Emma Suárez: «Tenemos que aprender a mirar hacia dentro»

Emma Suárez es toda una institución del cine español. A sus 56 años, la actriz madrileña puede presumir de haber trabajado a las órdenes de muchos de los cineastas imprescindibles de nuestra cinematografía. La lista es abrumadora e incluye nombres de la talla de José Luis Borau, Pilar Miró, Imanol Uribe, Manuel Gutiérrez Aragón, José Luis Garci, Gracia Querejeta o Julio Medem.
En 2016, la carrera de Emma Suárez vive un punto álgido con los estrenos de ‘Julieta’, su primera colaboración con Pedro Almodóvar, y ‘La próxima piel’ de Isaki Lacuesta, que le reportarán sendos premios Goya a la mejor actriz principal y de reparto. No le han faltado proyectos desde entonces a esta versátil actriz a la que hemos visto en producciones televisivas recientes tan ambiciosas como ‘La zona’ o ‘Criminal’.
Ahora estrena ‘Una ventana al mar’ de Miguel Ángel Jiménez, coproducción hispano griega rodada en 2018 y que ha pasado por un largo periplo festivalero (San Sebastián, Miami, Barcelona Film Festival) hasta poder llegar a un pequeño número de salas comerciales en nuestro país. Emma Suárez nos habla sobre la película y su personaje, María, una mujer diagnosticada de una grave enfermedad que viaja a las islas griegas buscando un remanso de paz en el final de su vida.
• Tras pasar por varios festivales, ‘Una ventana al mar’ por fin tiene su estreno comercial. Casi emociona poder estrenar en salas en estos tiempos. ¿Cuál crees que ha de ser el papel de la cultura en estos momentos de pandemia?
Estoy muy contenta y emocionada por poder estrenar la película. El estreno estaba previsto para abril, pero por las circunstancias que conocemos tuvo que retrasarse. Era muy frustrante no poder estrenar un proyecto en el que hemos puesto tanto cariño. La cultura está en un momento difícil, como otros sectores básicos para la ciudadanía como la sanidad o la educación. Lo estamos pasando mal como sociedad, y es terrible ver como algunas familias están en una situación límite. Creo por ello que es también el momento de aferrarnos a los pequeños detalles de la vida que nos hacen felices en busca de cierto optimismo. Tenemos que intentar aprender a mirar hacia dentro, y en ese sentido la cultura, el cine o el teatro son muy buenos compañeros de viaje.
«El discurso de la película es tan luminoso y optimista que es ideal para verse ahora mismo». Emma Suárez.
• En ‘Una ventana al mar’ interpretas a María, una mujer que completa un viaje físico y sobre todo emocional sin vuelta atrás. A pesar del drama que arrastra, el personaje transmite permanentemente dignidad y luminosidad. ¿Cómo afrontaste este papel?
El personaje se encarga de darle la vuelta a un proceso vital dramático para convertirlo en un viaje de iluminación que le va a abrir muchas puertas y le traerá emociones inesperadas. El discurso de la película es tan luminoso y optimista que la convierte en algo muy adecuado para verse ahora mismo. Desde que acepté el proyecto me sentí siempre protegida y arropada por mis compañeros y en especial por el director, Miguel Ángel Jiménez. Fue un placer trabajar de esta manera, con plena confianza y mucho amor por lo que estábamos haciendo.
• Podemos suponer que el rodaje en Grecia, en concreto en la isla de Nisyros, fue muy especial y evocador. ¿Hasta qué punto influyó el escenario en la historia y en el discurrir de las emociones durante el rodaje?
Influyó de forma radical. El personaje de María sin el entorno griego no sería el mismo. Creo que el paisaje es un protagonista más de la historia. La isla es un territorio determinante para el personaje y su proceso interior. Esa luz, ese mar… y las personas que nos rodeaban. La mayoría del equipo era griego y todo el mundo se entregó al proyecto con una generosidad increíble. Y la isla, ha sido un auténtico descubrimiento, es un lugar al que no descarto volver y que creo que me está esperando.

• El romance que vive María con Stefanos (interpretado por Akilas Karazisis) tiene una particularidad, la ausencia de un horizonte temporal y la voluntad de ambos de romper con su vida anterior. ¿Cuál crees que es la clave en la conexión entre ambos personajes?
Para mí ha sido un privilegio trabajar con Akilas Karazisis. El personaje de Stefanos representa el sueño de las mujeres que desean tener como pareja a un auténtico compañero. Muchas de las mujeres que han visto la película nos lo han comentado. En apariencia no es el típico galán, pero la película se encarga de romper con los tópicos. Hablamos de dos personajes que se encuentran en la edad adulta con un pasado muy marcado, cada uno arrastra su maleta consigo y ninguno de los dos está buscando una historia de amor, pero se cruzan y van descubriendo cómo se complementan. Entre ambos va surgiendo muy sutilmente una relación en que dos almas conectan y se aman, pero no de un modo adolescente. La suya es una relación llena de generosidad, y muy bella. Es lo que busca cualquier ser humano en una relación amorosa.
«Antes de rodar atravesaba una situación de duelo que me situaba en el estado emocional del personaje». Emma Suárez.
• La relación con Stefanos se va cociendo a fuego lento en pantalla, de manera muy íntima y sensorial. ¿Cómo trabajaste con tu compañero de reparto? ¿Buscabais mantener las distancias en el inicio para replicar la relación de los personajes o fuisteis muy cómplices desde antes de empezar a rodar?
Esa conexión fue algo que ambos fuimos descubriendo a medida que nos íbamos conociendo. En un primer contacto yo le plantee mis dificultades y mis miedos, pues acababa de sufrir una pérdida justo antes de rodar y atravesaba una situación de duelo que me situaba en el estado emocional del personaje. En el viaje en barco en el que nos aproximábamos a la isla donde íbamos a rodar fui descubriendo su calma, su carácter, su pasado… Me hizo sentir muy cómoda. Fui muy sincera con él al decirle que llegaba al rodaje sin traer nada preparado, por primera vez afrontaba un proyecto en esta situación. Tuve claro que tenía que ser sincera, honesta y dejarme llevar. Él me dijo que iba a hacer lo mismo. Ese fue nuestro punto de partida para crear un vínculo de mucha complicidad entre ambos, y así fue creciendo nuestra relación. Fue muy bonito trabajar con él y quizá hicimos un viaje paralelo al que hacen María y Stefanos. Un viaje de respeto, calma y confianza en el proyecto y el director. Y siempre dejándonos llevar por el espacio que nos rodeaba.
• También es interesante la relación de María con su hijo. A pesar del evidente afecto, María siente la necesidad de liberarse por un momento de todo lo que representa su vida anterior para pasar vivir una última experiencia en soledad. ¿Cómo justificas esa decisión del personaje?
Creo que cuando recibes una noticia así inicias un proceso íntimo y en cierto modo solitario. La película respeta esa intimidad y se acerca a la relación que tiene María con su enfermedad, dignificándola. En ese momento el ruido te sobra, no te quedan más opciones que darle sentido a tu existencia. Y eso es íntimo, puramente personal. Lo puedes compartir con tus seres queridos, pero hay algo más allá, que te corresponde solo a ti.
• Por último, nos interesan tus futuros proyectos y, dado que has estado sobre las tablas a las órdenes de gente tan importante como Mario Gas o Miguel del Arco, ¿es el teatro una disciplina a la que te gustaría volver para recuperar el contacto directo con el público que la pandemia nos ha venido negando?
Sí, es algo que he pensado y que me gustaría mucho. Estamos en un momento complicado y lo más importante para mí en este momento es presentar esta película, porque el futuro es incierto ahora mismo y es difícil hacer planes, pero el teatro es algo que hace muchos años que no hago y que no quiero abandonar porque es importante para mí, para mi trabajo y para mi crecimiento como actriz. En cuanto encuentre un proyecto con un texto que me seduzca, estaré encantada de hacerlo.