
Se cumplen 25 años de ‘Box of Moonlight‘, una rara avis del cine indie de los noventa dirigida por Tom DiCillo un año después de ‘Vivir rodando‘, considerada por muchos su obra maestra. La historia nos cuenta como Al Fountain se traslada a un remoto pueblecito con el fin de supervisar la construcción de una nueva planta para la empresa de limpiaparabrisas en la que trabaja. Al es cuadriculado, disciplinado y responsable. Un tipo muy metódico cuya vida se rige por horarios y rutinas estrictas, pero las cosas no acaban de marchar bien: sufre una serie de alucinaciones que evidencian que está sufriendo una crisis. Esto le lleva a contar una mentira para no regresar a casa a celebrar en familia el Día de la Independencia.
Así los hechos se precipitan y comienza su gran aventura cuando conoce a Kid, un joven excéntrico que vive sin ataduras en una caravana desvencijada en medio del bosque. No tiene identificación ni tarjetas de crédito ni dirección. Sobrevive de la compraventa de objetos robados. Al Fountain sigue a Kid a una especie de País de las Maravillas, un lugar que le desorienta y donde las reglas no existen y mucho menos la lógica aplastante de un ingeniero. Junto a Kid, Fountain descubre la verdadera libertad y aprende a explorar y disfrutar de una intimidad mas sincera y profunda con su propia familia.
‘Box of Moonlight‘, que compitió por el León de Oro en Venecia, mezclaba hábilmente la road movie, la comedia y el drama para contarnos el encuentro de un rígido ingeniero electrónico, Al Fountain (interpretado por John Turturro) que acusa los primeros síntomas de la crisis de los cuarenta y Kid (Sam Rockwell en su primer papel como protagonista) cuya forma de ver la vida es totalmente opuesta a la de Al.

Tom Dicillo escribió y dirigió en 1996 ‘Box of Moonlight’, una fábula moderna sin moraleja sobre la imposibilidad de controlar los acontecimientos. Una película que parece alejarse de los trabajos anteriores de Dicillo, que se centraban en los perdedores neoyorkinos (entre ellos el conocido Johnny Suede) pero sigue mostrando el persistente amor del director a tener como protagonistas a soñadores que son capaces de hacernos reír.
Ambientado en el impresionante panorama de las Smokey Mountains, en Tennessee, forma parte del universo personal de Dicillo, un mundo lleno de aventura, coincidencias, catástrofes, desilusiones y descubrimientos. A partir del fin de semana libre de responsabilidades y ataduras de Al Fountain, Dicillo nos muestra como abandonar la rutina puede abrir muchas puertas. Si no se sabe siempre lo que se se debe esperar, uno se abre a los milagros de la vida, grandes y pequeños, que probablemente habían existido siempre pero pasaban inadvertidos.