El terror es uno de los géneros más fieles a la hora de representar a la sociedad estadounidense y los diferentes periodos que ha atravesado a lo largo de las últimas décadas. Desde el slasher desenfadado de los años 80, donde el terror se escondía dentro del propio vecindario, pasando por un terror mucho más refinado y próximo al thriller de los años 90, hasta llegar al terror de la nueva década, influenciado de manera notable por los atentados perpetrados el infame 11 de septiembre de 2001. Coincidiendo con una década donde el cine de terror parecía haber perdido el encanto de antaño, nos vimos inmersos en una tendencia que dio pie a un buen puñado de producciones donde el thriller predominaba, pero el miedo continuaba siendo parte inherentes de las historias (buena muestra de ello son dos películas tan colosales como ‘El Silencio de los Corderos’ y ‘Seven‘), llegaba la primera década del nuevo milenio donde todo parecía brillar hasta que las nubes de polvo generadas tras la caída de las Torres Gemelas ensombrecieron a un Hollywood en pleno proceso de actualización.

Fue entonces cuando el terror abrió dos nuevas vías que escandalizaban por razones completamente opuestas. Por un lado, dos jóvenes directores como James Wan y Eli Roth pusieron de moda un subgénero tan delicado como el torture porn, donde el espectador disfrutaba desde la comodidad de su butaca del indescriptible sufrimiento de un prototipo de personajes que antaño se había dedicado a adorar. En el extremo opuesto la maquinaria de Hollywood observó las similitudes de la nueva situación política y social (clima belicista, incertidumbre social, miedo al extranjero) y trajeron de vuelta las grandes franquicias del pasado, que tan bien habían funcionado en los años 70, estableciendo un macabro paralelismo entre dos sociedades que en 30 años parecían encontrarse en el mismo punto. La encargada de abrir esta etapa fue ‘La Matanza de Texas’ (2003), quien con un estilo aún más sucio que el de la película original, marcaría el tono para la avalancha de remakes que llegarían en los próximos años.

Los aficionados al género, que son muchos y muy disciplinados debo decir, no encontraban en estas nuevas tendencias la forma de satisfacer un paladar que ya había experimentado con anterioridad todos estos sabores. Esa fue una de las muchas razones que permitieron al terror asiático en primer lugar, y posteriormente al terror extremo francés, hacerse un hueco en una de las industrias más endogámicas del mundo.

El éxito de títulos como ‘Ringu’, ‘Dos Hermanas’, ‘Al Interior’ o ‘Martyrs’ hicieron que el poco expeditivo público estadounidense se diera cuenta de que fuera de sus fronteras se estaba experimentado con las barreras del terror como hacía años que no se hacía dentro de su propio territorio. Desde España también pusimos nuestro granito de arena con películas como ‘Frágiles’, ‘El Segundo Nombre’ y sobre todo con la saga [REC], quien junto al descomunal éxito de ‘Paranormal Activity’, devolvió a la vida el found footage tras años condenado al ostracismo.

¿Cómo será el cine de terror post-coronavirus?

La nueva situación creada por el COVID-19 no tiene precedentes en nuestra historia reciente, por lo que aventurarse a adelantar como esta puede afectar a la industria cinematográfica es como mínimo arriesgado. El parón en los rodajes y el retraso en las fechas de estreno crean un panorama bastante desolador para este 2020, sin embargo, cuando la tormenta pase será hora de cuantificar sus daños y encontrar soluciones.

Dentro de este clima de inestabilidad el cine de terror menos comercial sigue su impasible marcha gracias a un mercado de estrenos directos a VOD que lleva años siendo la regla dentro del terror menos comercial, títulos recientes como ‘Sea Fever’, ‘We Summon the Darkness‘ o ‘Behind You’ demuestran que el terror sigue estrenando con regularidad y que hay opciones para todos los gustos.

Sin embargo, cuando uno fija su vista en el cine de terror más comercial se encuentra con un panorama diferente, en el que películas destinadas a marcar la conversación como ‘Un lugar tranquilo 2‘ o ‘Antebellum‘ se han visto obligadas a retrasar sus estrenos, con más incertidumbres que certezas a la hora de fijar una fecha prudente para el regreso de los espectadores a las salas. Un 2020 con títulos tan prometedores como ‘Spiral’, ‘Candyman’, ‘Malignant’ o ‘Last Night in Soho’ penden ahora de los hilos de una pandemia que parece ha llegado para quedarse y no nos va a poner las cosas fáciles a la hora de retomar la normalidad.

Candyman (2020)
Escena de «Candyman», dirigida por Nia DaCosta. Remake de la película de «Candyman, el dominio de la mente» (1992).

Subiendo un escalón más a la hora de arriesgarse me gustaría echar la vista a un futuro aún más lejano, que ahora parece difícil vislumbrar entre la niebla de la incertidumbre y el miedo. Ese futuro aunque nos cueste creerlo se está cocinando ahora en muchos hogares, donde guionistas y productores se encuentran trabajando en los proyectos que marcaran una nueva etapa en una industria que se encuentra en constante renovación.

A la hora de hablar del cine de terror parecería fácil vislumbrar un camino en el que las películas sobre grandes virus y pandemias que destruyen nuestro preciado planeta se convierten en la norma, sin embargo, nunca debemos olvidar que si el terror ha actuado de algo a lo largo de la historia ha sido de espejo de los miedos e inquietudes de una sociedad que se siente a salvo cuando estos son mostrados desde una pantalla. No será de extrañar que el extraño clima creado en los hogares por el confinamiento de pie a un buen puñado de proyectos donde la forzada convivencia sea el motor de giro de innumerables pesadillas. Tampoco será raro encontrar alguna producción donde los virus tomen un papel principal en alguna de sus muchas formas, sin embargo, me cuesta creer que esta sea la nueva tendencia que se imponga en una sociedad donde la principal franja de consumidores del género (adolescentes) han conocido el miedo por primera vez en sus carnes, y que buscarán en las salas de cine un divertimento ligero que les haga olvidarse de que las cómodas vidas que habían conocido hasta ahora no son más que una ilusión que puede venirse abajo de la noche a la mañana.

Como ya hemos mencionado el terror es un género con una sorprendente capacidad de adaptación a la sociedad que lo disfruta, por ello tendremos que esperar y observar los cambios que se produzcan en nuestro mundo una vez salgamos de nuestros largos confinamientos, para poder comenzar a esclarecer el camino que seguirá uno de los géneros más prolíficos y a la vez maltratados de nuestra querida industria cinematográfica.

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