
‘Las señoritas de Rochefort‘, continuación de ‘Los paraguas de Cherburgo’, considerada la obra maestra de Jacques Demy, es un homenaje al musical de Hollywood que cuenta con la participación de una leyenda del género como Gene Kelly. No tan conocida como su predecesora, cuenta con un argumento de pura farsa shakespeariana, diálogos ingeniosos y letras de Demy junto con una magnífica partitura de jazz de Michel Legrand, tres veces ganador del Oscar.
Una feria comercial acaba de instalarse en la plaza principal de Rochefort-sur-Mer y crea una animación desacostumbrada. Es la «Kermesse», una especie de Carnaval extraordinario. Durante toda la película se cruzan a cada instante «cowboys», marinos y bailarines. Las hermanas Garnier deben participar en esta fiesta. Se llaman Delphine (Catherine Deneuve) y Solange (Françoise Dorléac). Son mellizas.
Delphine, la rubia, da en Rochefort-sur-Mer lecciones de danza. Solange, la pelirroja, da lecciones de solfeo. Viven en la música como otros viven en la luna, es decir, más allá de la realidad. Sueñan con el gran amor como todo el mundo y esperan encontrarlo a la vuelta de la esquina. ¿Por qué no?. Con el fin de participar en la «Kermesse», Solange y Delphine preparan un ballet que bailarán el día de la fiesta. Entre los ensayos, van, sucesivamente, a buscar a Boubou, su hermanito, al que llevan después a casa de su madre, Madame Yvonne, vendedora de patatas fritas. Todo esto las causa muchas preocupaciones.
En sus desplazamientos, bien a la escuela, al café o a casa del señor Dame, un amigo, en medio de estribillos y ballets, las hermanas Garnier corren tras el amor. A Delphine solo le gustan los rubios, los otros no le interesan. Pues bien, en la ciudad, Maxence tiene los cabellos rubios. Pintor de oficio y militar de ocasión en espera de licencia, Maxence sueña con una rubia ideal cuyo retrato ha pintado y que es rasgo por rasgo el de Delphine, precisamente.
A la vuelta de una esquina, volviendo de la escuela, donde ha ido a buscar a Boubou, Solange se encuentra con Andy. Es el flechazo, como en la vida. Desgraciadamente Solange y Andy se pierden de vista tontamente. Como no saben nada uno del otro, no esperan volverse a ver, pero la vida es caprichosa y la esperanza es lo último que se pierde. Madame Yvonne, por su parte, se ha quedado sola, después del nacimiento de Boubou. No se ha casado con el hombre al que amaba, Monsieur Dame, pues tenía un nombre ridículo. Ahora lo siente.
En ‘Las señoritas de Rochefort‘ todos los personajes se buscan, como en una película de persecuciones, pero orquestadas, mezcladas como un rompecabezas. Delphine se encuentra con Maxence «in extremis» y Solange con Andy. Monsieur Dame, comerciante de partituras modernas y antiguas, se encuentra con Yvonne ante la escuela, al mismo tiempo que al hijo, Boubou, al que no conocía.
Con música de Michel Legrand
El primer encuentro entre Jacques Demy y Michel Legrand tuvo lugar en la película ‘Lola‘. El primero encargó al segundo la música de la película y su colaboración fue tan perfecta que decidieron acometer juntos la experiencia de un filme enteramente musical, en el que la música cargará con una responsabilidad igual a la del realizador. Así nacieron ‘Los paraguas de Cherburgo’; la música de Legrand prolonga y hace resaltar la música de las palabras, cada una de las notas coincide con cada sílaba, un experimento insensato a primera vista, anticomercial, pero que, sin embargo, entusiasma al público de todos los países y se llevó la Palma de Oro en el Festival de Cannes.
Por consiguiente, dominados por la pasión de las películas musicales Demy y Legrand produjeron ‘Las señoritas de Rochefort’, su preparación les llevó más de un año de intenso trabajo. Legrand el enfant terrible de la música, se lanzó sin descanso a la búsqueda de nuevas creaciones, en tanto que Jacques Demy, uno de los más inteligentes directores de la nueva generación, no quería volver a la antigua fórmula de ‘Los paraguas de Cherburgo’. Así, ‘Las señoritas de Rochefort’ es una película hablada, cantada y bailada.