Debido al COVID-19, la diecinueve edición del Festival de Tribeca, que debía celebrarse del 15 al 26 de abril, ha sido pospuesta, pero sus organizadores han decidido revelar parte de su programación de forma online. Algunas de las películas que competían en el Festival de Tribeca 2020 estarán disponibles en línea en el  llamado Industry Extranet Resource Hub, para periodistas y miembros de la industria.

La decisión de adoptar el sistema digital, algo que descartó enseguida Cannes, vino «casi inmediatamente», dijo Jane Rosenthal, cofundadora y directora general de Tribeca, que además apuesta por una coexistencia entre los cines y las plataformas online.

Desde su creación en 2001, después de los atentados del 11-S, Tribeca ha superado los límites de la narración de historias y las formas innovadoras de conectar con el público. Este programa online es fruto de ese compromiso por apoyar a los cineastas, creadores y artistas que dan vida cada año al festival.

Entre las películas vistas en la edición online del Festival de Tribeca 2020 destacan los siguientes títulos:

Wake Up On Mars (Francia). Dir. Dea Gjinovci – Documentary competition

Se trata del debut en la dirección de largometrajes de Dea Gjinovci, cineasta de 27 años que también ha trabajado como periodista freelance en Les Temps, uno de los principales periódicos de Suiza. Este documental nos cuenta la historia de una familia de refugiados de Kosovo que emigran a Suecia debido a los enormes problemas sociopolíticos que sufren en su país de origen. Estos problemas han afectado especialmente a dos de las hijas del matrimonio, que sufren una enfermedad llamada ‘Síndrome de Resignación‘, un desorden que induce a un estado catatónico a personas (generalmente niños y/o adolescentes) que han padecido un trauma psicológico. Los padres no solo tienen que lidiar con el cuidado de cuatro hijos, dos de ellos con el citado síndrome, sino con la lucha por obtener un permiso temporal de residencia en Suecia, ya que las leyes complican la tramitación de dicha petición. Los padres están preocupados porque no quieren volver a Kosovo y provocar no solo que sus hijas no despierten de este trauma, sino que uno de sus hijos pueda sufrir las mismas consecuencias que sus hermanas mayores.

El documental está narrado en todo momento por los miembros de la familia, ya sea a través de la voz en off o de conversaciones entre ellos o con otras personas, principalmente doctoras que visitan su hogar para observar la evolución de las niñas. Poco a poco van contextualizando su situación mientras vemos cómo viven el día a día, demostrando un sacrificio constante pero una esperanza abrumadora. Los padres demuestran haber educado bien a sus hijos y crean una energía agradable y optimista en su hogar a pesar de los numerosos problemas que sufren, y resulta realmente emocionante.

Por otra parte, la historia se concentra especialmente en el hermano menor, quién tiene que lidiar con un trato distinto por parte del resto de niños ya que conocen su situación y la de sus hermanas, y siente que no encaja allá donde va. Su deseo es el de viajar a Marte, un planeta en el que nadie conocerá su situación y le tratarán como un igual, sin prejuicios. Los momentos en soledad del niño nos ayudan a entender lo que pasa por su cabeza y a aportar matices a la situación familiar, que por otra parte demuestra tener una relación de amor y cariño realmente admirable, sobre todo en un contexto tan complicado.

Gjinovci demuestra tener una sensibilidad muy especial a la hora de manejar los distintos aspectos de la vida familiar. Nunca se siente intrusiva pero nos hace partícipes de todo lo que ocurre de una forma en la que sentimos estar allí con ellos. La cámara siempre busca narrar con las imágenes y no tirar de efectismos y exceso de cámara en mano. Existe mucha elegancia en su manera de componer planos y encontrar la belleza y la verdad a través de las imágenes. Verdaderamente me ha emocionado esta historia porque hay mucho cariño detrás, tanto el de la familia entre sí como el de la propia cineasta hacia ellos. Es un documental que ha calado hondo en mi corazón, me ha informado sobre una situación política de la que sabía lo justo y especialmente sobre un síndrome que desconocía por completo. No se le puede pedir más a un documental, y ha sido un privilegio conocer esta historia.

Wake Up On Mars, dirigida por Dea Gjinovci - Festival de Tribeca 2020

Ainu Mosir (Japón). Dir. Takeshi Fukunaga – International Narrative competition

Ainu Mosir‘ es el segundo filme de Takeshi Fukunaga, cineasta japonés que comenzó su labor como director hace 13 años con la realización de varios cortometrajes. En este caso, Fukunaga nos cuenta la historia de Kanto, un niño de 14 años descendiente de los ‘Ainu’, indígenas japoneses. Los ‘Ainu’ son un grupo étnico indígena establecido en Hokkaidō, principalmente. En la actualidad solo hay unos 15.000 japoneses con uno o ambos padres pertenecientes a este grupo. Dicho grupo tenía una tradición que se fue perdiendo con el tiempo llamada ‘Iomante’, en la que cuidaban de un oso durante dos años para luego sacrificarlo como ofrenda a los dioses. Obviamente esta práctica fue mal vista con el paso de los años hasta su desaparición, pero un familiar de Kanto desea traerla de vuelta y sacrificar al oso, creando un conflicto moral en Kanto y en su identidad como ‘Ainu’.

Por otra parte, Kanto debe lidiar con el fallecimiento de su padre, el cual murió un año atrás dejando un agujero en la familia y su corazón. La película intenta entremezclar la ceremonia ‘Iomante’ y la pérdida del padre para crear una metáfora sobre los sentimientos de Kanto, que no desea ver morir al oso al igual que no ha podido aceptar la muerte de su padre. Creo que Fukunaga es muy inteligente a la hora de retroalimentar su historia a partir de distintos elementos que se complementan entre sí, y todo ello siempre enmarcado en la cultura de los ‘Ainu’ y sus particularidades.

Si bien es cierto que la cinta tiene un tono sosegado y enfatizado por la parte más espiritual de la historia, su ritmo es coherente con lo que cuenta y no resulta especialmente pesada. Es verdad que uno no siempre conecta con lo que una historia cuenta, y eso puede generar cierta apatía. Yo personalmente en algunos momentos pude sentir algo así, sobre todo en lo que a la ceremonia se trataba, pero es un problema menor que reside en mi propia subjetividad como espectador, y no tanto por un problema que el filme pueda tener en ese sentido. Creo que la película consigue exactamente lo que desea transmitir, y su visionado ha sido estimulante en líneas generales, sobre todo a la hora de aprender sobre un grupo étnico del que no conocía estos detalles, y que ayudan a enriquecer el visionado.

Ainu Mosir, dirigida por Takeshi Fukunaga

Sweet Thing (USA). Dir. Alexandre Rockwell – Tribeca Critic’s Week 

Alexandre Rockwell vuelve a la dirección tras un descanso de cuatro años. El cineasta estadounidense tiene una filmografía relativamente extensa, y lleva casi 40 años dirigiendo largometrajes. También se encargó de dirigir uno de los segmentos de ‘Four Rooms’, el filme dirigido a ocho manos junto a Quentin Tarantino, Robert Rodriguez y Allison Anders. Pero vayamos a ‘Sweet Thing‘, el filme que nos ocupa.

La trama gira en torno a dos jóvenes que viven con su padre alcohólico en condiciones bastante precarias. Su negligente madre apenas les presta atención y cuidados tras dejar a su marido, y la hermana mayor funciona como figura materna para su hermano pequeño. Las travesuras y/o delitos menores parecen ser algo inevitable en la vida de estos niños, que por otra parte parecen tener un centro moral y saben en todo momento qué está bien y qué está mal, aunque a veces se dejen llevar por el entorno tóxico en el que se encuentran. En este sentido, creo que la película maneja muy bien las emociones de los hermanos y contextualiza rápidamente su situación en casa y fuera de ella, generando empatía en el espectador al instante. Hay ciertas subtramas que transitan lugares comunes y no aportan nada especialmente refrescante, pero en general funcionan en el gran esquema de las cosas.

Mis principales problemas con el filme provienen del tono que Rockwell imprime a ciertas secuencias en varios momentos del metraje. La cinta comienza como un drama social que recuerda vagamente a ‘The Florida Project’, pero aunque hay cierta inocencia en las acciones de los protagonistas, el filme circula por derroteros más oscuros que el filme de Sean Baker. Su oscuridad no resulta un problema en ningún momento, más bien al contrario. Las escenas ligeras, que a ratos parecen ensoñaciones o gags independientes, no me terminan de funcionar porque rompen con lo establecido anteriormente. Se trata de una película en blanco y negro que en momentos puntuales usa el color para expresar libertad y mostrar la felicidad o tranquilidad de la hermana (una estupenda Lana Rockwell), pero cuando se usa para la comedia forzada, me saca de la historia. Por otra parte, hay ciertas transiciones abruptas que vuelven la trama algo torpe y no termina de fluir con normalidad. No mata la historia pero la hieren por crear cierto desequilibrio.

La dirección de Alexandre Rockwell es irregular, ya que a ratos acierta de pleno y en otros momentos parece pecar de inconsistencia con su propia visión. En el primer acto del filme todo parece tener homogeneidad, la cámara está libre por completo y tiene movimientos naturales, con lentes que encierran a los personajes en el plano y crean sensación de opresión o aprisionamiento. Sin embargo, más adelante la cámara se vuelve más anárquica y hay ciertos planos detalle que brillan por su ausencia, y hay menos orden o claridad expositiva. Realmente se agradece la libertad que posee la cámara porque genera una energía que le sienta fenomenal a la historia, pero no siempre proyecta de manera adecuada esas sensaciones. El final me ha parecido demasiado melodramático y abrupto, ya que intenta cerrar todas las tramas en apenas cinco minutos y cuesta creer lo que ocurre en pantalla. Hay chispazos de gran cine, me gusta cómo transcurre la primera mitad del filme y el reparto en general está espléndido, pero ciertas carencias de la mitad hacia adelante le restan puntos, sintiendo que estoy ante un buen filme con potencial algo desaprovechado. No obstante, me llevo conmigo detalles, momentos y planos hermosos y duros.

Sweet Thing, dirigida por Alexandre Rockwell  - Festival de Tribeca 2020

12 Hour Shift (USA). Dir. Brea Grant – US Narrative competition

12 Hour Shift‘ compite en narrativa estadounidense del Festival de Tribeca 2020. Se trata del segundo largometraje de Brea Grant, directora y actriz que lleva 15 años en el mundo de la interpretación. Grant ha participado en numerosas series y películas en la última década, pero en el último lustro ha complementado su labor de actriz con la dirección. Esta película está producida por David Arquette, el cual posee un papel secundario en la historia. Y hablar de la historia de este filme parece fácil de primeras, pero los caminos por los que transita esta película llegan a alcanzar cotas tan altas de locura que no tengo muy claro cómo explicaros sin revelar demasiado los niveles de esperpento que alcanza la historia.

El filme trata sobre Mandy, una enfermera que tiene un turno doble a lo largo de una noche y tendrá que sortear numerosos problemas que se van sucediendo en ese lapso de tiempo. Mandy aprovecha su labor como enfermera para robar órganos de personas recién fallecidas y venderlos a criminales que comercian con éstos. Al mismo tiempo debe lidiar con su adicción a cierto tipo de drogas, unida a la apatía que tiene por la vida. Por otro lado está Regina, «prima» de Mandy que funciona como enlace entre ésta y los criminales. Su trabajo consiste en llevar los órganos a los criminales y entregar el dinero a Mandy. Pero las cosas no salen como ellas esperan y tienen que empezar a improvisar para salir del entuerto en el que se han metido. Esta es la premisa de la película. Lo que viene ahora te sorprenderá.

¿Cómo definir a ’12 Hour Shift’? Dejadme intentarlo. Se trata de una película de temática realmente oscura que funciona como una comedia negra (a ratos) y que se transforma finalmente en serie B delirante. Sí. Creo que lo he conseguido. Esa sería más o menos la película que nos ocupa. Mi opinión: definitivamente, esta película no es para mí. Para empezar, los personajes nunca se comportan como seres humanos reales, tangibles (excepto Mandy, quizás) así que de primeras resulta difícil conectar con ellos o al menos creérmelos. Pero ese es el menor de sus problemas.

No me malinterpretéis: la película está bien dirigida en lo que a composición de planos se refiere. Tiene ideas visuales interesantes (paneos que se entrelazan, transiciones que funcionan como montaje paralelo de dos acciones en distintos lugares), la fotografía es atractiva y la premisa que plantea presenta numerosas posibilidades. Sin embargo, todo esto salta por los aires cuando la película decide hacia la mitad de su metraje que quiere ser serie B casposa, incoherente, con personajes caricaturescos que parecen haber tomado drogas al mismo tiempo y con unos 15 minutos finales a los que asisto de hito en hito.

Existe un fallo claro de tono, y la búsqueda del ‘in crescendo’ fracasa estrepitosamente porque en ningún momento se ha establecido una base sólida sobre la que apoyar su (téorica) verdadera naturaleza. Es excesiva de forma gratuita, los personajes toman decisiones ridículas, se comportan como dibujos animados y alcanzas la explosión final de sangre y persecuciones por pasillos realmente incómodo y cansado (al menos así me sentí yo). En resumen, ’12 Hour Shift’ es una fallida comedia gore con detalles aislados que demuestran buen hacer por parte de la directora, pero el global me ha irritado y frustrado a partes iguales.

12 Hour Shift, dirigida por Brea Grant

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