Enfrentarse al cine de Pablo Larraín no es fácil. Su forma de narrar, combinada con unas historias transgresoras, puede llegar a herir susceptibilidades, si no que lo afirmen sus personajes. Desde un Tony Manero, sociópata, pasando por un Neruda incomprendido hasta llegar a una Ema calculadora, se van tejiendo individuos únicos que atrapan al espectador bajo su propia y única mirada. Esto, sumado a otras de sus películas como ‘Jackie‘, ‘No’ y ‘El Club‘, hacen de Pablo Larraín uno de los directores más visionarios y particulares del cine latinoamericano.

Una mujer con un lanzallamas, una ex primera dama con un vestido ensangrentado, un poeta camuflado, una negación acompañada de un arcoíris, un hombre entrenando a su galgo en una playa, otro bailando a ritmo de Saturday Night Fever sobre un suelo de cristal y madera. Estas son algunas de las imágenes que se han quedado en la mente de los espectadores; es gracias a su particularidad y fuerza que el público se ha adentrado en la piel de los protagonistas y de sus realidades.

Aun así, vale afirmar que no generan empatía. Aunque la identidad es un tema recurrente en sus películas, los motivos y acciones de los personajes causan incomodidad a la vez que crean una fuerte atracción por continuar en este universo donde se evidencia que muchas veces la realidad supera la ficción.

De esta manera, los mundos que crea Pablo Larraín se componen de dualidades, enseñando ambos lados de la moneda para justificar las acciones de sus protagonistas, quienes tienen objetivos muy claros y definidos durante el metraje y quienes lucharán por alcanzarlos sin importar las consecuencias.

Este juego de opuestos se ve en ‘Ema‘ entre la contraposición de él y ellas; en ‘Neruda‘, entre la lucha del comunismo y la dictadura; en ‘No‘, entre un sí y un no; en ‘El Club‘, entre víctima y victimario. Igualmente, esto se evidencia también en los títulos de su filmografía, o son nombres propios o denotan a un conglomerado, poniendo el foco en el carácter psicológico del ser humano; ‘Ema’, ‘Jackie’, ‘Neruda’ y ‘Tony Manero’ hablan de una singularidad mientras que ‘No’ y ‘El Club’ hacen referencia a una comunidad.

Adicional a esto, en el cine de Pablo Larraín se entra en una realidad política, histórica y social. Centrado, en la mayor parte de su filmografía, a su país natal y en especial al tema de la dictadura militar, se revela la necesidad de hacer una crítica y un desglose de la forma en la que él percibe su alrededor. Este particular interés también se debe a que es hijo de los políticos Hernán Larraín y Magdalena Matte, ambos del partido del actual presidente Sebastián Piñera.

Filmografía de Pablo Larraín
El cinesta chileno Pablo Larraín ha realizado ocho largometrajes desde 2006.

A través de sus películas se muestra la variedad del mundo en el que se vive, lo complejo y profundo que es, la estructura jerárquica, se da una visión general de todo el peso de una sociedad a la vez que se adentra en el universo íntimo de los protagonistas, mostrando lo que ocurre detrás de hechos históricos que han ocurrido en los últimos años.

Pablo Larraín no teme correr riesgos. Su peculiar narrativa y montaje, continúan reafirmando lo diferente y fuerte que es su cine. Utiliza un montaje en el que se vale del cambio de localizaciones y planos mientras los diálogos continúan, reestructurando la forma en cómo interactúan los personajes, a la vez que reafirma la infinidad de posibilidades que tiene el contar una historia.

A partir de ‘Neruda’ (2016) se muestra un cambio en su imagen y en su narrativa. Con sus últimas producciones, ‘Ema’ (2019) y ‘Jackie’ (2016), además de potenciar la visión femenina, se destaca más el cuidado de la imagen y los planos, con estas tres hay un cambio de color y de composición; Ema tiene un tratamiento visual excepcional, el contraste de los colores hace que esta sea una de sus películas más llamativas. Mientras tanto, en ‘El Club’ (2015) predominan los colores fríos; en’ No’ (2012) se vale del formato televisivo para potenciar el tema de la película; y en ‘Tony Manero’ (2008) los colores son más neutrales. En estos filmes también se comparte la participación de Alfredo Castro, con quien tiene seis colaboraciones.

Asimismo, en cuanto al apartado de producción es interesante ver cómo, exceptuando ‘El club’ y ‘Ema’, todas han sido coproducciones con uno o más países. ‘Jackie’ es su primera película en inglés, de la cual Darren Aronosfky es el productor. De igual forma, Larraín ha sido productor de algunas películas de Sebastián Lelio, como ‘Gloria’ (2013) y ‘Gloria Bell’ (2018) y ‘Una mujer fantástica’, la primera realización chilena en ganar el Oscar a la mejor película de habla no inglesa en 2018; esto demuestra el gran bagaje y la importancia que ha tenido en el séptimo arte.

Con sus ocho largometrajes, Pablo Larraín demuestra que vale la pena desafiar el mundo que lo rodea, mientras juega con el lenguaje cinematográfico y su infinidad de posibilidades. Su cine se podría definir como incómodo, atractivo, sugerente, provocativo y es así como se convierte en una atracción necesaria, donde siempre dará de que hablar a la vez que sigue exponenciando el buen cine latinoamericano.

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