
Coincidiendo con el Hispanic Heritage Month, cada año el American Film Institute en Washington (Silver Spring) celebra el Latin American Film Festival. La 31ª edición del festival se inauguró el pasado viernes y se prolongará hasta el 7 de octubre. Este año se distingue de los anteriores en varios aspectos. Para empezar, debido a la pandemia, el festival se celebra online por primera vez, con lo cual mi casa es su casa. A pesar de la desventaja de perder la experiencia comunal del cine presencial y la oportunidad de conversar con y conocer a los directores invitados, este formato gana por su accesibilidad. 15 películas están disponibles para los espectadores estadounidenses. Para compensar la falta de cineforo, cinco películas van acompañadas por una grabación de una conversación con el/la cineasta. Otra novedad del Latin American Film Festival 2020 será la votación del premio del público.
La programación, compuesta por un total de 26 películas, está organizada por regiones, temas y géneros con secciones dedicadas a narrativas indígenas, documentales, comedias, thrillers, películas históricas; filmes de origen mexicano, centroamericano, caribeño, sudamericano; y películas dirigidas por mujeres. Destaca en presentaciones especiales los filmes ‘Ema‘ de Pablo Larraín, ‘La Llorona‘ de Jayro Bustamante y ‘Kokoloko’ de Gerardo Naranjo. La 31ª edición hace alarde de proyectar los estrenos estadounidenses de ‘Chaco’ (Diego Mondaca), ‘El robo del siglo’ (Ariel Winograd), ‘Morgue’ (Hugo Cardozo), ‘Panquiaco’ (Ana Elena Tejera), ‘Sumergible’ (Alfredo León León), ‘Imperdonable’ (Marlén Viñayo) y ‘Tantas almas’ (Nicolás Rincón Gille). Sin embargo, se hace notar la ausencia este año del cine español, habiendo sido invitado Elías León Siminiani en 2019 para una presentación especial y filmes de otros directores españoles en ediciones anteriores.
Mis crónicas del Latin American Film Festival 2020 se centrarán en la talentosa sección de directoras, cuyos filmes proceden de Brasil, Costa Rica, Chile, El Salvador, México, Panamá, Puerto Rico y Venezuela.
The Fever (Brasil). Dir. Maya Werneck Da-Rin
‘The Fever‘ es el impresionante debut en el largometraje de la brasileña Maya Werneck Da-Rin que había dirigido y escrito anteriormente cuatro cortos, entre ellos algunos documentales. ‘The Fever’ viene avalada por premios como mejor película latinoamericana en Mar de Plata, mejor dirección en Chicago y mejor actor a Regis Myrupu en Locarno. La película cuenta con actores no profesionales.
El filme se centra en una relación paterno-filial que desvela diferencias generacionales respecto a las sabidurías tradicionales e indígenas y las modernas y extranjerizantes. Justino (Regis Myrupu) es un empleado de origen indígena (Desana) que trabaja de guardia nocturno en el puerto de Manaus (Amazonas). Su hija trabaja de enfermera y es admitida en la escuela de medicina en Brasilia. En conversaciones familiares, Justino alaba las virtudes de la caza, las que él contrasta con alimentarse del supermercado. No obstante, apoya el avance profesional de su hija, a pesar de que representa sabiduría no indígena. Otra sobremesa familiar problematiza el romanticismo de Justino hacia la vida tradicional como la caza, pues su cuñada le cuenta que ya no es tan fácil encontrar animales grandes de los que vivir.
Una fábula que le cuenta a su nieto anticipa su historia, la de un cazador que se pierde en el bosque. Efectivamente, ser cazador sin presa es como Justino describe su trabajo de guardia nocturno entre un bosque de contenedores de carga de bambú. La banda sonora natural del bosque, que la película presenta en discordia con el ruido de las grúas del puerto, arrulla a Justino y se queda dormido con frecuencia en el trabajo. En paralelo, salen noticias en la televisión de un depredador misterioso que está matando a otros animales en el bosque. Un comentarista plantea que esta amenaza es el resultado de la introducción de una especie no autóctona que está dominando el ecosistema. El título del filme alude a otro misterio: en delirio febril, Justino se imagina encontrándose con una bestia humanoide en el bosque. Werneck sugiere que el sueño de la razón indígena produce monstruos. Si el cine es soñar en colectivo, esperamos volver a soñar con Maya Werneck Da-Rin.
Érase una vez en Venezuela (Venezuela). Dir. Anabel Rodríguez Ríos
‘Érase una vez en Venezuela‘ es el sorprendente debut en el largo documental de Anabel Rodríguez Ríos. Filmado durante cinco años transicionales en el Congo Mirador al sur del Lago Maracaibo, la película cuenta con personajes reales como la chavista Tamara Villasmil, la maestra y opositora Natalie Sánchez y la niña-reina de belleza del pueblo Yohanny.
Érase una vez es la fábula del naufragio de Venezuela. El Congo Mirador sufre las consecuencias ecológicas de la sedimentación, con lo cual el pueblo de agua se muere de sed, y la contaminación, evidenciada por los peces que flotan muertos. Además, padece de la crisis político-social del país. El filme empieza con la elección de Nicolás Maduro en 2015 y termina con una decisión sobre el futuro del pueblo, tanto del Congo Mirador y sus habitantes, como de Venezuela. Si bien Tamara es la madrastra del pueblo, Yohanny es la cenicienta. A pesar de ser elegida reina, sus compañeras de un humilde colegio se burlan de su pobreza, falta de zapatos y cuaderno. El documental de Rodríguez Ríos presenta una multitud de yuxtaposiciones grotescas: la mano discapacitada de una anciana que maquilla a las niñas para el concurso de belleza, una choza abandonada pintada de “Chávez” y el barco llamado Venezuela estancado en tierra. Proyectado en Washington a poco más de un mes de las elecciones presidenciales estadounidenses, Érase una vez es un relato aleccionador.
Sin señas particulares (México). Dir. Fernanda Valadez
‘Sin señas particulares‘, segunda colaboración en el largo de la cineasta Fernanda Valadez y la guionista Astrid Rondero tras ‘Los días más oscuros de nosotras’ (2017), es un thriller profundamente emotivo sobre la crisis migratoria. Este tratamiento recuerda más al documental proyectado en el LAFF del 2013, ‘Who is Dayani Crystal?’ (Marc Silver), que a la película de Jonás Cuarón, ‘Desierto’, del LAFF 2016, ambos de rumbos similares. ‘Sin señas particulares’ ganó el premio del público y el mejor guion en Sundance y acaba de ser premiado en la sección Horizontes Latinos del Festival de San Sebastián.
Jesús (Juan Jesús Varela), hijo de Magdalena (Mercedes Hernández), se ha extraviado durante su viaje al norte desde Guanajuato. Como no se halla el cuerpo del joven inmigrante, Magadalena investiga su desaparición. Se encuentra con una oculista, también madre de hijo desaparecido, y el inmigrante deportado Miguel (David Illescas). La oculista le anima a no rendirse, como sería firmar la partida de defunción sin cuerpo. Al regresar a su casa, Miguel descubre la ausencia de su madre y la busca con Magdalena. A través de esta búsqueda, el simbolismo de la vista acompaña el viaje fílmico a nivel formal y narrativo: de un primerísimo primer plano inesperado de cirugía ocular, a paisajes con halos del sol e imágenes a contraluz, hasta un testigo ocular medio ciego. Todo esto suma a ojos que no ven. En la tertulia grabada del festival, las cineastas dijeron que reconocen la crisis migratoria como un tema social y político muy tratado, sin embargo han querido acercarse a él desde un punto de vista emocional y desde la empatía. De este modo, sus espectadores ven y sienten. De forma más delicada que la cirugía ocular, la película abre ojos y corazones.
El Agente Topo (Chile). Dir. Maite Alberdi
La documentalista chilena Maite Alberdi enamora de nuevo con sus personajes adultos. Había explorado temas de la tercera edad en ‘Yo no soy de aquí’ (2016) y ‘La once’ (2014). Su nueva producción, ‘El agente topo‘, mientras se proyectaba en el Latin American Film Festival 2020 ganaba uno de los premios del público en San Sebastián.
Como resultado de un casting, el detective Rómulo, contratado por la hija de una interna, selecciona al viudo Sergio para hacer de agente topo en el Hogar San Francisco con el objetivo de investigar el cuidado de los residentes. Como corresponde al género de espías, Sergio utiliza dispositivos electrónicos (cámaras, teléfonos) y rompe corazones. A pesar de que este Bond entrañable tiene alguna dificultad adaptándose a la nueva tecnología de WhatsApp y Facetime, nos acaba enseñando a vivir y a no dejar morir.
Ceniza negra (Costa Rica). Dir. Sofía Quirós
Sofía Quirós, guionista y directora costarricense nacida en Argentina, ha convertido su cortometraje de protagonismo afrocostarricense ‘Selva‘ (2016) en ‘Ceniza negra‘, primer largometraje de su país en competir en Cannes, que formó parte de la sección oficial del Festival de Gijón en 2019 y que destacó dentro de la sección de cine dirigido por mujeres del Latin American Film Festival 2020.
‘Ceniza negra’ relata la educación sentimental de Selva (Smashleen Gutiérrez). La joven huérfana de 13 años vive por la costa caribeña del país con su abuelo (Humberto Samuels) y la cuidadora de él, Elena (Hortensia Smith), que se perderá durante una noche. Elena es también la compañera sentimental de su abuelo y una figura maternal para Selva. Bajo la tutela de Elena, Selva practica varios artes (el baile, la cocina, la magia). Selva tiene una conexión con figuras misteriosas, como la de una mujer afrocostarricense que podría ser el fantasma de su madre fallecida. La película participa en la tradición de representar a la pubertad como un momento mágico y liminal entre dos mundos (niños/adultos, vivos/muertos, realidad/fantasía). Por este motivo, la película emplea la metáfora de nigromancia para explorar la pubertad de una niña que se hace mujer al dominar sus poderes. La interpretación de Smashleen Gutiérrez y la estética del filme hechizan.