El mundo del cine no fue ajeno a películas de contenido erótico tras la revolución sexual de los años 60, sobre todo una década después. Siguiendo la estela de ‘El último tango en París’ (1972), un año después se terminaba de rodar ‘El portero de noche’, película italiana estrenada en 1974. Su directora Liliana Cavani contó con dos excelentes y bien acertados actores británicos. Por una parte con un ya consagrado Dirk Bogarde y por otro lado, con una joven Charlotte Rampling.

Ante todo, hay que trasladarse al contexto de aquellos primeros años 70 del pasado siglo, y a la proliferación de numerosas películas de temática sexual. ‘El portero de noche’ es una de ellas, pero no una más en el sentido estricto de la palabra. En muchos países fue clasificada X, hoy en día veríamos tal catalogación algo exagerada a pesar de sus imágenes de alto voltaje. Cavani, logró en una misma película tocar varios palos de una misma baraja: el erotismo, el drama e incluso la guerra. El argumento y guion fue el ideal para darle más consistencia a la cinta y no caer en la simplicidad.

Estamos en la Viena de 1957 y Maximilian Aldorfer (Dirk Bogarde) trabaja como recepcionista en el turno de noche en un pequeño y decadente hotel de lujo de posguerra. Todo parece normal y su trabajo no requiere mayores complicaciones, sino atender de forma correcta a los huéspedes. Aunque hay un detalle ineludible teniendo en cuenta la época, Max tiene un pasado que aún le persigue e intenta borrar. Años atrás fue un despiadado oficial nazi de las temidas SS en un campo de concentración.

Charlotte Rampling y Dirk Bogarde en El portero de noche
Charlotte Rampling y Dirk Bogarde en «El portero de noche», dirigida por Liliana Cavani.

Actualmente, la capital austriaca se va rehaciendo de sus viejas heridas, la guerra ya queda atrás y todo empieza a ser normal. Pero, un día de tantos, el hotel recibe la visita de un prestigioso director de orquesta con su esposa. En ese mismo momento el exoficial se da cuenta de la elegante dama; es Lucia (Charlotte Rampling). Ambos se reconocen de forma instantánea, no ha pasado tanto tiempo. A ella le vuelve a surgir en su mente las vejaciones, juegos sexuales y humillaciones de unos 12 años atrás, parecía que lo había superado. Max por su parte, no puede ocultar su desasosiego del inesperado reencuentro que le hace revivir su siniestro pasado. En plena Segunda Guerra Mundial, la chica de aquel entonces fue su fetiche y el único testigo vivo de aquella época oscura.

Tras el nerviosismo inicial, el antiguo oficial ve que sigue sintiendo una atracción por ella. Obviamente a Lucia le perturba la situación y le plantea a su marido irse del hotel, pero inesperadamente pasado unos días le sugiere que continúe él su gira por Europa y así ella aprovecha para ir de compras por el centro de Viena. Realmente todo es una excusa. Aquella joven, ahora convertida en una atractiva mujer quedó atrapada por Max como si de un síndrome de Estocolmo se tratara. Todo cambia cuando él empieza a tener varios encuentros fortuitos con discreción en su habitación, siendo un idilio clandestino y sadomasoquista, para luego ella trasladarse al modesto apartamento del portero sin que nadie lo supiese. Sus viejos camaradas han estado destruyendo cualquier indicio de sus denigrantes expedientes de guerra desde que terminó la contienda, pero sospechan que todavía queda un cabo suelto que puede comprometer a Max. Él se desvincula totalmente de ellos y se confina en su vivienda vienesa junto a Lucia, ya no teme a nada ni a nadie.

Aquí comienza a desatarse los instintos más primarios de ambos, como si los dos estuviesen atrapados en aquel funesto recuerdo, aflorando una insana relación amorosa y que ella acepta con total sumisión.

Charlotte Rampling en El portero de noche
Charlotte Rampling en una escena de «El portero de noche», dirigida por Liliana Cavani.

Liliana Cavani logró una elegante película con una significativa carga de contenido sexual y erótico, pero sin llegar a la mediocridad. Además, en su estreno la polémica estuvo servida, llegando los ecos casi a nuestros días. Se trataba de la relación amorosa entre un criminal nazi y una víctima de un campo de concentración. La cineasta supo medir el compás de los tiempos entrelazando imágenes en pequeñas retrospectivas del período de la contienda, donde mostraba la dureza del cautiverio y el sometimiento de la joven prisionera por parte del oficial de las SS. En ningún momento el argumento languidece y se mantiene la expectación de los acontecimientos.

Hay secuencias con una gran connotación fetichista que Charlotte Rampling las llega a convertir en icónicas. La fotografía de interiores posee gran nitidez y color, bien combinada con retazos de una Viena gris y fría. Indudablemente ‘El portero de noche’ es una película erótica, pero su temática es profunda. Nos muestra el comportamiento humano, la sexualidad, el drama y los horrores de la guerra.

Max, llega a decir que está podrido y prefiere vivir como una rata, por eso trabaja de noche. Se siente avergonzado a plena luz del día, es consciente de su maldad. Lucia fue la gran víctima de aquel horror, pero más de una década después los dos siguen cautivos en sus circunstancias personales.

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