
Woody Allen tiene el honor de inaugurar el Festival de San Sebastián con su película número 50. A pesar del injusto boicot que sufre en su país, Allen ha podido sacar adelante su nuevo proyecto cinematográfico para suerte de los muchos fans que seguimos disfrutando con sus películas. Repleta de humor absurdo, ‘Rifkin’s Festival‘ mezcla situaciones surrealistas con historias entrelazadas de amor y tristeza para rendir un cariñoso tributo al poder transformador de las películas.
¿Qué nos cuenta Rifkin’s Festival?
Mort Rifkin (Wallace Shawn), un amante del cine, decide acompañar a su mujer publicista, Sue (Gina Gershon), al Festival de Cine de San Sebastián en España, preocupado porque la fascinación que su esposa siente por su cliente y joven director de cine, Philippe (Louis Garrel), sea algo más que puramente profesional. Mort también espera que este cambio de aires le ayude en la lucha que mantiene por escribir esa primera novela que esté a la altura de sus rigurosas e inalcanzables expectativas.
Disgustado por las generosas alabanzas que ha recibido la película de Philippe, que él mismo tacha de banal, Mort acaba angustiándose por los clásicos del cine, aquellas películas de maestros como Bergman, Fellini, Godard, Truffaut o Buñuel que él solía enseñar cuando era profesor. Los incansables comentarios despectivos de Mort sobre Philippe, centro de atención de Sue en su trabajo como publicista y alguien a quien ella admira profundamente, deterioran su ya de por sí maltrecha relación.
El estado de ánimo de Mort mejora cuando conoce a la doctora Jo Rojas (Elena Anaya), su alma gemela, y cuyo matrimonio con el impetuoso pintor Paco (Sergi López) también supone una causa de sufrimiento. Mientras que los gustos personales de Mort siempre han alejado a las personas que le rodeaban, la inteligencia de Jo y esa sensibilidad que comparten acaban por unirles.
Mientras Sue se pasa los días con Philippe, la relación de Mort con Jo se va estrechando, lo que ayuda a que este pueda reavivar su amor por los clásicos del cine. Utilizando esas grandes películas como prisma a través del cual reflexionar sobre los diferentes acontecimientos de su vida, Mort vuelve a mirar con esperanza su futuro.
Wallace Shawn, perfecto para el papel de Mort Rifkin
En un inicio, Woody Allen se imaginó a Mort Rifkin, el protagonista de ‘Rifkin’s Festival‘, como un hombre joven. «Al principio, tenía en mente la idea del típico protagonista masculino», cuenta. Pero cuando su amiga de toda la vida y antigua directora de casting, Juliet Taylor, le sugirió que escogiera a Wallace Shawn para el papel, cambió de parecer. «Pensé: “Dios mío, ¡es perfecto!”. Wally tiene una imagen muy cómica, al igual que la capacidad de representar ese lado más emotivo», dice Allen. «Aunque lo más importante es que realmente es muy inteligente. Algunos de los actores que había barajado para el papel quizás eran intelectuales, pero no desprendían ese aura especial. Fue entonces cuando pensé: “¿Y por qué no cojo a un intelectual de verdad?”. Una vez ya había cambiado el chip en mi mente, la persona que había nacido para interpretar el papel apareció ante mis ojos».
Shawn ya había interpretado anteriormente numerosos e inolvidables papeles secundarios en películas de Woody Allen, tales como ‘Días de radio‘, ‘Sombras y niebla’, ‘La maldición del escorpión de Jade’ o ‘Melinda y Melinda’, pero muy pocos saben que Allen fue, en realidad, el que lanzó su carrera de actor.
Mort Rifkin es un antiguo profesor de cine. Tras haber escrito un guion que muchos han calificado de «grandilocuente», vuelve a probar como escritor por segunda vez, esta vez con una novela. A pesar de esforzarse al máximo, sigue bloqueado y es incapaz de alcanzar el nivel de perfección que él mismo se ha impuesto, ya que solo aceptará realizar una obra maestra. En esta situación decide acompañar a Sue al Festival de San Sebastián, más por vigilarla que por tener ganas de ver películas. Está convencido de que Sue está enamorada de su cliente, un director de cine francés llamado Philippe (Louis Garrel). «Philippe es un seudointelectual pretencioso», afirma Garrel. «Al parecer, ha dirigido una película “contra la guerra”, un mensaje con el que la gente se identifica fácilmente, así que recibe numerosos elogios cuando hace entrevistas». Sin embargo, bajo el punto de vista de Sue, Philippe tiene un gran talento, y es el tipo de artista que busca como cliente.
Elena Anaya, la doctora Joanna Rojas
En última instancia, los tormentos internos de Mort acaban afectándole de forma física, y empieza a sufrir dolores en el pecho. Mientras que Sue, que lo ha presenciado todo, achaca la dolencia de Mort a los tacos del avión, Mort siente que necesita ir al médico urgentemente. Siguiendo la recomendación de un amigo productor de que fuera a ver al doctor Joe Rojas, se sorprende al descubrir que, en realidad, el doctor es una mujer llamada Joanna «Jo» Rojas (Elena Anaya). Al poco de conocerse, Mort descubre la enorme cantidad de cosas que tiene en común con ella: un gusto por el cine marcado por la común aversión hacia la película de Philippe, un amor nostálgico hacia Nueva York y París, y un infeliz matrimonio. «Es algo que sucede en la vida», afirma Allen. «De vez en cuando, conoces a alguien y piensas: “Me gusta esta persona. Piensa lo mismo que yo, y tiene los mismos gustos”». Poco a poco, este primer encuentro se va estrechando a medida que Mort y Jo se van dando cuenta de que son almas gemelas. «Creo que a veces la vida te hace un regalo, y eso es lo que le sucede a Jo cuando conoce a Mort», dice Anaya. «Está totalmente sola, desesperada y desconsolada por su matrimonio, y, justo en ese momento, se encuentra con esta persona que resulta que la entiende, la escucha y la ayuda, y ve que Mort también necesita un amigo».

El marido de Jo, Paco (Sergi López), es un pintor egoísta e impetuoso que la engaña constantemente y hace que su vida sea miserable. «Es uno de esos tipos que se piensan que está por encima de todo», afirma Allen. «De los que piensan: “Soy un artista, un genio, así que no tengo que obedecer las reglas de la clase alta, puedo hacer lo que quiera. Soy libre sexualmente y puedo emborracharme, y mi mujer tiene que aceptarme tal y como soy”». Jo está atrapada en esta relación tóxica con Paco, pero no es capaz de salir.
Al igual que Jo, muchos de los personajes de ‘Rifkin’s Festival’ no han sabido elegir bien a sus parejas sentimentales. «Es una enfermedad muy común», afirma Allen. «Hay un millón de razones que lo justifican, y en cada caso son distintas». Jo tiene debilidad por los artistas que no la tratan bien, como su primer marido, que era poeta y que la abandonó por otra mujer. «Creo que a Jo le atraen los artistas porque piensa que estos entienden la vida de una forma distinta», declara Anaya. «Pero ella se enamora del sueño, no de la persona real. Cree que son personas sensibles y hermosas pero, en realidad, son lo contrario, son más bien crueles».
A Woody Allen le gusta que se interprete con espontaneidad
A diferencia del resto de miembros del reparto, Wallace Shawn ya había trabajado anteriormente con Allen en numerosas ocasiones, por lo que ya estaba preparado para su forma de trabajar y sabía lo que tenía que darle. «En mi opinión, a Woody le gusta que se interprete con espontaneidad», afirma Shawn. «Si algo parece que se ha improvisado de forma artificial, no le gusta. No quiere que los actores vayan con una idea preconcebida de cómo alguien se comportaría en una situación y luego intenten imitarlo. Quiere que no tengan un plan previo y que dejen que su subconsciente les sorprenda».
Para Gershon, que se considera una actriz secundaria que, en sus propias palabras, «se pone cosas en la cara y usa acentos», interpretar un personaje tan parecido a ella supuso todo un desafío. «Al principio fue muy difícil, porque Woody quería que fuera yo misma, sin añadir nada, algo que, sinceramente, nunca he hecho antes. Y yo pensaba: “Pero ¿y cómo soy yo misma?”. Su primera indicación fue: “No pienses. Estás pensando demasiado, solo deja de hacerlo”. Yo le dije que vale, así que, desde ese momento, dejé de pensar. Accedí e seguí adelante».
Elena Anaya describe el trabajo con Allen de forma distinta. «Me daba unas indicaciones increíbles», cuenta. «Todos los comentarios eran muy precisos y ciertos. Me decía: “Cuando has dicho esta frase, estabas pensando en esto, pero tienes que pensar en esto otro”. Y tenía toda la razón. Era como si me leyera la mente, era capaz de ver todo lo que estaba pensando».
Garrel, fan desde hace mucho tiempo de Woody Allen, era un manojo de nervios la primera vez que estuvo en el set. «He visto todas sus películas y tenía mucha curiosidad por ver cómo trabajaba», afirma. «Le pregunté si podía añadir esto y lo otro, y me dijo: “Claro, solo tiene que sonar natural. Puedes añadir lo que quieras”. Fue entonces cuando me di cuenta de que no tenía ningún secreto especial, sino que solo busca la naturalidad».
Christoph Waltz, el dos veces ganador de un Oscar, se unió al reparto interpretando el papel de La Muerte, aunque solo aparece en una única escena. «Quería trabajar con Woody Allen», cuenta el actor. «Mejor una escena que nada. Quizás la próxima vez tendré dos escenas. Me alegro de tener que ganármelo». Sorprendentemente, la Muerte de Waltz es un personaje muy cómico y con un gran corazón. «Es muy cariñoso, y se preocupa mucho por los demás», afirma Waltz. «Entiende los problemas y las preocupaciones de los seres humanos, es muy empático».
Vittorio Storaro vuelve a iluminar otra película de Woody Allen

El establecimiento de dos mundos visuales radicalmente opuestos en una misma película es un aspecto común en las cuatro colaboraciones de Vittorio Storaro con Woody Allen. Por ejemplo, los diferentes enfoques de Storaro del Hollywood clásico en comparación con la vida nocturna de Nueva York en ‘Café Society‘ o la yuxtaposición que crea con el sórdido apartamento en el que viven los protagonistas y los suntuosos colores de Coney Island en ‘Wonder Wheel‘.
En ‘Rifkin’s Festival’ Storaro fotografía la realidad externa del festival y de San Sebastián en color, y la vida interna de Mort en blanco y negro. «La mayoría de la gente sueña en color, pero creo que Mort sueña en blanco y negro porque se identifica mucho con las películas clásicas que tanto le gustan», afirma Storaro. «Si lo piensas, hay más imaginación que realidad en la fotografía en blanco y negro, porque el blanco y negro no existen en la naturaleza». No obstante, tenía la parte en color y la parte en blanco y negro, lo que me permitió crear un diálogo visual».