El mes anterior cumplió años Jim Jarmusch, director estadounidense nacido en Akron, Ohio en 1953, quien se ha hecho un espacio entre los grandes del bien, o mal llamado, cine independiente norteamericano y de los cinéfilos del mundo. Amado por unos, odiado por otros, sus películas generalmente forman parte de las diferentes secciones de los festivales clase A del cine mundial, aunque son muy pocos los teatros que se atreven a estrenar sus trabajos.

Su cine está alejado de los grandes estudios de Hollywood debido a que nunca ha querido perder el control creativo de sus proyectos. Desde la concepción de la idea hasta el último corte del montaje está presente, algo que no podría realizar si fuera un cineasta de estudio, tal como él lo ha dicho. Se considera a sí mismo un outsider, algo que de alguna u otra manera, está plasmado en sus películas.

Jim Jarmusch es un hombre que prefiere trabajar por la noche por lo que sus amigos, que van desde cineastas, actores y grandes músicos, lo molestan al punto de llamarlo vampiro. Y podría decirse que sí es un vampiro, uno de aquellos que no le basta con la noche, sino que busca muchas otras formas de inspiración para sus historias. Siguiendo el consejo de uno de sus grandes maestros, Nicholas Ray, con quien trabajó y de quien aprendió en ‘Relámpago sobre agua’ (1980), es un consumidor acérrimo del cine, de la pintura, de la literatura, la poesía y de la música, otra de sus grandes pasiones y que alterna con el cine.

Relámpago sobre agua, dirigido por Wim Wenders y Nicholas Ray
Nicholas Ray en el documental «Relámpago sobre agua (1980).

Los personajes de sus películas son solitarios, desorientados, no entienden mucho lo que les sucede a su alrededor y están abrumados por todo lo que les rodea. No saben para donde van ni mucho menos saben qué es lo que les espera en el futuro y tampoco parece importarles demasiado. Llevan una vida calmada, rutinaria y tranquila en medio de la cotidianidad de la cual hacen parte. Su vida es el día-día y parecería que el mañana no está en sus planes.

Los adolescentes y jóvenes sin rumbo también hacen parte de su amplia gama de personajes variopintos que están en su cine. Desde ‘Permanent Vacation‘ (1980), su opera prima, donde Allie vive una serie de aventuras surreales en un Manhattan hasta cierto punto desconocido, pasando por los jóvenes japoneses que llegan a Estados Unidos con el sueño de visitar la casa de Elvis en ‘Mystery Train‘ (1989) hasta el trío de hipsters que llega en un automóvil setentero a Centerville y que terminan muriendo a mano de los zombies en ‘Los muertos no mueren‘ (2019) son un retrato de lo que el director ha reafirmado en algunas entrevistas al decir: el mundo es de los jóvenes.

Y es ese mundo alienado, alejado de lo común, es el que magistralmente retrata en ‘Extraños en el paraíso‘ (1984), película que puso al nacido en Akron en el panorama del cine mundial al haberse alzado con la Cámara de Oro en Cannes en aquel año así como premios en Sundance y Locarno. Willie, Eve y Eddie, tres jóvenes con intereses totalmente distintos, que quieren vivir o ya intentan vivir ese sueño americano, sea por medio del gusto hacia la música de dicho país, mejorando el acento inglés o jugando poker, terminan unidos por las circunstancias del destino llegando a un ciudad muy alejada y que hasta cierto punto nada tiene que ver con dicho sueño.

Extraños en el paraíso, dirigida por Jim Jarmusch
Escena de «Extraños en el paraíso», dirigida por Jim Jarmusch.

Precisamente las ciudades son otra forma de reconocer el cine de Jim Jarmusch puesto que los sitios donde rueda, las metrópolis en las que se desarrollan sus historias y cada plano que escoge son una forma de redescubrir espacios y lugares que ni los propios lugareños reconocen como propios. Por ello se puede apreciar de una forma distinta o incluso re-conocer ciudades como New York, New Jersey, Detroit, Cleveland, Madrid, Memphis, entre otras, que siendo habituales postales, son retratadas de una manera diferente en ‘Paterson‘ (2016), en ‘Solo los amantes sobreviven‘ (2013), en ‘Los límites del control‘ (2009) o en la misma ‘Mystery Train’ (1989).

Asimismo hay que destacar la particular, sutil e indistinta mezcla de géneros que ha hecho a lo largo de su carrera y que reafirma una vez más que estos son híbridos y que su frontera cada vez se puede determinar menos. Desde cierto acercamiento a los road movies como en ‘Down By Law‘ (1986) y ‘Flores Rotas‘ (2005), película que a su vez se aproxima al relato detectivesco; pasando a realizar un acercamiento al cine de gánsteres con ‘Los límites del control’ (2009) y con ‘Ghost Dog, el camino del samurái‘ (1999), así como al western en ‘Dead Mean‘ (1995), sin dejar a un lado su visión muy personal del cine de terror con ‘Solo los amantes sobreviven’ (2013) y ‘Los muertos no mueren’ (2019).

El cine de Jim Jarmusch es especial al punto que todos los homenajes que hace a los artistas que lo han inspirado son incalculables pues su manera de hacerlo es inigualable. Puede que algunos lo cataloguen de intelectualoide o snob, pero el arte de por sí lo es, por lo que solo los más consumidores del mismo podrían sentirse, bien o mal, cuando se hacen. De esta galería de guiños hacen parte William Blake y Charlie Dickinson en ‘Dead Mean’, Marvin en ‘Paterson’, Frank Miller en ‘Los muertos no mueren’ y una cantidad como Eva, el Dr. Watson, Christoffer Marlow así como las fotografías en la pared de los ídolos que inspiran la música de Adam (y el cine del mismo Jarmusch) en ‘Solo los amantes sobreviven’.

Solo los amantes sobreviven, dirigida por Jim Jarmusch
Escena de «Solo los amantes sobreviven», dirigida por Jim Jarmusch.

No se puede dejar a un lado el estilo musical del oriundo de Akron puesto que respira, consume y vive rodeado de toda clase de música, algo que se refleja en todos sus proyectos. Escucha absolutamente de todo, le sirve de inspiración para sus trabajos e incluso a veces utiliza piezas que le han impactado mucho dentro de la banda sonora. Sus grandes compinches hacen parte de su cine ya sea como compositores e inclusive como actores. Por sus películas han pasado y seguramente lo seguirán haciendo personajes como Iggy Pop, Jack White y Tom Waits. John Lurie, Neil Young, RZA, Squrl, The Stooges entre otros, hacen parte de la composición musical de su cine, algo que lo convierte en una marca registrada.

Jim Jarmusch es un director que una vez tiene la idea la empieza a desarrollar pensado siempre en los actores y en los músicos con los que quiere trabajar, por lo que escribe para ellos y como muchos son sus amigos, le queda un poco más fácil convencerlos. Por eso, son varios los que han trabajado en sus películas y lo hacen solo por el hecho de trabajar con él. Luego, en el rodaje ese guion se convierte en un mapa, una guía que va tomando otra forma. Y aunque está abierto a la improvisación de sus actores, mucho de lo que se cree que está improvisado, no lo está.

Tilda Swinton en Solo los amantes sobreviven
Tilda Swinton, actriz fetiche de Jim Jarmusch

A eso hay que sumarle que su cine es casi episódico y por fragmentos. Muchas veces sus películas están divididas por partes o capítulos como y algunas de ellas fueron ejercicios que se convirtieron en largometraje luego de ser cortos como ‘Café y Cigarrillos’ (2003) y ‘Noche en la tierra’ (1991). Algunos dicen que sus trabajos se acercan a esa regla de la escritura que dice que cada escena debe tener inicio, nudo y desenlace, puesto que cada secuencia parece una película en sí misma. Además, su filmografía la engrosan una cierta cantidad de cortometrajes y algunos documentales como ‘Gimme Danger‘ (2016) y ‘Year of the Horse’ (1997).

En el cine de Jim Jarmusch siempre hay inmigrantes, que no solo son un sinónimo de inmigración constante, sino que también son un reflejo de él como ser humano, de cómo se siente o se ha sentido a lo largo de su vida y de la forma de trabajar. Detrás de ese pelo estilo Elvis y de esas gafas oscuras, se esconde un cineasta amateur y no un profesional, uno que odia las etiquetas y que siempre está en constante aprendizaje tal y como él lo ha dicho en varias ocasiones.

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