The Father’ es una película que desborda energía, un dinamismo que se mueve entre el trauma y la locura que emerge tras una muerte. También es la historia de una relación padre-hijo truncada que ahora se retuerce más que nunca. Los autores de ‘Un minuto de Gloria’ y ‘La lección’, Kristina Grozeva y Petar Valchanov, recurren a la comedia y a la frescura para abordar estas temáticas inagotables precisamente por la infinidad de aristas que nacen de cuestiones como la familia o la muerte. La historia es sencilla, bonita. Nos encontramos ante dos personajes que deben enfrentar una pérdida. No hay lugar para la pausa que acompaña al dolor, el padre se pone en acción y el hijo va tras él. Algo debe haber que pueda hacer, ¿cómo se gestiona una pérdida tan grande? Quizá haciendo.

El guion es perfectamente funcional. Podría haber sido un cortometraje, pero eso no siempre tiene por qué ser un problema, solo denota que estamos ante una historia sencilla y depurada. Hay un par de rimas que funcionan y provocan emoción sin efectismos. El final contendría la mejor secuencia de toda la película de no ser por la falta de riesgo. Hay una especie de miedo durante todo el filme a “que no se entienda” o a que los protagonistas queden desdibujados, una tendencia a la explicación “por si acaso”.

The Father, dirigida por Kristina Grozeva y Petar Valchanov
Escena de «The Father», dirigida por Kristina Grozeva y Petar Valchanov. Fuente: Elamedia

‘The Father’ es una suerte de road movie que no acaba de cumplir con todo lo que promete. Es cierto que a nivel de trama nos hallamos ante un guion de manual, pero a la película la rodea una atmósfera de duda, de no haber intentado aprovechar al máximo la potencialidad de los detalles. Tenemos al gurú, que nunca llegamos a ver. Recuerdo la serie ‘The Leftovers’; aparecía al final de su primera temporada un gurú espiritual, personaje secundario que sin embargo brindaba al espectador con dos de las secuencias más sinceras y emotivas de toda la serie. Echo de menos esa exploración que además habría podido aportar algo más de esa comicidad que se persigue durante todo el metraje y que no siempre es certera. O quizá no, quizá hubiese sido el punto más dramático de toda la trama. De cualquier forma, hubiese sido interesante ver al gurú, explotarlo, usarlo por el bien de la historia.

La fotografía va en la misma dirección que su historia, es puro dinamismo pero va tan lejos que se pierde toda intencionalidad por el camino hasta llegar a marear al espectador. La luz es correcta y sugerente en todo momento, pero la planificación se vuelve en ocasiones repetitiva. El reparto, sin embargo, soporta muy bien estos movimientos de cámara. Ivan Barnev e Ivan Savov se mantienen en equilibrio contante entre la naturalidad de la interpretación y las excentricidades cómicas de la historia y de algunos diálogos.

No existe la manera perfecta de aceptar una pérdida. No hay una fórmula precisa que pueda borrar el dolor, las personas nos limitamos a buscar, a creer, a hacer. Ante el silencio, estruendo. Ante el estatismo, acción.

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