sufrido problemas por culpa de una industria voraz que le destruyó la adolescencia, creándola un problema de adicción a la drogas que le hizo imposible mantener un cartel en la misma. Acude a Londres, donde todavía cuenta con el cariño de la gente, en busca de una última oportunidad de ganar dinero y recuperar a sus hijos.

Este biopic ha generado expectación por la comentada actuación de René Zellweger, que le ha valido la nominación al Oscar a mejor actriz, así como el Globo de Oro. Reúne todas las características que a los ancianos clasicistas de la Academia les encanta para nominar a cualquier actor o actriz como mejor actuación: historia de una figura notablemente conocida, y con una historia famosamente trágica, biopic sin mucho estilo, actriz asentada en la industria que no ha sido todavía aclamada mundialmente por algún papel dramático, actuación que imita bien los manierismos de la persona en cuestión, siendo esta un persona con tics que hacen que se resalte esto aún más, más cambio de peso muy radical. Ahí tienen el Oscar.

Lo cierto es que su actuación es de lejos lo mejor de la película. Es lo más memorable, y prácticamente lo único que nos ata a la pantalla. Desprende una energía que hace difícil no interesarse por lo que le pasa. Porque lamentablemente el resto es un poco el arroz hervido que comes cuando estás malo de la tripa.

Y eso que el principio demuestra intención tras la dirección, y nos muestra de qué va a ir la película, y cómo se relacionan pasado y futuro. Comenzamos con el rodaje de ‘El mago de Oz’. El productor trata de hacer que Judy deje de escaparse constantemente, haciendo algunas amenazas veladas, pero sin dejar de ser amable con ella. La escena está rodada como una gran película hollywoodiense, con una grúa, mientras vemos los coloridos e impresionantes sets del mago de Oz. Damos un salto en el tiempo de 30 años, con una transición también reminiscente del Hollywood clásico, y nos encontramos con Judy, sus dos hijos, y la fea trastienda de algún club nocturno, rodado con una especie de cámara en mano un poco temblorosa, y con una paleta cromática más bien fría. De esto va la película. La Judy que conocemos es la Judy feliz que se pasea por el precioso mundo de Oz, y la realidad es una Judy adulta obligada a cantar en clubes de mala muerte con sus hijos, producto de una industria que la maltrató y la drogó. El pasado idealizado, y el futuro feo, oscuro y deprimente.

El resto de ‘Judy‘ está carente de intenciones cinematográficas. Y no solo formalmente, sino incluso en cuestión de estilo. Apenas vemos variaciones del plano contraplano, excepto alguna secuencia de sus actuaciones, donde hay más movimiento y dinamismo, y el director se permite crear un poco. Prevalece más el plano medio para poder observar la actuación de René, que es donde la peli deposita todas sus esperanzas. No hay ninguna estética específica, no hay planos que hablen por sí solos. Está rodada como un telefilme. Que puede que sea una tendencia en el biopic moderno; te mostramos lo que pasó, alejándonos, y dejando que tu observes. Le ha valido nominaciones a los Oscar, y como esta suele haber varias todos los años. Pero luego aparecen películas como ‘Steve Jobs‘, que diferencian los tres periodos en los que se desarrolla la película con tres cámaras diferentes, cada una menos obsoleta tecnológicamente que la anterior. Que hablan sin necesidad de verbalizar.

Judy
Escena de «Judy», biopic de Judy Garland interpretado por Renée Zellweger. Fuente: Vértice

El guion tampoco desarrolla demasiado bien el conflicto central, ni como el pasado ha determinado la persona que es Judy en la actualidad. Trata algunos temas de forma superficial y algo vaga. Para empezar el tema de la industria como ente nocivo, y continuando con el abuso machista de los productores, que generó recientemente el famoso movimiento Me Too. Aquí la película lo deshecha todo en la figura del productor del Mago de Oz, maligno, que controla a los actores con mano de hierro, pero que mantiene las formas hacia el exterior, y que se sugiere que abusó sexualmente de Judy. Este personaje sirve para exorcizar todos los males de la industria en una persona, una suerte de Harvey Weinstein, que enturbia Hollywood, y que si desapareciese él desaparecerían todo los problemas. No es un mal endémico que cuenta con el beneplácito pasivo de los participantes de dicha industria (actores, productores, directores), sino que es este horrible horrible señor, que nos tenía engañadísimos a todos, con su sonrisa falsa, y que no podíamos ni llegar a sospechar las maldades que hacía detrás del escenario. Que entiendo que no pueden hacer críticas hacia Hollywood con una película producida desde el epicentro del establishment, pero da rabia que hagan el intento de tratar de hablar de temas de una forma tan inocua, y sobre todo hipócrita.

Como decía, el guion se narra a caballo entre el pasado y futuro 30 años después. El problema principal es que en ningún momento veo la relación entre la Judy del pasado y el presente, más allá de que el pasado fue malo, y en el presente han creado a alguien drogadicto incapaz de mantener un trabajo. Si entiendo que la adicción a la droga fue creada por la industria, pero no entiendo porqué tiene los bajones que tiene, porqué es tan inestable, porqué actúa constantemente como una diva. En el pasado se nos muestra como alguien carente de libertad, pero con ramalazos de rebeldía. En el futuro nos muestran… a alguien carente de libertad y con ramalazos de rebeldía. No es cuestión de que pueda unir los puntos y pueda deducir que es lo que pasó por el camino, que se puede si se hace el esfuerzo, es que la película no nos los muestra.

Debería haber una mayor diferencia entre el resumen de Wikipedia y el biopic cinematográfico. No crea un personaje coherente con una causa efecto. Tampoco tiene la carga emocional para que podamos preocuparnos de su viaje, y empezamos a entender al personaje a 10 minutos del final de la película. Unos últimos 10 minutos verdaderamente impactantes, entretenidos, rodados con mayor vigor, emocionales, y en lo que se nos habla de quién es Judy Garland. Pero para llegar a ellos hay que sobrevivir a las dos horas anteriores de clichés y aburrimiento.

De las películas mediocres muchas veces hay montones de cosas que destacar. Puede ser un plano, una frase, una escena, la banda sonora. En este caso lo rescatable aquí es la actuación de René Zellweger. Tampoco salí pensando que el Oscar tenía que ser sí o sí para ella. A bote pronto, Scarlett Johansson me pareció una actuación mucho más humana, y llena de matices. Pero en cada escena parece que es ella la que está intentando levantar la película, y se nota muchísimo. Es lo único que transmite verdadera pasión.

¿El mejor papel de su carrera? Pues no. Ese siempre será Bridget Jones.

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