
¿Ha fantaseado alguna vez con cometer algún delito? ¿Qué haría usted si se le presenta la oportunidad de cometer un crimen con el cual ha soñado por mucho tiempo? Precisamente esa posibilidad es la que se le presenta al protagonista de ‘El aura‘ (2005), la segunda película del fallecido director argentino Fabián Bielinsky, quien ya había impresionado con ‘Nueve Reinas’ (2000), su ópera prima, la cual tuvo un remake en Estados Unidos titulado ‘Criminal’ (2004).
‘El aura’ cuenta la historia de Esteban Espinoza (Ricardo Darín), un taxidermista que trabaja en Buenos Aires y que luego de que su mujer lo deja, decide aceptar la invitación de un colega, Sontag (Alejandro Awada), para viajar a la provincia e irse de cacería. Sin embargo, el viaje no resulta como se planea porque ambos terminan hospedándose en unas cabañas y no en un hotel, luego se pelean y finalmente Sontag debe volver a la ciudad. Esto conlleva a que a Esteban se le presente una situación con la que ha fantaseado una y mil veces: un robo, y, además, ya planeado. Él simplemente tiene que seguir las instrucciones para llevarlo a cabo.
‘El aura’, catalogada como uno de los mejores thrillers argentinos de los últimos tiempos, tiene una particularidad y es que parecen dos películas en una, o mejor, pareciera estar contada en dos partes. Una es sobre Esteban y la otra es sobre el robo al casino. La primera parte del largometraje es la construcción de un personaje: un hombre frío, calculador, reflexivo, introvertido, agobiado, con memoria fotográfica, que tiene una vida aparentemente aburrida; pero tiene un gusto particular: está obsesionado con los robos y con los atracos perfectos que, si se planean bien, no pueden salir mal.

Además, el taxidermista sufre de ataques de epilepsia. A dichos ataques, que se le presentan en cualquier momento, los médicos le llaman El aura, y tal como como se lo dice Esteban a Diana (Dolores Fonzi), es el momento en que todo se vuelve blanco, cristalino, puro, donde nada se puede hacer e incluso se siente una libertad absoluta. Después del ataque, él termina desmayándose, pero se acuerda de todo.
La segunda parte es el robo al casino, el cual ha sido planeado minuciosamente con meses de anterioridad y en el cual se supone van a participar Dietrich, el dueño de las cabañas donde está hospedado Esteban y esposo de Diana; Julio, el cuñado de Dietrich; Sosa, Vega y Montero, conocidos de Dietrich y quienes se mueven en el bajo mundo del crimen. Pero a este grupo se suma un invitado inesperado: Esteban, el taxidermista. Es entonces cuando las dos partes, las dos historias, se convierten en una sola. El incidente incitador de ‘El aura’ es el asesinato de Dietrich en manos de Esteban a quien su colega Sontag, con unos aires de superioridad, lo desafía al no creerlo capaz de cazar a un animal. Esteban, sin quererlo, termina cazando no a un animal, pero sí una oportunidad, la de ejecutar un robo, un golpe, un crimen perfecto con el fin de demostrarle a Sontag, e incluso, de demostrarse a sí mismo de lo que es capaz.
Pero esa demostración termina llevándolo a involucrarse en algo que por momentos es más grande que él, y que más allá de sus habilidades y su gusto por el crimen, sus debilidades le juegan una mala pasada. Es más, incluso la propia personalidad y la confianza que ha ido ganando, lo colocan al borde de la muerte, la muerte a la que Esteban ve lejos por su obsesión al estudiar el crimen perfecto el cual, si se planea bien, nadie tiene que morir.

Y es que ese crimen perfecto es igual que el arte de la taxidermia. El estirar la piel del animal y colocar cada pieza, cada ojo o cada diente en su lugar para que se pueda exhibir en un museo es tan importante como cometer un robo. Por lo tanto, se necesita la máxima concentración posible, algo que termina por alejar a Esteban de su entorno y de los que lo rodean, al punto que las dos únicas mujeres que se cruzan en su vida lo dejan de la misma forma. Esta película es entonces la historia de un personaje común y corriente, débil, frágil, que logra cumplir sus ¿sueños? Y que está en la capacidad de llevarlos a cabo. Pero también es sobre el deseo, el interés del hombre honesto por el crimen, y la posibilidad de realizarlo cuando se presenta la oportunidad.
Con ‘El aura’, Fabián Bielinsky logra, apoyándose en grandes actuaciones y en la utilización que le da a la narrativa, una sobriedad y una madurez que ya había insinuado en su antecesora. Además, combina elementos y simbolismos para contar una historia circular sobre la soledad y el silencio en el que vive este personaje, y que poco se inmuta ante las situaciones que le suceden por más excitantes y extrañas que parezcan.