
Actor, productor, director e incluso compositor musical. De sus más de 90 años, Clint Eastwood ha dedicado 68 de ellos al mundo del cine. Don’t Let the Old Man In (No dejes entrar al viejo) parece ser su secreto para una vida tan activa y longeva. Fue albañil, leñador y militar hasta que en 1954 asomó su cabeza por Hollywood con un contrato de aprendiz de actor en los estudios Universal.
Clint Eastwood apareció en los años sesenta como icono del «spaghetti western» bajo la dirección de Sergio Leone. Al regresar a Hollywood en los setenta, cambia su atuendo del poncho, la gorra Stetson y el cigarrillo por el de inspector Harry, con su placa de policía, sus Ray-Ban y su Magnum 44. Un personaje donde mostraría su lado más duro. En sus comienzos fue ignorado y despreciado por la crítica, no tanto por el público, que acudía en masa a verle en pantalla grande. En esa década es cuando debuta como director con ‘Escalofrío en la noche’ (1971). Malpaso, su productora, le traerá suerte, sobre todo a partir de su alianza con Warner Bros en 1975. Fue el inicio de una larga y fructífera relación.
El western seguirá siendo su terreno predilecto, pero se deja seducir por diferentes géneros, como el cine negro, el bélico, comedias, musicales, road movies y melodramas. De película en película, con determinación y mucho tenacidad, ha ido demostrando que lo suyo era el cine. Hoy en día es uno de los cineastas más valorados, al que algunos han definido como “el último gran clásico” por la versatilidad de sus historias y por la sobriedad, concisión y precisión de su narración.
Los actores adoran trabajar con él porque dicen que es un director metódico y tranquilo. La suya es una de las carreras cinematográficas más brillantes, prestigiosas y populares del cine norteamericano. Clint Eastwood, poco dado a analizar e interpretar sus películas, hizo en 1985 unas reveladoras declaraciones sobre el proceso creativo de sus películas, recogidas por Tim Cahill para la revista Rolling Stone. Quizás pueda ser la fórmula del éxito que le ha acompañado hasta hoy.
Discurso del método por Clint Eastwood
«No he trabajado con muchos cineastas célebres, empecé en una época en la que todos preparaban su retiro: nunca trabajé con Hitchcock, ni con Wyler, Stevens, Capra, Hawks o Walsh. Supongo que Don Siegel es el realizador más apreciado con el que he trabajado. Pienso que aprendí más cosas sobre la dirección con él que con ningún otro. Me enseño a ponerme en primera línea. Él hace pocas tomas y rueda lo que quiere. Sabía cuándo había conseguido lo que quería y no tenía necesidad de cubrirse filmando desde ángulos diferentes.
Aprendí que hace falta fiarse del instinto. Hay un momento en el que un actor tiene una intuición, y lo sé. Detrás de la cámara lo puedes sentir aún más claramente. Y a partir del momento en que posees este instinto, que lo sientes, ya no puedes tener dudas. Si diera una vuelta por el plató preguntando a todo el mundo a qué se parece la toma, alguien terminaría por contestarme: ‘Bien, señor, ni idea, había una mosca al fondo a doscientos metros’. Siempre hay alguien que termina por encontrar un defecto, y muy rápidamente este defecto se pone de relieve, y entonces nos vemos obligados a hacer otra toma.
Durante este tiempo, todos se olvidan de que hay que concentrase sobre las cosas y que nadie verá esa mosca porque utilizamos una lente 100 mm. Pero qué podemos hacer. Podemos encontrar razones a favor o en contra de no importa qué. Podemos encontrar un millón de razones susceptibles de explicar por qué algo no funciona. Pero si lo sientes, y tiene pinta de ir bien, entonces funciona. Los críticos empiezan a decir que algunas opciones que he tomado son excelentes. Algunas. Pero eso se debe a la suerte. Es instintivo. Eso viene de la parte animal del cerebro: el lado instintivo, intuitivo. El cerebro analítico puede matarte como artista. Hay que permanecer en contacto con un nivel más profundo».