Petite maman, el coming-of-age fantástico de Céline Sciamma

‘Petite maman‘ nos cuenta la historia de Nelly, una niña de ocho años que acaba de perder a su querida abuela y está ayudando a sus padres a limpiar la casa de la infancia de su madre. Explora la vivienda y el bosque que la rodea, donde su madre, Marion, solía jugar y donde construyó la casa del árbol de la que Nelly ha oído hablar tanto. Un día su madre se marcha de repente. Es entonces cuando Nelly conoce en el bosque a Marion, una niña de su edad que está construyendo una casa en el árbol.
El guion de ‘Petite maman‘ lo escribió Céline Sciamma al final de su promoción internacional de ‘Retrato de una mujer en llamas‘ y la rodó durante la pandemia. Una historia que es más urgente que nunca porque los niños han experimentado una impresionante avalancha de dificultades en los últimos años. «Aunque los políticos nunca se han dirigido oficialmente a ellos, los niños han oído el ruido del mundo. Creo que es vital incluirlos, ofrecerles historias, mirarlos, colaborar con ellos», afirma la cineasta francesa, que ya en 2011 nos sorprendió con ‘Tomboy‘, un conmovedor relato sobre la infancia.
La quinta película de Céline Sciamma, que participa por segunda vez en la Berlinale, es una obra de gran intensidad y madurez. Expresada a través de la luminosa fotografía otoñal de Claire Mathon, la mirada de la directora explora con precisión poética un momento importante de la transición a la edad adulta. Una vez más, Sciamma examina las grandes cuestiones de la vida desde una perspectiva decididamente femenina. El poder de la memoria y la imaginación se exploran en una experiencia única y emocionalmente resonante.

El espectador infantil estuvo en el centro de las decisiones en todas las etapas de la realización de la película, que con algunos toques de realismo mágico se basa en una idea muy sencilla: el encuentro y la amistad entre una niña y su madre, de pequeña. ‘Petite maman’ supone un nuevo enfoque de la historia de los viajes en el tiempo. Un viaje íntimo en el que lo que está en juego no es ni el futuro ni el pasado, sino el tiempo compartido. Un viaje sin máquinas ni vehículos. La propia película es la máquina y, más concretamente, su montaje. Un corte teletransporta a los personajes y los reúne.
«En sus hijos, los padres suelen ver el reflejo de los niños que una vez fueron», escribió Debruge. «Pero las hijas no pueden acceder a esos mismos recuerdos sin un poco de magia. Y eso es precisamente lo que ofrece ‘Petite Maman’: el hechizo que hace posible ese reencuentro, aunque sólo sea en nuestra imaginación». Una fábula infantil con un componente fantástico que vuelve a confirmar a Sciamma como una de las voces cinematográficas más fascinantes de Europa.