
En la actualidad, el género documental ha experimentado un incremento exponencial a la demanda de los espectadores por conocer las historias que dan forma al pasado de nuestros referentes culturales. Solo hay que echar un vistazo al catálogo de las plataformas digitales o a la presencia en grandes festivales de cine para darse cuenta de su popularidad. Sin embargo, se antoja más necesario que nunca atinar en la elección para no caer en una pregunta cada vez más recurrente, ¿era necesario producir un documental sobre esto?
En el terreno del jazz encontramos un número significativo de cintas, algunas imprescindibles, otras cuestionables. Desde el excelente repaso a la historia de este género musical de la mano de Ken Burns, una de las referencias esenciales para adentrarse en este mundo, hasta los biopics más recientes sobre la vida de los músicos más conocidos, generalmente sobrecargadas de esa aura de misticismo, oscuridad y desgracia que envolvían a sus vidas. Unos biopics que obligan a reflexionar si el jazz dependía de la gracia divina de un solo músico o, por lo contrario, la importancia radicaba en el grupo.
Precisamente, porque quizás el jazz sea el lugar donde cada uno de sus componentes siempre tiene algo que aportar, independientemente de la popularidad de su instrumento o el nombre de sus líderes, se agradece el estreno de documentales como el de ‘Blue Note Records: Beyond The Notes‘ (Sophie Huber, 2018), en el cual se hace un repaso a la historia de este mítico sello discográfico. Una compañía que supo crear el entorno familiar adecuado para aportar a la demanda comercial mundial un toque personal, como si se tratase de una denominación de origen.
Blue Note es un sello discográfico fundado por Alfred Lion y Francis Wolff, dos judíos alemanes que en los años 30 huyeron de la persecución alemana para asentarse en el país de las oportunidades y crear un espacio para su música favorita, fue un subterfugio para músicos que buscaban experimentar sin las restricciones de las grandes compañías musicales, ávidas de vender sus productos sin reparar en la calidad de los mismos. Sin embargo, este par de amigos buscaban la libertad de creación, la misma que proporciona el jazz a sus músicos, la misma que estos músicos, la mayoría negros, ansiaban en su lucha colectiva por los derechos civiles.

A día de hoy, su esfuerzo colectivo por invertir en libertad creativa y calidad, apostando por pagar las horas de ensayo a sus músicos, repetir las grabaciones hasta encontrar consenso en el grupo o practicar el amparo social y económico de aquellos que vivían la vulnerabilidad de su propio destino, como el enigmático Thelonious Monk, se ve reflejado en cada uno de los discos producidos entre los años 1932 y 1966.
Además, gracias a la pasión por la fotografía de uno de sus dueños, Francis Wolff, capturando cientos de imágenes durante las sesiones grabaciones y convirtiendo a Blue Note en uno de los archivos fotográficos de jazz más interesantes, el diseñador gráfico Reid Miles pudo crear unas portadas que hoy son auténticas obras de arte en sí mismas, aportando al formato de grabación, entonces el vinilo, un valor añadido para sus coleccionistas.
Blue Note, que a finales de los años 60 se vio obligada a sucumbir al poder de las grandes franquicias de la industria musical, revivió después de años donde el jazz ya no tenía cabida en las emisoras radiofónicas, gracias al nacimiento de otra forma de expresión, procedente de los barrios oprimidos, que ansiaba al igual que el jazz su reconocimiento y su libertad, el hip hop. Pero sin duda el paso de gigantes que fue capaz de recuperar la esencia de este mítico sello discográfico lo dio la apuesta por una de las joyas más prometedoras de entonces, Nora Jones, que se convirtió en la artista con más discos vendidos en la historia de la discográfica. Una mujer de raíces indias, que inteligentemente ocultó el apellido paterno para granjearse su propio reconocimiento, insufló aire a un espacio donde los hombres ocupaban sin restricciones su lugar en la banda.
Este documental dirigido por Sophie Huber, la directora suiza que ya sorprendió a la crítica con su ópera prima sobre la vida y obra de Harry Dean Stanton, enlaza perfectamente el pasado y el presente de este sello discográfico, sin caer en el dramatismo de las dificultades financieras, la pérdida de identidad al venderse a Liberty Records y, en consecuencia, las aspiraciones iniciales de sus fundadores, o la evolución del jazz perdiendo esa aportación fresca y genuina del bebop durante la década de los cuarenta. Lejos de todo esto, ‘Blue Note Records: Beyond The Notes‘ se convierte en un documental esencial para los amantes del jazz sin contemplaciones. A modo de homenaje, esta cinta se convierte en imprescindible, sobre todo en un mundo que cada día demanda más que nunca grandes historias.