
En un encuentro aparentemente casual, la estrella de cine Daniel se enfrenta a Bruno, uno de los perdedores del Berlín reunificado y aburguesado. Lo sabe todo sobre Daniel, y está empeñado en vengarse. Dirigida y protagonizada por Daniel Brühl supone su debut como director. El actor hispano alemán, conocido por películas como ‘Good Bye, Lenin!‘ (2003), ‘Malditos bastardos’ (2009) o ‘Capitán América: Civil War‘ (2016), da el salto detrás de la cámara con ‘Next Door‘, una comedia negra que compite por el Oso de Oro en la Berlinale.
‘Next Door’ nos sitúa en Berlín, en el barrio de Prenzlauer Berg, donde Daniel está preparado para una audición en Londres, donde le espera un papel en una película de superhéroes americana. Al entrar en el bar de la esquina, encuentra a Bruno sentado. Según parece, Bruno lleva mucho tiempo esperando este momento. Y así, este hombre eternamente ignorado, uno de los perdedores de la reunificación y víctima del aburguesamiento de lo que fue Berlín Oriental, se venga. Con Daniel como objetivo…
Daniel Brühl desvela el argumento de ‘Next Door’, su debut como director
En todos los años que he trabajado como actor, he tenido la suerte de colaborar con muchos directores destacados. Me han inspirado especialmente directores como Julie Delpy, que dirigen y actúan al mismo tiempo, algo que da a sus películas una intensidad especial. Hace tiempo que sueño con encontrar un enfoque más holístico para las películas en las que participo como actor. Asumir el papel de director parecía el siguiente paso lógico.

Para mi debut como director era importante elegir algo pequeño, algo personal, una historia que pueda contar bien y con la que se pueda relacionar. Una historia que te haga pensar, y que sea entretenida y emocionante al mismo tiempo. Es la historia de un hombre que podría ser yo, pero no lo es. Un actor, casado y con hijos, que vive en Berlín, liberal y con conciencia social, y que incluso se llama Daniel. Una persona que, de cara al público, parece tenerlo todo. Pero un día conoce a su vecino, en el que nunca se había fijado hasta entonces. Y este hombre, Bruno, consigue desestabilizar por completo la vida de Daniel en el espacio de unas horas.
Tuve la gran suerte de que el reputado escritor Daniel Kehlmann se entusiasmara enseguida con la idea de convertirla en un guion. El resultado disipó mis dudas de que una historia tan íntima no fuera lo suficientemente convincente para la gran pantalla. Kehlmann ha escrito un guion de ritmo rápido, lleno de ingenio, que nos lleva a las profundidades más oscuras de nuestros dos protagonistas: un estudio de ambiente. Será un verdadero placer para los actores. Con Daniel, Kehlmann ha creado un papel que será un placer interpretar, pero también un gran reto, ya que está muy cerca de mí.
Bruno, el adversario de Daniel, es un alemán que se siente abandonado por la sociedad. Criado en la antigua RDA, cayó en una especie de limbo tras la reunificación. Tuvo que luchar para ganarse la vida mientras otros se beneficiaban del cambio y el capitalismo se convertía en la fuerza motriz. Ahora se siente amenazado por el aburguesamiento, pero también por la avalancha de inmigrantes. Ha perdido la confianza en la política y la sociedad, está enfadado. Y proyecta toda esta rabia en su vecino Daniel, que vive al lado en su elegante ático, que solía ser el apartamento del padre de Bruno antes de ser renovado y convertido.

Y durante todo este tiempo, dentro de su burbuja dorada, Daniel no tenía ni idea de que a pocos metros de distancia, un hombre se ha obsesionado con destruir su vida para hacer que la suya parezca más valiosa. A lo largo de varios meses, Bruno había conseguido acceder a los detalles más íntimos de la vida de Daniel, que explota estratégicamente cuando finalmente se encuentran en un bar. Y entonces, de repente, en ese pequeño bar de barrio, comienza la pesadilla de Daniel. Se ve arrinconado, desgarrado y, finalmente, completamente deshecho.
Todo el tiempo, el espectador no estará seguro de si las reacciones de Daniel son reales o las de un actor que intenta salvarse a sí mismo, o al menos a su imagen. Al final, el público puede incluso preguntarse si el infierno que Daniel está pasando -enfrentado a sus propias mentiras, sus contradicciones y demonios- le ayudará a ver finalmente las cosas con claridad y a hacer un cambio en su vida. ¿O todo seguirá igual?
Ver la caída de Daniel será doloroso, pero por muy difícil e incómodo que sea para nuestros protagonistas y el público, el tenor básico de la película será optimista, e incluso caprichosamente cómico. Mi objetivo es hacer una comedia negra en la que el espectador se sienta entretenido pero al mismo tiempo se cuestione. Y al final, cuando todo el mundo se vaya a casa, ¡que se asegure de saber quién vive en la puerta de al lado!
Me extraña que no se mencione la similitud de esta película con la argentina El Hombre de al Lado (2009). Es en esencia la misma historia. ¿Será una versión? Lo raro es que Brühl no lo aclare.