
Hace unos días se celebró la 13ª edición del Festival de Cine Coreano, en el que se pudo ver ‘Seoul Station’, la precuela de ‘Tren a Busan’ del director Yeong Sang-ho. Pero el surcoreano ya se había presentado en el mundo de la animación coreana con dos películas: ‘The King of Pigs’ y ‘The Fake’. Al alcance de todo el público, gracias a Filmin, se encuentra la segunda, una joya poco conocida y que intenta construir un cine de animación coreano capaz de rivalizar con el gigante nipón, su vecino y dominador del mundo animado. Lo hace marcándose una serie de diferencias notables: esta es una película dura, cruenta, explícita, agresiva, sucia y, sobre todo, incómoda, muy en la línea del cine surcoreano en general.
En ‘The Fake’, Choi es un hombre violento, agresivo y abusador, un “padre”, “marido”, “amigo” y “vecino” que descubre que la Iglesia que ha sido construida en su pueblo, y que cada vez consigue más adeptos –y donaciones–, está dirigida por un estafador. Tras un enfrentamiento con él y con sed de venganza, se decide a desenmascarar la gran mentira. Pero, dada su bien merecida mala reputación, nadie le cree. A medida que crecen los seguidores de la Iglesia, también lo hace la obsesión de Choi.
El mal del mundo
Dinero, Iglesia, mentira, maldad y esperanza, todos ellos relacionados. Esta película no viene a mostrarnos una lucha entre el bien y el mal, entre la fe de la Iglesia y la maldad del ser humano o la redención de los malos. ‘The Fake’ se dedica a exponer la crueldad del mundo. Es el mal contra el mal. Y todo reencarnado en un hombre y en la Iglesia. Ninguna esperanza tiene cabida en esta película. La fe no es una salvación, no lo fue en ningún momento de la película, ni cuando el pastor salva a Yongsun de Choi ni cuando una enferma de tuberculosis salva su vida bebiendo agua bendita. Hasta el más creyente de todos acaba cometiendo el mal. E aquí la dualidad del tema que trata la película. El ejemplo perfecto es el diálogo entre Yongsun y su padre: “¿te pidió Dios que te metieras a p*ta?”. Yongsun defiende: “es la voluntad de Dios” (es, en realidad, su única esperanza para pagarse la universidad, pues su padre le ha robado el dinero). El hombre, a esto, le replica: “Cuando lleguemos a casa, te parto las piernas”.
¿Qué es la fe según Yeong Sang-ho? Para algunos, es la herramienta perfecta para la manipulación. La Iglesia quiere dinero, todos en esta película lo quieren, menos los que tienen fe, los que tienen una creencia más pura, que solo quieren el favor de Dios y su amor. Esos se ven engullidos por la gran mentira. La Iglesia y sus creadores tiran del hilo y juegan con las necesidades de esa gente para que se sumen a ellos. Pero esa misma gente es la que facilita el embuste usando el nombre de Dios y de lo que representa para exigir el perdón o la indulgencia a cosas que no tienen excusa de ser. Por supuesto, cuando la mentira empieza a caer, los primeros en hacerlo son los creyentes, el pueblo, los fieles seguidores que pusieron sus creencias, su dinero y, literalmente, sus vidas en las manos de los estafadores, pensando que las ponían en manos de Dios. El hombre poderoso, el orquestador de todo, será el último en caer en este castillo de naipes.

Yeong Sang-ho escribe la mayor de las ironías colocando a un maltratador, violento y estúpido hombre como el único que defiende la verdad y no quiere que el pueblo sea estafado. No, no nos hallamos ante la redención de un personaje. Defiende la verdad de la estafa a base de hostias, insultos y robos. Por supuesto, no es un bienhechor. De nuevo, el dualismo en esta historia: la fe como motor de vida. El gran villano tiene fe ciega en su ateísmo y eso lo mueve a destapar el fraude. Bueno, y también su ateísmo, la venganza y el egocentrismo.
Pero el director va más allá. Expone: ¿qué sería de la fe y de la Iglesia sin la desgracia de las personas? La esperanza no existiría sin la pena, el dolor o la tristeza. Por eso los que mayor fe tienen en esta película son la mujer maltratada, la persona moribunda… La promesa de ser amado y el deseo de ser feliz en una vida que no se quiere vivir es el alimento básico de la fe.
Quién es la víctima
Cabe destacar el papel de la mujer en ‘The Fake’. En el cine, no solamente en el surcoreano, las mujeres siempre han sido degradadas a madres, esposas, hijas, prostitutas, objetos de deseo o, más en general, a papeles secundarios, más vacíos y planos. Esta película es el ejemplo perfecto: ellas reciben un trato denigrante y su retrato no va más allá de las maltratadas, las infieles, las poco racionales y las acompañantes sexuales. ¿Cuántas veces son insultadas en la película? Tantas que ni he podido contarlas. ¿Cuántas veces reciben un trato peyorativo o son objeto sexual o directamente son víctimas de los hombres? Demasiadas.
El arte es una muestra del mundo. El cine llega a tantísimas personas que tienen ese poder mágico de mostrar y enseñar. Si el público solo recibimos este tipo de mensajes en el que la mujer es la víctima y el objeto, este mismo mensaje se perpetúa. Sí, ‘The Fake’ muestra una realidad muchas veces oculta, es capaz de poner sobre la mesa una serie de temas tabú como la religión, el poder y el dinero… Pero, ¿hacía falta mostrar la crueldad y violencia de un hombre a base de mujeres maltratadas? ¿Era necesario hablar del pecado con la discusión de una esposa y la amante del marido? ¿Por qué todas las ingenuas que mueren dejando su vida en manos de una Iglesia que se basa en una estafa son mujeres?