
Año 2027. Un Brasil futurista donde el cristianismo moderno se respira en el día a día; un país cargado de amor, creencias y burocracia. Así es el mundo que plantea Gabriel Mascaro, director brasileño que presenta ‘Divino amor‘, su tercera película.
Saturado de colores neón, de raves donde se promulga el amor supremo y de dosis de fe a través de servicios de auto drive, se vive bajo el ideal de amor al prójimo. “Quien ama no traiciona, quien ama comparte”, es una de las frases que se repite en la producción y es la premisa por la que vive el personaje principal.
Joana es una funcionaria encargada de tramitar los divorcios de las parejas a la vez que intenta convencerlas que no se separen; su forma de liberación la vive a través del grupo Divino amor, al que acuden ella y su marido Danilo, donde los asistentes comparten algo más que su devoción.
Además de su poderosa estética, donde se destacan colores monocromáticos al retratar al gobierno en contraste con fuertes neones enfocando la vida personal de Joana y el grupo de apoyo, uno de los aspectos más interesantes de la película es la unión de dos elementos que parecen no tener conjetura: el sexo y la religión.

El sexo se convierte en la prueba de amor para demostrar la devoción, y la religión es la razón por la cual se unen y deciden compartir sus creencias, espíritus y hasta su cuerpo, permitiéndole a Joana hacer un viaje entorno al amor supremo, donde se pregunta a sí misma si su pecado real es amar demasiado a Dios.
Por otro lado, ‘Divino amor‘ también funciona como una crítica al sistema de vigilancia; con un sutil guiño a 1984 de George Orwell, en el filme se destaca el ambiente de observación en el que viven los personajes, cualquier acto que se salga de lo convencional debe ser reportado y juzgado, donde se hace un especial énfasis en las relaciones afectivas y los embarazos no registrados.
Uniendo todos estos elementos, es de esta forma que ‘Divino amor’ se convierte en una representación de lo que el director ve en su propio país enfocándose en sus valores conservadores y el manejo del actual gobierno. Un referente del nuevo cine latinoamericano que no es ajeno a los programadores de festivales cinematográficos, ya que se proyectó en la sección Panorama de la Berlinale, además de participar en Sundance y ganar el año pasado el Festival de Guadalajara (México).