
Filippo Meneghetti, tras cortometrajes y documentales, dirige su Ópera Prima que, ciertamente, tiene los ingredientes para que la Academia de Hollywood se fije en ella. Pero no es solo por ello que ha sido seleccionada para representar a Francia en la carrera a los Óscar. ‘Entre nosotras’ es una historia llena de sensibilidad y emociones, con un tono que escapa de ser reducido a tan solo un género (difícil para este tipo de películas) y una sensación constante de belleza y exquisitez tan francesa imposible de ignorar. El espectador no tendrá ninguna dificultad en dejarse arrastrar y entrar en la película, dejándose amoldar a un mensaje que, esperemos, permanezca durante mucho tiempo en su mente.
Esta historia tan emotiva y llena de enseñanzas es la de Mado y Nina, dos mujeres mayores que llevan décadas enamoradas en secreto, no solo por la sociedad sino por los hijos de Mado. Estos, fieles al recuerdo de su padre, siguen empeñados en defender la historia de amor que nunca fue entre sus padres sin darse cuenta del dolor que provoca eso en su madre. Mado y Nina, vecinas de rellano, utilizan esa cercanía para poder vivir su historia sin tantas dificultades. Pero eso no es suficiente, ellas quieren continuar su historia en la ciudad en la que se conocieron años atrás: Roma, la ciudad del amor, su principio y el que querían como su final. Sin embargo, Mado es incapaz de confesarle a sus hijos lo que realmente está sucediendo y Nina estalla en ira cuando su amante admite que no ha podido expresarle a su familia sus deseos de marcharse a Roma. Por lo que ese viaje que tanta ilusión le hacía a Nina es, ahora mismo, imposible.
A partir de ese momento, la idílica pero no tan ideal historia de amor entra en un punto de no retorno cuando Mado sufre un derrame cerebral que la deja en un estado vulnerable. Con una parálisis física temporal, le es imposible tener una vida autónoma e incluso hablar. Debido a que, para el resto del mundo, Nina es solo la vecina de enfrente y la amiga de Mado, y ésta ya está recibiendo los cuidados de una trabajadora social, la insistencia y la presencia constante de Nina para formar parte de la vida de Mado no es entendible y, en ocasiones, resulta extraña y cansina. Pero lo que está sucediendo en realidad es que Nina no duerme por las noches, vive pegada a la mirilla de su puerta y entra de escondidas en la casa de Mado para poder estar con ella aunque sea unos minutos.
Mientras ve que Mado se pierde dentro de sí misma y es totalmente anulada con fuerte medicación y nadie hace nada por impedirlo (aunque su hija se desviva por cuidar de su madre), Nina está decidida a recuperarla sabiendo que solo ella lo puede conseguir: solo el amor de su vida sería capaz de ser el estímulo necesario. Y así lo demuestra. Pero, con ello, se delata a sí misma y a Mado. Y su historia de amor, aunque inocente y llena de sentimientos, se complica aún más cuando el mundo demuestra ser incapaz de entender y digerir su relación.
Lo que parece ser y no es
Lo que podría haber quedado en un drama lacrimoso evoluciona a un tono más oscuro, con algún momento de locura, cuando se pasa al punto de vista de Nina, de lo que hace por Mado y las consecuencias que eso tiene. Esta capacidad de narrar más compleja es lo que hace que ‘Entre nosotras’ no sea solo un drama romántico al uso, sino que tenga más volumen, blancos y negros que crean debate en la mente del espectador y que dibujan una psicología de personaje complicada muy bien ejecutada.

¿Cómo es posible, con esta historia, crear una narración llena de tensión? Por ejemplo, con el tratamiento del sonido (personalmente, uno de mis aspectos favoritos de ‘Entre nosotras’), que hace aumentar la tensión progresivamente y provoca nerviosismo, enfado, alegría y un largo etcétera de emociones. También está la evolución de la enfermedad de Mado y lo que ello causa en Nina: desde el momento en el que el amor que había entre ellas queda reducido a nada por culpa de ese derrame cerebral hasta el miedo de estar lejos la una a la otra o cada momento en los que Mado demuestra que sigue siendo consciente, ansiando y necesitando de ese amor por Nina.
Sin miedo a nada
El cine va en consonancia con la sociedad del momento. A veces, se adelanta y, por supuesto, a veces se atrasa. Pero, por ejemplo, las historias de amor cada vez son más valientes para mostrar que hay muchos tipos de amor y muchas formas de vivirlo, hay más valentía a la hora de narrar historias que no tengan problema en luchar contra los estigmas de lo que la sociedad considere correcto o incorrecto. Es por eso que esta historia LGTBIQ+ con dos protagonistas sexagenarias se merece un reconocimiento especial.
La voluntad de Meneghetti de romper prejuicios y su atrevimiento a mostrar una historia de amor que la sociedad fácilmente vetaría, invita a cuestionarse muchísimas cosas. El espectador podría ponerse en la situación de la hija, que termina descubriendo que su madre lleva años enamorada de otra mujer, incluso mientras estaba casada, y que el matrimonio de sus padres la hizo infeliz. Aún al darse cuenta de la felicidad que Nina le aporta a su madre y que es la única que puede hacerla reaccionar de este estado catatónico, incluso en ese momento, le es difícil aceptarlo. Uno se cuestiona si la imposibilidad de comprender ese amor es por su padre o por ella misma.
Ese amor que debía quedar ‘Entre nosotras’, entre Mado y Nina, es descubierta y los muros que la protegían de los ojos juzgadores de la sociedad se derrumban. ¿Y qué hacen ellas? Continúan bailando a pesar del pánico momentáneo. Ahora libres, siguen viviendo su amor a pesar de que sea condenado por el resto. Porque no lo pueden ni lo quieren evitar. Demasiados años luchando por un amor difícil, sufriendo con una doble vida que solo les ha traído dolor. Como bestias enjauladas, teniendo que despertarse de madrugada para salir de la cama de la otra antes de que aparezcan las visitas y escondiendo los recuerdos que comparten de ojos incapaces de entender lo que es diferente.