
Hoy hablaremos de la filmografía de uno de los grandes cineastas chinos contemporáneos, Jia Zhangke pero antes, pongámonos en antecedentes. Gracias a la caída del muro de Berlín, el cine asiático tuvo una especie de renacimiento no solo por el re-surgimiento de nuevas cinematografías, que para occidente eran poco conocidas, sino que también innumerables directores lograron que sus trabajos tuvieran un alcance global gracias a los festivales de cine, a la irrupción del video digital y posteriormente al acceso a Internet. La República Popular China (RPCH) no fue ajena a este fenómeno porque siendo un territorio tan extenso hace que la diferencia entre el campo y la ciudad sea inmensa, como si fueran varios países dentro de uno solo, donde lo urbano estuviera ubicado en una galaxia y lo rural en otra. Y de aquello ha sabido sacar provecho el cine debido a que hacerlo en la China Continental es una empresa difícil, es como jugar al gato y al ratón, es saberse mover entre lo bueno y lo malo, entre lo legal y lo ilegal; es lograr establecer un equilibrio entre el centro controlador, en este caso Beijing y la Corporación de Cine Chino (CCCH), y la periferia, de la que hacen parte los directores, productores y guionistas con sus historias, todo con el fin de llegar a no ser censurados y continuar ejerciendo su oficio.
De esto puede dar fe la sexta generación del cine chino, un grupo que ha sido testigo del paso de un país más rural a uno mucho más urbano, de la desintegración de la cultura socialista, del desapego de las viejas costumbres, de la irrupción de las nuevas tecnologías; situaciones que han marcado la mayoría de sus películas, sumando el nacimiento y la implementación de las cintas de video, el DVD y la piratería. Jia Zhangke es uno de los directores más reconocidos que hace parte de esta generación, etiqueta que comparte al lado de otros realizadores como Lou Ye, Zhang Yuan, Wang Xiaoshuai, entre otros.
Este grupo, que en un comienzo fue más reconocido por fuera de su propio país debido a la participación en distintos festivales de cine, se lanzó a las calles, influenciados cada vez más por la cultura y formas de vida occidentales, desafiando los límites de la censura y de lo políticamente correcto, lo que provocó un cambio en el manejo y las formas de hacer cine en la República Popular China, dando paso a coproducciones con las naciones europeas y vecinas, relajando la prohibición y cambiando el concepto de lo que es legal e ilegal que cada es más difuso. Además, han sido parte activa para establecer una identidad cultural mucho más fuerte como nación de la que el cine es un pilar fundamental, representando lo antiguo, lo moderno, las costumbres y las nuevas formas de vida en este país en el cual aún se libra una batalla diaria para lidiar con la censura en medio de un socialismo con características chinas que cada vez más es un capitalismo con características chinas.
Jia Zhangke es uno de los cineastas más destacados con la etiqueta de la sexta generación. El nacido en Fenyang, en la provincia de Shanxi, en 1970, en un principio estudió diseño gráfico en la Academia de Artes de Taiyuan para después entrar a la Academia de cine de Beijing al departamento de literatura, dando el paso para contar historias con imágenes en movimiento. Su filmografía, que incluye y mezcla la ficción, el documental y el ensayo audiovisual, refleja el desasosiego y la desorientación de los jóvenes y adultos de la sociedad contemporánea china. Sus historias han tocado temas de personajes que antes habitaban en la provincia y ahora lo hacen en las grandes urbes, narran el paso del tiempo y la transformación del campo, lugares a los que no se les puede establecer una diferencia entre lo agrario y lo industrial, lugares que se han convertido en ciudades condado las cuales son ciudades pequeñas o asentamientos con gobierno propio, pero que a su vez son gobernadas por otra ciudad más grande.
El cine de Jia Zhangke se ha alejado de los estudios de las grandes urbes para establecerse en la provincia, haciéndose un hueco en el cine independiente que es financiado en parte por el mecenazgo de los festivales y fondos de producción europeos, y que es posible también debido al nacimiento del video digital que le dio más libertad a la hora de la realización. Esto ha llevado a que muchas de sus películas no se estrenen comercialmente en su propio país y sean censuradas, pero al tiempo, a que sea uno de los directores más conocidos internamente en gran parte al fenómeno de la piratería de DVD tal y como se refleja en la escena de ‘Placeres desconocidos‘ (2002), su tercera película, la primera rodada en digital y que lo lleva a competir por la Palma de Oro en Cannes, en donde uno de los personajes busca una de las películas del mismo director que lo ha creado. Su obra, además, es un testimonio de la globalización, de la americanización, de la modernización económica, de la transición del campo a la ciudad, de lo rural a lo urbano, de lo viejo y de lo nuevo; de todo tipo de mixturas, de todo tipo de culturas y de todo tipo de encuentros.

Sus tres primeras películas, ‘Pickpoket‘ (1997), ‘Platform‘ (2000) y ‘Placeres desconocidos‘ (2002), que conforman la llamada trilogía de la ciudad natal, son historias sobre jóvenes que transitan entre la rebelión y la desesperanza, que intentan amar, trabajar, sobrevivir y abrirse camino en la vida, y para quienes el retrato de Mao está muy lejano, debido a que se encuentran casi al margen de la modernización del país. Un ladrón que se ha quedado rezagado mientras que sus amigos se han vuelto comerciantes; un grupo de teatro cultural que está en medio de los últimos años maoístas y las primeras reformas del socialismo con características chinas; y dos amigos que planean un robo el cual termina convirtiéndose en algo totalmente diferente; se convierten en un espejo de una de las realidades de la RPC y son una especie de retrato que el director vivió de primera mano.
En estas películas sus personajes son adolescentes desorientados, que no saben para dónde van, donde sus únicos modelos a seguir son el dinero, el modelo capitalista que se aproxima y las imágenes de una cultura pop que cada vez los aprisiona más. Igualmente, en esta trilogía, poco a poco, se comienza a establecer el estilo que caracteriza a Jia Zhangke como lo es la utilización de actores no profesionales, los planos generales que intentan generar un distanciamiento y así captar la atención por parte del espectador, y el uso de la música pop, especialmente norteamericana, mezclándola con el sonido urbano y naturalista. Además, en esta época, el director realizó ‘In public‘ (2001), un ejercicio audiovisual que se caracteriza por la observación, la captura de los movimientos, el qué y el cómo ocupan las personas el tiempo y el espacio en el cual no hacen ni pasa nada, todo esto gracias a las cámaras de video digital.
Sus siguientes trabajos, más adultos, se enfocan en retratar a los trabajadores migrantes que buscan nuevos caminos y nuevas oportunidades producto de la destrucción de las ciudades de origen que le dan paso a la modernización de la China Continental y que tiene como consecuencia la desintegración de la familia y de los valores antiguos y tradicionales. ‘El mundo‘ (2004) ambientada en un parque temático en Beijing, es una representación de un lugar donde se puede viajar sin despegar, de una aldea global, de un mundo dentro de otro mundo en un solo espacio. Aquí tenemos las torres gemelas, los norteamericanos no, dice uno de los personajes de la película, una que muestra a una nueva sociedad, globalizada, capitalista, en una nueva realidad concreta y contradictoria que a su vez también deja ver lo que se esconde detrás: la prostitución, la marginación, la incomunicación y la muerte.
‘Naturaleza muerta‘ (2006), ganadora del León de Oro en Venecia, retrata la ciudad en ruinas producto de la construcción de la represa de las tres gargantas la cual conlleva a un deterioro social, medioambiental, en donde todo está condenado a desaparecer, las normas se desmantelan y hay una imposibilidad de conservar algo, de dejar intacto, desde una casa, hasta las mismas relaciones de pareja. Esto mismo parece repetirse en ‘Ciudad 24‘ (2008) en donde no solo barrios enteros dejan de existir y son demolidos para darle paso a la modernidad, sino que para esto hay que disolver a las familias completamente.

Asimismo, pareciera que tanto ‘Un toque de violencia’ (2013) como ‘Más allá de las montañas’ (2015), fueran algo distinto dentro de la filmografía de Zhangke porque son un acercamiento al cine de género, pero en realidad conservan, en gran medida, los temas característicos de sus obras. ‘Un toque de violencia‘ (2013), ganadora del mejor guion en Cannes, ambientada a manera de thriller, continúa hablando de personajes de provincia, alienados por la modernidad y la globalización, que muchas veces no les deja opción alguna, y que en esta oportunidad se ven obligados a enfrentarse y a no dejarse oprimir por algo más grande que ellos, ya sea sus jefes, sus clientes o su propio contexto, en una frenética, violenta y cruda catarata de sucesos que no dan tregua. A su vez, ‘Más allá de las montañas‘ (2015) es un drama de sacrificios humanos y de triángulos amorosos situado en tres momentos distintos que es atravesado por la pérdida de las raíces y de los valores ante el capitalismo, por el enriquecimiento de unos a costa de otros y por la migración como una manera de salir adelante y buscar mejores opciones de vida, esta vez saliendo de China y llegando a Australia al punto de que uno de los personajes tenga por nombre Dollar y no pueda expresarse en mandarín, todo un llamado de atención.
El cine de Jia Zhangke es el de la observación, el de capturar momentos, de la improvisación (rueda la mayoría de sus películas con tratamientos), de las ciudades en ruinas, del urbanismo desintegrador, de la soledad, de las amistades y de las relaciones pasajeras. Es el de romper el silencio por medio de los sonidos, de los ruidos urbanos y de la música pop. Es el cine del video digital que le permite observar y controlar lo que se ve. Es uno en donde los personajes están en constante movimiento y en una búsqueda permanente. El cine de Jia Zhangke es el espacio y el ruido hecho tiempo, uno que está allí esperando a ser observado.