
Montgomery Clift, del que este año se cumple el centenario de su nacimiento, trabajó a las ordenes de los grandes directores de cine del momento, como Hawks, Hitchcock, Zinnemann, Kazan, Stevens, Huston y Wyler, pero también con grandes estrellas de la época como Burt Lancaster, Marilyn Monroe, Katherine Hepburn, Marlon Brando, John Wayne y Elizabeth Taylor. Su filmografía suma 17 películas desde 1948 hasta el año de su muerte en 1966. ‘De aquí a la eternidad’ está considerada su interpretación más representativa. Clift fue nominado cuatro veces a los Oscar, pero nunca lo ganó. Murió joven y en soledad, sin llegar a cumplir los 46 años.
Formado en el mítico Actors studio, Montgomery Clift interpretó personajes atormentados, melancólicos y sensibles asentando en los años 50 un nuevo modelo de actor sensible y vulnerable, pero también rebelde y seductor, modelo que seguirían James Dean, Paul Newman, Marlon Brando y la generación de los 60 como Steve MacQueen o Al Pacino. Su estilo interpretativo era en ocasiones heterodoxo, radicando su fuerza en la mirada, que proyectaba más allá de la pantalla. Como diría Manuel Vicent, «nunca nadie interpretó como este actor la lucha del inconsciente contra la propia máscara».
Su vida personal fue tormentosa y conflictiva debido a su extremada sensibilidad y a los problemas de salud que acarrearon sus adicciones, además de una homosexualidad que le costó asumir. Marilyn Monroe, después del rodaje de ‘Vidas rebeldes’, dijo de él que era la única persona que había conocido que estuviera peor que ella. Dotado de una gran belleza, Clift sufrió un aparatoso accidente de coche y a partir de entonces comenzó el llamado «suicidio más largo» que haya visto Hollywood.

La fatídica fiesta a la que nunca tuvo que ir Montgomery Clift
La noche del 12 de mayo de 1956 se celebraba una cena íntima en casa de Elizabeth Taylor, situada en lo alto de las colinas de Coldwater Canyon (una zona montañosa a las afueras de Santa Mónica), en honor a Montgomery Clift. Monty era el mejor amigo de Elizabeth desde que rodaron juntos ‘Un lugar en el sol’ (1951). Fue esa noche cuando Clift tuvo un accidente de coche que cambiaría su vida para siempre.
Por entonces, Montgomery Clift se encontraba en la cumbre de su carrera. Era el primer actor que había desafiado con éxito la tiranía del star system de Hollywood, donde ni siquiera residía. Se había negado a encasillarse como héroe romántico convencional. Por el contrario había representado una serie de personajes complejos, originales e inconfomistas en películas como ‘Río Rojo’, ‘Los ángeles perdidos’ y ‘De aquí a la eternidad’.
Muchos piensan que Monty era el actor más guapo del Hollywood clásico. Marlon Brando llegó a decir que Clift era el mejor actor del mundo. Nunca pudo asumir públicamente su homosexualidad, al igual que otros actores de la época como Cary Grant, James Dean o Rock Hudson, porque los productores de sus películas lo mantenían en secreto para los espectadores pensando que si lo hacían público sus películas fracasarían en taquilla. Su homosexualidad, reprimida por la industria por contrato, fue un verdadero tormento que acompañó al actor durante su vida.
Después de un largo tiempo sin rodar, desechando continuamente los guiones por su perfeccionismo neurótico, se animó a acompañar nuevamente a Liz Taylor en un proyecto colosal que la Metro había preparado como el nuevo ‘Lo que el viento se llevó’. Desde el primer momento veía el guion de ‘El árbol de la vida‘ (1957) como un folletín soso y no creía tener credibilidad para interpretar a los 36 a un ingenuo muchacho del Sur de 17 años en los albores de la Guerra de Secesión. Se encontraba agotado porque rodaba prácticamente todas las escenas del filme y el acuciante dolor físico y emcocional que sentía no lograba aplacarlo con alcohol y pastillas.
Aquella tarde el teléfono sonó insistentemente en Dawn Ridge Road, la casa alquilada por el estudio donde descansaba Monty. Había despedido a su chófer (llevaba años sin conducir y había tenido un par de pequeños accidentes) y se encontraba muy cansado. Liz insistió en que viniera porque había un sacerdote, amigo de la familia, que quería conocerlo tras el papel del Padre Logan en ‘Yo Confieso‘ (1953) de Hitchcock. Pero lo que temía Monty era ser nuevamente el confidente de Liz y Michael Wilding, matrimonio que ya hacía aguas. Finalmente accedió a la fiesta.

El actor Kevin McCarthy, uno de los mejores amigos de Monty recuerda el ambiente tenso y decadente de la velada. El sacerdote finalmente no se presentó, se encontraba Rock Hudson con su secretaria Phyllis Gate (con la que más adelante se casaría para ocultar su homosexualidad) y Michael Wilding con problemas de espalda estaba tendido en un sofá malhumorado. Los únicos que hablaron fueron Liz y Monty, a quien él llamaba cariñosamente Bessie Mae.
En el ambiente sonaban discos de Nat King Cole y Frank Sinatra y se servía el cálido rosé que los Wilding tenían en abundancia. Monty había acudido sin afeitar, con su habitual aspecto desaliñado de pantalón de franela y camisa blanca, con sus gafas de pasta dura negras y McCarthy le recuerda taciturno y deprimido sentado en el suelo. Según él solo tomó una copa, otros aseguran que bebió en exceso como también era habitual. Decidió irse en su coche al empezar a anochecer. Puede que en el viejo Buick del 37 que le regalara su padre. Confesó que le daba miedo la niebla que había y su amigo Kevin se ofreció a acompañarlo guiándole por delante. «Kevin tiene que ayudarme a bajar la montaña o me pasaré toda la noche dando vueltas por ella», fueron las últimas palabras de Monty al despedirse del grupo.
Antes de subirse a cada coche, Monty le confesó a su amigo nuevamente lo disgustado que estaba con la película que estaba rodando y que veía tan mala, exclamando «¡Cómo odio todo esto!», al referirse a Hollywood.
Kevin McCarthy relata cómo fue el accidente de coche
«De pronto miré por mi retrovisor y vi que Monty estaba demasiado próximo. Se me ocurrió que iba a gastarme una de sus habituales bromas, dando un golpecito a mi coche. De modo que pisé el acelerador. El coche de Monty parecía casi encima del mío. Me pegunté si sufriría un ligero desvanecimiento y me asusté. Pero estábamos en plena curva y era peligrosa. Nos desviamos, rechinando los neumáticos en la oscuridad. Detrás de mí vi las luces de los faros de Monty oscilando de uno a otro lado de la carretera y luego oí un estrépito terrible».
«Una nube de polvo apareció en mi retrovisor. Corrí en aquella dirección. El coche de Monty aparecía arrugado contra un poste de telégrafo. Olía a gasolina y el motor seguía funcionando. Conseguí estirarme por la ventanilla y apagar el motor pero no veía a Monty. Corrí hacia mi coche e iluminé con sus faros el de Monty. Entonces lo vi enroscado bajo el salpicadero. Tenía el rostro desgarrado, como una pulpa sanguinolenta: le creí muerto».
«Volví a la casa temblando y golpeé en la puerta. ¡Ha sucedido un terrible accidente!. No sé si Monty vive o ha muerto, buscad una ambulancia, rápido!, grité. Mike Wilding y yo tratamos de evitar que Elizabeth nos acompañara, pero ella se revolvió contra nosotros como una tigresa. ¡No, no. Voy a ver a Monty!, gritó. Y se precipitó por la colina».

Liz Taylor salvó de la muerte a su amigo
«Cuando Elizabeth Taylor llegó, el coche estaba tan aplastado que no podía abrirse la puerta delantera, de modo que Liz se introdujo por la puerta posterior y reptó sobre el asiento. Le cogió la cabeza a Monty y la puso sobre su regazo. Monty estaba semiinconsciente y exhaló un gemido. Entonces empezó a atragantarse, señalándose el cuello: tenía dos dientes incrustados en la garganta. Entonces ella introdujo sus dedos y le arrancó los dientes. De no ser así, en ese preciso momento, Montgomery Clift hubiera muerto asifxiado. Después, Monty le regalaría los dos dientes engazados en oro como recuerdo».
Cuando llegó el doctor Rex Kennamer, Monty logró murmurar entre sus sangrados e hinchados labios: «Doctor Kennaer, le presento a Elizabeth Taylor». Entre Rock Hudson y el doctor Kennamer lograron sacar a Monty del coche. Éste recuerda el estado de Monty: «Fue un milagro que viviese. Sangraba desde profundos desgarrones en la mejilla izquierda. Tenía la nariz rota, la mandíbula y aplastado el seno nasal. También sufría conmoción cerebral. No se le hizo cirugía plástica cuando ingresó en quirófano. Se le reconstruyó principalmente la mandíbula».
Montgomery Clift quedó destrozado físicamente, pero sobrevivió aquella noche y viviría otros 10 años en una lenta agonía sin freno, considerada the longest suicide in Hollywood. Su auténtico fallecimiento se produjo aquella noche de 1956 mientras se desangraba en brazos de Liz Taylor. A partir de entonces ya nada volvería a ser igual.
Me pareció interesantísimo todo lo que acabo de leer sobre Montgomery Clif. Lo sigo admirando porque veo todas sus películas. De su biografía no sabía casi nada. Muchas gracias y viva el cine.